San Francisco fue beatificado por el Papa Alejandro VII en
el 1661, y el mismo Papa lo canonizó en el 1665, a los 43 años de su muerte
Dominio público |
Escribía como un ángel.
De forma, que los franceses lo tienen entre sus clásicos de literatura.
Montañés de cuerpo
entero, nacido en los Alpes, en el castillo saboyano de Sales. Familia
exquisita. Le llevan a estudiar a la universidad de París. Luego a Padua.
Canónigo de Annecy, obispo auxiliar de Ginebra, líder de debates con los
protestantes, apóstol de la región de Chablais. Vuelve a París, trata con san
Vicente de Paul, en todas partes se le recibe con entusiasmo.
Hay un libro:
"Introducción a la vida devota", cuarenta ediciones en vida del
autor, y en aquello tiempos. Un libro utilizado muchísimo tiempo como lectura
espiritual.
"¿No es una
barbaridad -decía él- querer desterrar la vida devota del cuartel de los
soldados, del taller de los artesanos, del palacio de los príncipes, del hogar
de los casados?"
Hay una amistad que no
se puede olvidar: la que mantuvo con Juana Chantal; con ella fundó la Orden de
la Visitación.
Una virtud: la dulzura
de este hombre, de quien dicen que en su juventud tenía tan mal genio.
Respecto a esto, es una
constante en la biografía de todo santo su lucha ascética a fin de aumentar su
capacidad de autodominio. Pero para demostrar que esta virtud no se consigue de
la noche a la mañana, he aquí un detalle precisamente referida a nuestro santo.
Se cuenta que al hacerle
al autopsia, le encontraron su hígado endurecido como un piedra. Esto se
explica por la enorme violencia que tuvo que hacerse este hombre de fuerte
carácter para hacerse y aparecer amable, delicado y bondadoso en el trato.
Esa dulzura de la que
hablamos antes, no le fue fácil conseguirla.
San Francisco de Sales
escribió: "No nos enojemos en el camino unos contra otros; caminemos con
nuestros hermanos y compañeros con dulzura, paz y amor; y te lo digo con toda
claridad y sin excepción alguna: no te enojes jamás, si es posible; por ningún
pretexto des en tu corazón entrada al enojo"
Fuente: EWTN