Especialmente
por aquellas con personas discapacitadas
Este
14 de marzo, en la Misa en Santa Marta, el Santo Padre rezó de manera especial
por las familias para que en estos tiempos difíciles mantengan la paz, la
alegría y la fortaleza. Una oración especial también por las personas con
discapacidades. En su homilía comentó la parábola del hijo pródigo.
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En
la sexta Misa transmitida en vivo desde la Capilla de la Casa Santa Marta, el
Papa Francisco continuó rezando por los enfermos del Covid-19 dirigiendo un
pensamiento especial a las familias, especialmente a aquellas con personas
discapacitadas. Estas fueron sus palabras al inicio de la celebración:
“Seguimos
rezando por los enfermos de esta pandemia. Hoy quisiera pedir una oración
especial por las familias, familias que de un día a otro se encuentran con los
niños en casa porque las escuelas están cerradas por seguridad y tienen que
manejar una situación difícil y manejarla bien, con paz y también con alegría.
De manera especial pienso en las familias con algunas personas con
discapacidad. Los centros de atención diurna para personas con discapacidad
están cerrados y la persona permanece en la familia. Recemos por las familias
para que no pierdan la paz en este momento y puedan llevar adelante a toda la
familia con fortaleza y alegría”.
Una gran acusación: “Come
con los pecadores, es un impuro”
En
su homilía, comentando el Evangelio del hijo pródigo y del padre
misericordioso, propuesto por la liturgia del día (Lc 15, 1-3. 11-32), el Santo
Padre dijo que, muchas veces hemos escuchado este pasaje del Evangelio. “Esta
parábola la dice Jesús en un contexto especial – señaló el Papa – todos los
publicanos y pecadores se acercaban a él para escucharlo. Los fariseos y
escribas murmuraban diciendo: ‘Este acoge a los pecadores y come con ellos’. Y
Jesús les responde con esta parábola”. ¿Qué es lo que dicen? La gente, los
pecadores se acercan en silencio, no saben que decir, pero su presencia dice
muchas cosas, querían escuchar. ¿Qué dicen los doctores de la ley? Ellos
critican. "Murmuraban", dice el Evangelio, tratando de anular la
autoridad que Jesús tenía con la gente. Esta es la gran acusación: “Come con los
pecadores, es un impuro”.
La autosuficiencia de los
intelectuales
Ante
esta acusación, el Santo Padre señaló que, esta parábola es un poco la
explicación de este drama, de este problema. ¿Qué sienten estas personas? La
gente siente la necesidad de salvación. La gente no sabe distinguir bien,
intelectualmente: "Necesito encontrar a mi Señor, que me llene",
necesitan un guía, un pastor. Y la gente se acerca a Jesús porque ven en Él un
pastor, necesitan ser ayudados para caminar en la vida. Sienten esta necesidad.
Los otros, los doctores se sienten suficientes: "Nosotros hemos ido a la
universidad, he hecho un doctorado, no, dos doctorados. Sé bien, bien, lo que
dice la ley; de hecho conozco todas, todas, todas las explicaciones, todos los
casos, todas las actitudes casuísticas". Y se sienten suficientes y
desprecian a la gente, desprecian a los pecadores: el desprecio por los
pecadores. En la parábola, lo mismo, ¿qué dicen? El hijo le dice al padre:
"Dame el dinero y me iré". El padre da, pero no dice nada porque es
un padre, tal vez habría tenido el recuerdo de alguna cosa que hizo cuando era
joven, pero no dice nada.
Un padre que sabe esperar
los tiempos de sus hijos
Comentando
la figura y la actitud del padre de la parábola del Evangelio de Lucas, el Papa
Francisco afirmó que, un padre sabe sufrir en silencio. Un padre mira el
tiempo. Deja pasar los malos momentos. “Muchas veces la actitud de un padre –
precisó el Pontífice – es hacerse el tonto ante los fracasos de sus hijos. El
otro hijo reprocha al padre: Fuiste injusto, dice un reproche. ¿Qué sienten
estas personas en la parábola? El muchacho siente el deseo de comerse el mundo,
de ir más allá, de salir de casa, y quizás lo vive como una prisión, y también
tiene la suficiencia de decirle a su padre: Dame lo mío. Siente coraje, fuerza.
¿Qué siente el padre? El padre siente dolor, ternura y mucho amor”. Entonces
cuando el hijo dice esa otra palabra: "Me levantaré – cuando regresa sobre
sí mismo – me levantaré e iré a la casa de mi padre", encuentra al padre
que lo espera, lo ve de lejos. Un padre que sabe esperar los tiempos de sus
hijos.
Reconozcamos la relación
de amor con el padre
El
Santo Padre, explicando la figura del hijo mayor dice que, él se indignó,
siente ese desprecio. Y tantas veces indignarse, es la única manera de sentirse
digno de esas personas. “Estas son las cosas que se dicen en este pasaje del
Evangelio, las cosas que se sienten. ¿Pero cuál es el problema? El problema –
empecemos con el hijo mayor – el problema es que estaba en casa, pero nunca se
dio cuenta de lo que significaba vivir en casa: cumplía con sus deberes, hacía
su trabajo, pero no entendía lo que era una relación de amor con el padre”.
"El hijo se indignó y no quiso entrar." "¿No es esta mi casa
ya?" ... había pensado. Lo mismo que los doctores de la ley. "No hay
orden. Este pecador vino aquí y le hicieron una fiesta. ¿Y yo qué?" El
padre dice la palabra clara: "Hijo, siempre estás conmigo y todo lo que es
mío es tuyo." Y de esto, el hijo no se dio cuenta, vivía en casa como un
hotel, sin sentir esa paternidad... Muchos "hoteleros" en la casa de
la Iglesia que se creen los amos.
No blindemos nuestro
corazón al amor del Padre
Asimismo,
el Papa Francisco señaló que, el padre no dice una palabra al hijo que vuelve
del pecado, sólo lo besa, lo abraza y le hace una fiesta; a él tiene que
explicárselo, entrar en su corazón: su corazón estaba blindado por sus
concepciones de la paternidad, de la filiación, del modo de vivir. “Recuerdo
que una vez un viejo y sabio sacerdote, un gran confesor, era un misionero, un
hombre que amaba mucho la Iglesia, y hablando de un joven sacerdote que estaba
muy seguro de sí mismo, muy creyente... que era un valor, que tenía derechos en
la Iglesia, decía: Pero ruego por este, que el Señor le ponga una cáscara de
plátano y lo haga resbalar, eso le hará bien". Como si dijera, suena como
una blasfemia: “Le hará bien pecar porque necesitará pedir perdón y encontrar
al Padre”.
Pidamos la gracia de
sentirnos en casa
Finalmente,
el Santo Padre evidenció que, esta parábola del Señor nos dice muchas cosas,
que es la respuesta a los que le criticaban porque iba con los pecadores. Pero
también muchos hoy en día critican, a la gente de la Iglesia, a los que se
acercan a la gente necesitada, a la gente humilde, a la gente que trabaja,
incluso a los que trabajan para nosotros. “Que el Señor nos dé la gracia de
entender cuál es el problema. El problema es vivir en casa pero no sentirse en
casa, porque no hay relación de paternidad, de hermandad, sólo existe la
relación de compañeros de trabajo”.
Renato
Martínez – Ciudad del Vaticano
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