“Es de esperar que los lugares de atención sean cada
vez más casas de acogida y de confort, donde el enfermo encuentre amistad,
comprensión, gentileza y caridad”
Audiencia del Papa al Grupo Villa María care and research (Vatican Media) |
Al recibir al Grupo Villa María care and research, una
realidad que opera en el sector de la salud, el Papa Francisco manifestó su
esperanza en una nueva cultura al servicio de la vida humana, centrada en la
preparación técnica y moral de los trabajadores de la salud
Al dar su cordial bienvenida a los casi doscientos
cincuenta representantes del Grupo Villa María – médicos, enfermeras, personal
administrativo y gerentes – el Santo Padre agradeció ante todo a su Presidente
las palabras que le había dirigido en nombre de los presentes. Y tras escuchar
la ilustración de los objetivos e intenciones que animan la vida de este Grupo,
activo desde hace cuarenta años en el sector de la sanidad y al servicio de la
salud de las personas, el Papa se congratuló en su discurso por el dinamismo que los ha llevado a
extender su actividad, además de a Italia, a otros países, y siempre al
servicio de la vida humana marcada por la enfermedad.
Por esta razón Francisco los animó a perseverar “con
dedicación en las obras que han emprendido”, y les manifestó su esperanza a fin
de que “sus estructuras, lugares de sufrimiento pero también de esperanza y de
experiencia humana y espiritual, estén cada vez más marcadas por la solidaridad
y el cuidado de la persona enferma”.
Una nueva
cultura
El Papa puso de manifestó que la evolución tecnológica
y los propios cambios de naturaleza social, económica y política han modificado
el tejido sobre el que descansa la vida de los hospitales y las estructuras de
atención de la salud. Y les recordó que “de ahí la necesidad de una nueva
cultura, especialmente en la preparación técnica y moral de los trabajadores de
la salud a todos los niveles”.
En esta perspectiva, el Santo Padre les dijo que es
importante lo que el Grupo Villa María ha realizado hasta ahora para satisfacer
las necesidades de los pacientes y sus familias, que a veces se ven obligados a
emigrar a centros especializados lejos de su propio territorio. Sin embargo, el
compromiso de ampliar el ámbito de actuación con la adquisición o creación de nuevas
estructuras y la ampliación de las infraestructuras – prosiguió Francisco
– “muestra la voluntad de asegurar el equipamiento y el confort necesarios para
los enfermos y su recuperación”.
“Es de esperar que los lugares de atención sean cada
vez más casas de acogida y de confort, donde el enfermo encuentre amistad,
comprensión, gentileza y caridad”
El enfermo no es un número: es una persona que
necesita humanidad. En este sentido, es necesario estimular la
colaboración de todos, para salir al encuentro de las necesidades de los
enfermos con espíritu de servicio y actitud de generosidad y sensibilidad. Esto
no es fácil, porque el enfermo se encuentra mal, y pierde la paciencia y está
"fuera de sí" muchas veces.
Espíritu de
servicio y actitud de generosidad
En este sentido, es necesario estimular la
colaboración de todos, para atender las necesidades de los enfermos con
espíritu de servicio y actitud de generosidad y sensibilidad. Para lograr estos
objetivos, es necesario no dejarse absorber por los "sistemas" que
sólo apuntan al componente económico-financiero, sino actuar un estilo de
proximidad a la persona, para poder asistirla con calor humano frente a las
ansiedades que la afectan en los momentos más críticos de la enfermedad. De
esta manera se contribuye concretamente a humanizar la medicina y la realidad
hospitalaria y sanitaria.
He dicho una palabra: proximidad. No debemos
olvidarla. La proximidad también es – digamos así – el método que Dios usó para
salvarnos. Ya al pueblo judío le dijo: "Dime, ¿qué gente tiene a sus
dioses tan cercanos, tan próximos como tú me tienes a mí?". El Dios de la
proximidad se hizo próximo en Jesucristo: uno de nosotros.
“La proximidad es la clave
de la humanidad y del cristianismo”
Seguir a Jesús
en la atención al otro
El Papa también destacó que quienes se reconocen en la
fe cristiana están llamados a realizar su servicio según el espíritu de las
palabras de Jesús: "Todo lo que han hecho a uno solo de estos, mis
hermanos más pequeños, me lo han hecho a mí". Y les dijo que ahí está la
base evangélica del servicio a los demás. De manera que los enfermos y los que
sufren se convierten para los que tienen fe en signos vivos de la presencia de
Cristo, el Hijo de Dios, que vino para sanar y curar, asumiendo sobre sí
nuestra fragilidad, nuestra debilidad.
“Cuidar del hermano que
sufre significará, en este sentido, hacer sitio al Señor”
El hombre que
sufre
Además el Papa afirmó que de los lugares de curación y
de dolor también viene un mensaje para la vida de todos; una gran lección que
ninguna otra cátedra puede impartir, y es que “el hombre que sufre, de hecho,
comprende más la necesidad y el valor del don divino de la redención y de la
fe, y también ayuda a los que están cerca de él a apreciar y buscar este don”.
Cercanía del
Papa a los enfermos
Por último, y después de expresar su cercanía a los
enfermos y a las personas que se encuentran ingresadas en sus estructuras,
Francisco les dijo que se unía a todos ellos en su expectativa de curación,
compartiendo espiritualmente su prueba y esperando que pronto termine, para que
todos puedan volver a su hogar y a su familia lo antes posible.
“Para ellos invoco del Señor los dones de la paciencia
y la confianza, junto con tanta fuerza de resistencia, para ser siempre dóciles
a la voluntad de Dios, confiando en su bondad paterna y providente”
María, salud de
los enfermos
Y a todos ellos, a quienes llamó “queridos amigos”, el
Santo Padre les renovó su aprecio por su servicio a los enfermos, a la vez que
encomendó su trabajo a la intercesión maternal de la Virgen María Salus
infirmorum, mientras de corazón les impartió su bendición apostólica y les
pidió, por favor, que no se olviden de rezar por él.
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