LA VOLUNTAD DE DIOS
II. Manifestaciones
del querer de Dios. El cumplimiento de los propios deberes.
III. Buscar en
la oración los planes de Dios sobre nosotros.
“En
aquel tiempo, llegan la madre y los hermanos de Jesús, y quedándose fuera, le
envían a llamar. Estaba mucha gente sentada a su alrededor. Le dicen: «¡Oye!,
tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan».
Él les
responde: «¿Quién es mi madre y mis hermanos?». Y mirando en torno a los que
estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: «Éstos son mi madre y mis
hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi
madre»” (Marcos
3,31-35).
I.
Todo el que haga la voluntad de mi Padre que está en los Cielos, ése es mi
hermano y mi hermana y mi madre, respondió Jesús al que le avisaba que Su Madre
le buscaba. Es la nueva familia de Cristo, con lazos más fuertes que los de la
sangre, y a la que pertenece María en primer término, pues nadie cumplió jamás
la voluntad divina con más amor y más hondura que Ella.
Nosotros
tenemos la inmensa alegría de poder pertenecer, con lazos más fuertes que los
de la sangre, a la familia de Jesús, en la medida que cumplimos la voluntad
divina. Hoy podemos examinar si deseamos cumplir siempre lo que Dios quiere de
nosotros, en lo grande y en lo pequeño, en lo que es grato y en lo que nos
desagrada, y pedir a Nuestra Señora que nos enseñe a amar esta santa voluntad en
todos los acontecimientos, también en aquellos que nos cuesta entender o
interpretar adecuadamente.
II.
Si nosotros queremos imitar a Cristo, nuestra actitud debe ser amar lo que Dios
quiere, que entendámoslo o no, es siempre el camino que conduce al Cielo, el
fin de nuestra vida. Él sólo desea nuestro bien. Dios manifiesta Su voluntad a
través de los Mandamientos que son la expresión de todas las obligaciones y la
norma práctica para que nuestra conducta esté dirigida a Dios. Dios también se
manifiesta a través de las indicaciones, consejos y Mandamientos de nuestra
Madre la Iglesia; de los consejos recibidos en la dirección espiritual; de las
obligaciones del propio estado, y en aquellos sucesos que Él permite.
Hay
una providencia oculta detrás de cada acontecimiento: todo está ordenado y
dispuesto para que sirva al bien de todos. Obtendremos muchos frutos
espirituales si nos acostumbramos a hacer actos de identificación con la
voluntad de Dios en lo grande y en lo pequeño: “Jesús, lo que Tú quieras... yo
lo amo”
III.
Cuando veamos que Dios quiere algo de nosotros, debemos hacerlo con prontitud y
alegría. Porque muchos se rebelan cuando los proyectos del Señor no coinciden
con los suyos; otros solamente se resignan como un simple doblegarse porque no
hay otro remedio, sin amor. El Señor quiere que amemos el santo abandono,
confiando plenamente en nuestro Padre Dios, sin dejar de poner, por otra parte,
los medios que el caso requiera.
Siempre
recordemos la alabanza de Jesús a su Madre: “¡El que cumple la voluntad de mi
Padre, ése –ésa- es mi madre” (J ESCRIVÁ DE BALAGUER, Surco)
Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.
Fuente: Almudi.org