Este año se puso de moda
una basada en el profeta Daniel....

Cuando
el profeta y sus compañeros fueron tomados prisioneros por los ejércitos de
Nabucodonosor, prefirieron hacer una abstinencia de purificación comiendo solo
legumbres y bebiendo solo agua antes de comer el vino y la comida que les
ofrecía el rey.
“Te ruego que pongas a
prueba a tus siervos por diez días, y que nos den legumbres para comer y agua
para beber. Que se compare después nuestra apariencia en tu presencia con la
apariencia de los jóvenes que comen los manjares del rey, y haz con tus siervos
según lo que veas. Los escuchó, pues, en esto y los puso a prueba por diez
días. Al cabo de los diez días su aspecto parecía mejor y estaban más rollizos
que todos los jóvenes que habían estado comiendo los manjares del rey” (Dn. 1, 12-15).
Se
debe destacar que el término “legumbres” viene del hebreo zerô’îm: plantas,
verduras; yârâq: verdes y del griego lájanon: hierbas de jardín u hortalizas.
Por lo tanto el profeta se alimentó de vegetales o verduras y agua.
En
base a esta historia del Antiguo Testamento se ha elaborado esta dieta,
rebautizada la “dieta de Dios”, “dieta de la Biblia” o “ayuno de Daniel”, que
está compuesta el 70 por ciento de frutas y verduras y en un 30 por ciento de
proteínas magras y granos enteros, bebiendo solamente agua.
Todo
esto, claramente, sazonado con oración, porque lo importante es el sacrifico
personal renunciando a algunos placeres de la alimentación para profundizar la
relación con Dios.
Y
esto es la gran particularidad de esta dieta que mediante el sacrificio como
ofrenda y la oración creamos un vínculo, un dialogo entre Dios y nosotros, pero
antes de hacer cualquier tipo de dieta, se recomienda siempre la vista médica,
no todos tenemos un organismo o la salud adecuada para ciertos tipos de dieta.
Lo importante como decía el padre de la medicina Hipócrates: “Que tu alimento
sea tu medicina, y tu medicina tu alimento”
María Paola Daud
Fuente:
Aleteia