El pasado 21 de
febrero la Santa Sede anunció el reconocimiento de un milagro por
intercesión de Carlo
Acutis, un adolescente de 15 años que murió debido a una leucemia en 2006
Antonia, madre de Carlo Acutis, futuro beato de la Iglesia |
Pronto será declarado beato por parte de la Iglesia el que es conocido como “ciberapóstol de la Eucaristía” por su
incesante trabajo pese a su corta edad para mostrar al mundo a través de
internet la belleza de la Eucaristía y de los milagros eucarísticos.
A su beatificación acudirán, Dios mediante, sus
padres. Un hecho realmente inusual. Y su madre Antonia Salzano relata ahora más detalles sobre su
hijo, su fuerte espiritualidad y también el hecho de que pese a sus enormes
virtudes era un niño
normal y corriente que iba con sus amigos, jugaba a la Playstation y no era
perfecto. Pero amaba profundamente a Dios.
Instrumentos de Dios
Una de las primeras preguntas que puede surgir
versa irremediablemente sobre ser la madre de un futuro beato de la Iglesia
Católica. En una entrevista con el National Catholic Register, Antonia explica que tanto
ella como su marido sólo
son “instrumentos de Dios, y a veces usa incluso los instrumentos más extraños.
No me considero tan buena como lo fue Carlo pero supuesto hice todo lo posible
para educar a mi hijo. Le dimos la libertad de vivir su fe y algunas buenas
reglas morales, pero mi esposo y yo no necesitábamos darle mucho”.
“Estamos muy contentos con la noticia de la
beatificación, pero para ser sinceros, esperábamos esto. Hace algunos años,
tuve un sueño con Carlo, quien me dijo: ‘Seré beatificado pronto y poco después
canonizado’. Cuando se
estaba muriendo, en su última semana de su vida soñé con San Francisco de Asís,
que es el santo patrón de nuestra familia, y me dijo: ‘Tu hijo Carlo morirá muy
pronto, pero será será considerado en un lugar muy alto de la Iglesia’. Entonces
vi a Carlo en una iglesia muy grande, en lo alto, cerca del techo, y no lo
entendí entonces. Por supuesto que ahora sí. Su muerte, su enfermedad, su corta
vida, todo fue diseñado por Dios. Él había elegido a Carlo como un ejemplo para
los jóvenes de este período en la historia”, relata la madre de este joven.
"Recibió gracias
especiales"
Desde muy niño Carlo quería visitar las iglesias,
entrar en ellas y saludar a Jesús en el Sagrario, y su madre cree que sí que “recibió gracias especiales”. De
hecho, Antonia Salzano afirma que su hijo no hablaba demasiado de esto, pero sí
le dijo que “cuando estaba frente a la Sagrada Eucaristía sentía su alma
‘elevada’ de alguna manera”.
La sensación que este adolescente tenía muy a
menudo –prosigue su madre- “era como estar frente a una fuente que lleva su
alma a lo alto. Decía que
era como ser transportado. Cristo en la Eucaristía lo capturó. Sí,
creo que Carlo tuvo visiones de Jesús y María, pero no les dio mucha
importancia. Él lo tenía muy arraigado. Hubo un tiempo, sin embargo, que nos
dijo que tenía una visión de mi padre, su abuelo, con quien estaba muy cercano,
pero que había muerto. Nos dijo que su abuelo vino a él y le pidió que rezara
por él porque estaba en el purgatorio. Entonces, a partir de ahí, Carlo comenzó a orar por las
almas del purgatorio, siempre, siempre, siempre rezaba por estas almas y
buscaba indulgencias por ellas. Él siempre decía que debemos rezar por
las pobres almas del purgatorio, que no debemos olvidarlas y que nos ayudarán
mucho”.
Un hijo de su tiempo
Sin embargo, Antonia insiste en que “no hay que mirar a Carlo como
alguien perfecto. Era un hijo de su tiempo. Jugaba con su PlayStation… Pero
también entendió que estas cosas, como el ordenador o la Play, podrían acabar
ejerciendo una especie de ‘tiranía’ sobre su alma”. Por ello, él mismo llegó a
la conclusión de que no debía jugar más de una hora a la semana a su Play, por
ejemplo.
Era consciente de sus imperfecciones. Sabía que era muy hablador,
sobre todo en clase, motivo por el cual le corregían a menudo sus profesores.
También era una persona muy divertida, hacía caricaturas, pero “también supo
que tenía que moderar esto para hacerlo en el momento adecuado”. Igualmente, le
encantaba comer, a veces demasiado, y quiso imponerse a sí mismo más templanza
para comer y disfrutar de la comida. Estos son sólo algunos ejemplos que
muestran que Carlo Acutis era un adolescente con muchas preocupaciones y
problemas parecidos a las demás personas de su generación.
Sobre las virtudes de su hijo, Antonia señala que
“Carlo era consciente, muy consciente, de las luchas de los demás. Era como si
pudiera ver qué pecados llevaban las personas con ellas, y siempre trataba de
ayudarlos, a sus amigos, con sus luchas con la pureza y experimentando con las
drogas. Siempre trató de ayudarlos. Había muchos de sus amigos, personas que lo
conocían, que presenciaron esto. Era un líder cuando hablaba, porque cuando
hablaba, estaba lleno de Dios.
Él siempre decía que trataba de vivir en la presencia de Dios. Tenía una forma
especial de acercarse a las personas, creo, debido a esto”.
Su gran prioridad
“Jesús fue su primera prioridad. A Carlo también le gustaba
hacer las cosas a su alrededor más bellas. Cuando era pequeño e íbamos al mar
llevaba sus gafas de bucear con él y se convertía en un juego el ‘ir a buscar’
basura en el fondo del mar. A menudo llevaba a los perros a pasear por el
parque y recogía la basura que había allí. Pequeñas cosas para mejorar su rincón del mundo”, recuerda
su madre.
Por otro lado, Antonia informa también que “muchas personas se convirtieron
debido a su ejemplo o sus conversaciones. Realmente vivió lo que
predicó, un testigo. Así es como él también se acercó a su sufrimiento”.
"La
muerte es el comienzo de una nueva vida", era la frase que decía este
adolescente. Y su madre cuenta que “él creía que los sacramentos eran la
misericordia de Dios para permitir nuestra capacidad de llevar nuestros
sufrimientos. Antes de morir, me dijo: ‘Mamá, me gustaría dejar este hospital, pero
sé que no lo haré con vida. Sin
embargo, te daré señales de que estoy con Dios’. Carlo sabía que su
vida se había vivido plenamente. Él dijo: ‘Muero feliz, porque no pasé mi vida
desperdiciando mi tiempo en cosas que no agradaban a Dios’. Siempre estaba
tratando de sonreír, tratando de no quejarse. Cuando su médico le preguntaba si
estaba sufriendo, él decía: ‘Sé
que hay otros que están sufriendo más’.
Su madre prosigue este testimonio contando que “al
final de su vida era incapaz de moverse, estaba muy débil. Y lo que hacía era preocuparse por las enfermeras
que tendrían que levantarlo, porque era demasiado pesado para ellas”.
La enseñanza a su madre antes de
morir
Ante el momento de que tuviera que afrontar la
muerte de un hijo, un día Carlo le dijo a su madre: “’El Gólgota es para todos. Nadie escapa de la cruz’. Me
convenció de esto: si soy un buen católico, ¿cómo puedo tenerle miedo? Cuando
murió Carlo tenía amigos míos que estaban muy enfadados con Jesús. Ellos dec:
“Tengo un abuelo que tiene 90 años. ¿Por qué Jesús llevaría a Carlo antes que
él? Sin embargo, Carlo estaba listo. Tener una vida larga no significa que esto
sea algo bueno, uno puede vivir mucho tiempo y vivir mal. Dios, sin embargo,
escribe derecho con renglones torcidos. Carlo me enseñó a mirar esto a través
de los ojos de la fe”.
Javier Lozano
Fuente: ReL