Este 25 de diciembre, el deseo de Navidad del
Papa Francisco es que el Emmanuel “sea luz para toda la humanidad herida”, que
“ablande nuestro corazón egoísta” y que nos haga “instrumentos de su amor”
Este mediodía el Papa Francisco ha
pronunciado desde el Balcón central de la Basílica Vaticana su tradicional
Mensaje navideño y ha impartido la Bendición “Urbi et Orbi” (a la ciudad y al
mundo). “En el seno de la madre Iglesia, esta noche ha nacido nuevamente el
Hijo de Dios hecho hombre. Su nombre es Jesús, que significa Dios salva. El
Padre, Amor eterno e infinito, lo envió al mundo no para condenarlo, sino para
salvarlo”. Con estas palabras, el Santo Padre comenzaba su Mensaje de Navidad
ante los fieles de Roma, los peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro, y
todas las personas que desde todas las partes del mundo han seguido el mensaje
a través de los medios de comunicación.
Cristo, luz del mundo
El Papa ha explicado que Jesús es “luz del
mundo” y citando las palabras del profeta Isaías: «El pueblo que caminaba en
tinieblas vio una luz grande» (Is 9,1) expresa que aunque haya tinieblas
en los corazones humanos, en las relaciones personales, familiares y sociales o
en los conflictos económicos, geopolíticos y ecológicos “más grande es la luz
de Cristo”.
Luz en medio de los conflictos y la guerra
Entre los deseos del Papa para esta Navidad
está la paz para los niños de Oriente Medio: “Que Cristo sea luz para tantos
niños que sufren la guerra y los conflictos en Oriente Medio y en diversos
países del mundo”. En concreto, el Papa ha pedido que la Luz de Cristo “sea
consuelo para el amado pueblo sirio, que todavía no ve el final de las
hostilidades que han desgarrado el país en este decenio” también que “remueva
las conciencias de los hombres de buena voluntad” y que “inspire a los
gobernantes y a la comunidad internacional para encontrar soluciones que
garanticen la seguridad y la convivencia pacífica de los pueblos de la región”.
No se ha olvidado del pueblo libanés, para el
que ha pedido “apoyo” para que pueda salir de la crisis actual. Pero también
está en su pensamiento Tierra Santa, la tierra de nuestro Salvador y tierra
“donde continúa la espera de tantos que, incluso en la fatiga, pero sin
desesperarse, aguardan días de paz, de seguridad y de prosperidad”. El Papa
tampoco se ha olvidado de Irak, para el que ha pedido “consolación” ante las
fuertes tensiones sociales que atraviesa, y por último ha pedido por Yemen,
para que se ponga fin a la grave crisis humanitaria.
Luz en medio de las tensiones políticas y sociales
El continente americano también está entre
sus deseos natalicios. “Que el pequeño Niño de Belén sea esperanza para todo el
continente americano, donde diversas naciones están pasando un período de
agitaciones sociales y políticas”. El Papa pide al Niño Jesús que reanime al
querido pueblo venezolano, pero también pide que sea luz para la querida
Ucrania, “que aspira a soluciones concretas para alcanzar una paz duradera”.
Luz en medio de la pobreza y la migración
Finalmente, el Papa ha pedido por los países
africanos donde se siguen viviendo situaciones sociales y políticas que a
menudo obligan a las personas a emigrar, privándolas de una casa y de una
familia. “Que haya paz para la población que vive en las regiones orientales de
la República Democrática del Congo, martirizada por conflictos persistentes”
dice Francisco, a la vez que pide consuelo “para cuantos son perseguidos a
causa de su fe, especialmente los misioneros y los fieles secuestrados, y para
cuantos caen víctimas de ataques por parte de grupos extremistas, sobre todo en
Burkina Faso, Malí, Níger y Nigeria”.
Que Jesús sea defensa ante las injusticias
Francisco además desea que el nacimiento del
Hijo de Dios traiga este año defensa y apoyo para cuantos, a causa de las
injusticias, deben emigrar con la esperanza de una vida segura: “La injusticia
– dice el Papa – los obliga a atravesar desiertos y mares, transformados en
cementerios. La injusticia los fuerza a sufrir abusos indecibles, esclavitudes
de todo tipo y torturas en campos de detención inhumanos. La injusticia les
niega lugares donde podrían tener la esperanza de una vida digna y les hace
encontrar muros de indiferencia”.
Por último, el Santo Padre ha expresado su
esperanza en que el Emmanuel ablande nuestro corazón, “a menudo endurecido y
egoísta” y nos haga instrumentos de su amor. En cambio, a nosotros, nos ha
exhortado “a dar esperanza al mundo, anunciando con palabras y sobre todo con
el testimonio de nuestra vida que nació Jesús, nuestra paz”.
Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano
Vatican News