Fuera
de cálculo
Hola,
buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Ayer
tuvimos cocina, y nos tocó hacer dos cosas que siempre me desconciertan: para
comer, arroz; y para cenar, sopa de fideos.
¿Por
qué me desconciertan? ¡Soy un desastre calculando! Con el arroz parece que
echas poco y, de repente, tienes para un regimiento; y con los fideos, como
parecen tan poca cosa, tiendo a echar de más, consiguiendo hacer una auténtica
masa de fideos bastante parecida al cemento.
¿Sabes
que el arroz triplica su tamaño y la pasta lo duplica? Sin embargo, habrás
comprobado que la carne, el pescado... se reducen. Es importante tener esto en
cuenta para no llevarte sorpresas en el resultado.
Los
alimentos son los mismos antes y después, pero es impresionante ver cómo la
cocción hace que parezcan tan diferentes, aumentando o disminuyendo su peso y
volumen.
A
lo largo de la vida cada uno “cocemos” a diferente temperatura y con distintos
condimentos: una familia, circunstancias, lugar, historia... que hacen que nos
comportemos de maneras diferentes, aumentando nuestro tamaño o disminuyéndolo
según lo que hemos vivido. Así nos encontramos con personas que parecen duras
como el cemento; otras, densas; otras parecen disminuir y desaparecer...
Pero
lo que sí tenemos todos en común es la vida: a cada uno nos tocará vivir
distintas circunstancias, pero todos tenemos un Dios que nos ama de una manera
única e incondicional. Para Él somos hijos amados. Él cuenta con que vamos a
pasar a lo largo de la vida por distintas cocciones, pero lo que todos tenemos
en común es que nos ha puesto una semilla de Amor dentro, y esto es lo que hace
poder transformar cualquier comida.
Por
ello, el que tengas en frente, esté viviendo las circunstancias que esté
viviendo, es un hermano que camina contigo y también vive en esta gran cocina.
Lo importante no es ser una cosa u otra, sino estar feliz con lo que eres.
Hoy
el reto del amor es que mires a esa persona que tienes cerca y que te cuesta
porque se ha convertido en “cemento”, o en ese pescadito consumido a tus
ojos... pídele al Señor verla con Sus ojos, desde el Amor, invítale a comer
algo, a tomar un café, y déjale que comparta su historia de “cocción” contigo.
Pondrás verla de una manera nueva. Ama su historia y descubrirás que, desde el
amor, se podrá transformar la comida.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma