Ataque
a traición
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Desde
hace un tiempo, estamos tratando de “construir” un pequeño taller en la
boardilla. Este espacio era el antiguo noviciado del Monasterio, así que, en
realidad, se trata de reformar una de las viejas celdas.
El
otro día estuvimos pintando las paredes de blanco, y no sabes lo que puede una
llegar a valorar la pintura del convento: ¿sabes lo que cuesta pintar la
pared... y no pintar el suelo?
Ahí
estaba yo, que si ahora de rodillas, que si ahora de pie, “ale, para arriba”,
“ale, para abajo” y... ¡chof!
¡¡Horror!!
Con tantas idas y venidas, había dejado el cubo de pintura a mi espalda y, al
agacharme... ¡¡había metido todo el bajo de la bata dentro!!
Admito
que la situación era muy cómica, así que solo pude reírme...
Y
es que, dejarse el cubo de pintura atrás, ¡puede ser terrible! De pronto, esto
me recordó el comentario que nos hizo una vez nuestro sacerdote:
“Jesús
dijo: ‘Yo soy el Camino’. Así pues, si le adelantas, tienes un problema
porque... ¡no hay camino!”.
A
veces ir detrás del Señor puede ser complicado: saber esperar Sus tiempos,
buscar Sus huellas... Parece que es mucho más efectivo lanzarnos a la
actividad, pero entonces es muy fácil olvidarle a nuestra espalda. Y entonces
sí que puede ser un caos, pues te quedas sin camino.
En
el día a día, puedes actuar por impulso o medir cada uno de tus movimientos; si
no vas de la mano de Cristo, se quedará todo en planes humanos. Sin embargo,
con Jesucristo, ¡hasta hacer una tortilla se convierte en un acto especial, en
ocasión de amar, en Historia de Salvación!
Si
cuentas con Cristo, no irás manchando o goteando, sino que blanquearás todo a
tu alrededor.
Hoy
el reto del amor es preguntar al Señor antes de actuar. Vale, sí, en medio del
ajetreo de la jornada es fácil olvidarse... ¡como me pasó a mí con el cubo de
pintura! Por ello te invito a que te pongas una señal (puede ser una estampa,
un post-it, ¡cualquier cosa!) que te recuerde, al menos una vez a lo largo del
día, antes de ponerte en marcha, preguntar: “¿Qué quieres que hagamos, Señor?”
¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma