El
valor de un “te quiero”
Hola,
buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Antes
de entrar en la iglesia hay un corcho y una pizarra blanca. Es un sitio
estratégico, por donde todas pasamos a diario y podemos parar a leer.
En
el corcho se ponen circulares y cartas un poco más serias, que a menudo tienen
letra diminuta; a veces no me doy cuenta cuando añaden alguna, si la leo es con
un golpe de vista rápido, me voy al final o a lo resaltado en negrita.
La
pizarra blanca, por el contrario, cada vez que tiene un mensaje, atrae nuestra
atención, pues es algo escrito por la Priora: anuncia el horario de un día de
fiesta, el día que tenemos retiro... Siempre se nos va la mirada a ella porque,
si hay algo escrito, es que tiene consecuencias en nuestro día a día. Sencillo,
claro y alegre, porque siempre está escrito con rotulador de color.
Muchas
veces mandamos largas “circulares oficiales” diciendo a los más cercanos lo de
siempre: ordena tu habitación, vuelve pronto, no te olvides de... Circulares
que ponen en el corcho y apenas llegan a leer, porque parecen decir siempre lo
mismo.
Pero
hay una pizarra blanca que nunca falla, que no se olvida, y es aquella en la
que escribes desde el corazón un “te quiero”, “eres importante para mí”, “eres
especial”... Cuando nos dicen esto de corazón, fijamos la atención, asimilamos
el mensaje y caminamos de forma diferente.
Cristo,
a lo largo del día, nos escribe mensajes poniendo en nuestro camino personas,
una Palabra de aliento... dándose a sí mismo en la Eucaristía, porque Jesús
vive con nosotros y nos escribe por medio de lo que estamos viviendo; nuestra
realidad no es ajena a Él. Cristo está contigo, a tu lado.
Hoy
el reto del amor es que escribas una nota a alguien de tu casa diciéndole que
le quieres, y que se la encuentre a lo largo del día, cuando esté en el
colegio, en el trabajo... Puede ser algo escrito en la fruta de la merienda,
una nota en el estuche, en el bolso... y, si no te da tiempo a hacerlo, manda
un WhatsApp con un “te quiero”. Primero envía lo que tienes en el corazón,
después acogerá el resto.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma