Domingo VII (Ciclo A)
MONICIÓN DE ENTRADA
Buenos
días, sed bienvenidos a la Acción del gracias del Señor.
Cada
vez que nos reunimos en torno al Altar para celebrar la Eucaristía, nos
constituimos en Asamblea santa, en Pueblo sacerdotal, Pueblo escogido por el
Señor para ser servidores de su Reino.
Es
una gracia inmerecida que el Señor se haya fijado en cada uno de nosotros y nos
haya hecho participes de su intimidad y de su misión.
Preparémonos
para escuchar su Palabra y para gustar el Pan de vida que parte con nosotros en
esta celebración.
MONICIÓN A LAS LECTURAS
Hoy
seguimos escuchando el Sermón del Monte en el que Jesús proclamando la nueva
ley que concreta y radicaliza el mandamiento del amor.
Ante
unas exigencias tan extremas y conocedores de nuestra debilidad, tenemos la tentación
de hacer oídos sordos a sus palabras; y pensar que sus mandatos no pueden ser
para nosotros.
Demos
fe a sus palabras. Dejamos que ellas conformen nuestras vidas para dar
testimonio del Padre.
Escuchemos
con atención las lecturas que la Liturgia hoy nos ofrece.
ORACIÓN DE LOS FIELES
A
cada suplica respondemos: Padre, atiende nuestra oración.
- Por
todos los que formamos la Iglesia, para que no rebajemos la exigencia cristiana
y aspiremos a ser santos como nuestro Dios es santo. OREMOS.
- Por
los poderosos, por los que tienen algún tipo de influencia en nuestro mundo,
para que asuman sus responsabilidades y busquen el bien común. OREMOS.
- Por
quienes viven en soledad, por los que carecen de de afecto y amor, para que por
el cariño y cercanía de los cristianos se sientan queridos por Dios. OREMOS.
-
Por las víctimas del mal, por los que sienten rencor y odio por sus verdugos,
para que encuentren la paz en Cristo y se abran a la gracia del perdón. OREMOS.
-
Por todos los que celebramos esta Eucaristía, para que aspiremos a la
perfección de amor a la que Jesús nos llama. OREMOS.
ORACIÓN FINAL
Señor,
nos desconciertan tus palabras:
“Sed
perfectos como vuestro Padre es perfecto”.
“Sed
santos como yo soy santo”.
Señor,
nos pides algo
que
no entra en nuestros planes,
algo
que incluso supera nuestras fuerzas.
¿Cómo
podemos ignorar
nuestra
impotencia y debilidad?
¿Cómo
podremos llegar a ser santos
como
tú lo eres, Señor?
Y,
sin embargo, algo traemos a la memoria:
Tú
no pides nada que no lo hayas dado.
Tú,
en el bautismo, nos has infundido tu Espíritu,
ese
Espíritu del Padre que nos asemeja a Ti.
Te
pedimos, Señor, Jesús,
que
nos ayudes a contar siempre con tu gracia,
y a
no confiar en nuestros buenos propósitos,
en
nuestras fuerzas y capacidades.
Haz
que tu amor fluya por nosotros,
para
que sea él el que nos lleve más allá
de
nuestras medidas y previsiones.
Señor,
que sea él el que nos haga santos,
para
que amando como Tú nos amas,
nuestros
amigos y vecinos te glorifiquen a Ti.
Gracias,
Jesús, porque cuentas con nosotros.