Han
pasado 50 años. Era el 13 de diciembre de 1969: Jorge Mario Bergoglio, sólo
cuatro días antes de cumplir 33 años, fue ordenado sacerdote
Una
vocación nacida en la experiencia del perdón de Dios que para Francisco se ha
transformado en vida sacerdotal para donar con alegría y sencillez. El
sacerdote, afirma el Papa, vive en medio de la gente con el corazón
misericordioso de Jesús.
Han
pasado 50 años. Era el 13 de diciembre de 1969: Jorge Mario Bergoglio, sólo
cuatro días antes de cumplir 33 años, fue ordenado sacerdote. Su vocación se
remonta al 21 de septiembre de 1953, en la memoria de San Mateo, el publicano
convertido por Jesús: durante una confesión tuvo una profunda experiencia de la
misericordia de Dios. Fue una alegría inmensa que lo lleva a tomar una decisión
"para siempre": ser sacerdote.
Es tiempo de misericordia
Es
precisamente la Divina Misericordia la que caracteriza toda su vida sacerdotal.
Los sacerdotes -afirma- sin hacer ruido dejan todo para dedicarse a la vida
cotidiana de las comunidades, dando a los demás su propia vida, "se
conmueven ante las ovejas, como Jesús, cuando veía a las personas cansadas y
agotadas como ovejas sin pastor". Así, a imagen del buen Pastor, el
sacerdote es hombre de misericordia y de compasión, cercano a su gente y servidor
de todos. Éste es un criterio pastoral que quisiera subrayar bien: la cercanía.
La proximidad y el servicio, pero la proximidad, la cercanía... Quien sea que
se encuentre herido en su vida, de cualquier modo, puede encontrar en él
atención y escucha... ¡Se necesita curar las heridas, muchas heridas! Este
-recuerda - es el tiempo de la misericordia (Discurso a los párrocos de Roma, 6
de marzo de 2014).
Hombre de la Eucaristía:
en el centro está Jesús
El
sacerdote – dice Francisco – es un hombre descentrado de sí mismo, porque al
centro de su vida no está él sino Cristo. Por esto agradece a los sacerdotes
por la celebración cotidiana de la Eucaristía: “En la celebración eucarística
encontramos cada día nuestra identidad de pastores. Cada vez podemos hacer
verdaderamente nuestras las palabras de Jesús: «Esto es mi cuerpo que se
entrega por vosotros». Este es el sentido de nuestra vida, son las palabras con
las que, en cierto modo, podemos renovar cotidianamente las promesas de nuestra
ordenación”. (Homilía para el Jubileo de los sacerdotes, 3 junio 2016)
La vida sacerdotal en el
confesionario
Al
servicio de Dios y de su pueblo, el sacerdote desarrolla una parte importante
de su misión en el confesionario, donde puede dispensar el exceso de la
misericordia de Dios. Exhorta a los sacerdotes a no ser rigoristas ni laxista.
“Que haya diferencias de estilo entre los confesores es normal, pero estas
diferencias no pueden referirse a la esencia, es decir, a la sana doctrina
moral y a la misericordia”. Ni el laxista ni el rigorista se hacen cargo de la
persona que encuentran. “El rigorista se lava las manos: en efecto, la clava a
la ley entendida de modo frío y rígido”. También el laxista, “se lava las
manos: sólo aparentemente es misericordioso, pero en realidad no toma en serio
el problema de esa conciencia, minimizando el pecado. La misericordia
auténtica se hace cargo de la persona, la escucha atentamente, se
acerca con respeto y con verdad a su situación, y la acompaña en el camino de
la reconciliación”. (Discurso a los párrocos de Roma, 6 de marzo de 2014)
La oración, María y la
lucha contra el diablo
El
sacerdote – subraya el Papa – es en primer lugar hombre de oración. Es de la
intimidad con Jesús que brota la caridad. Es la unión con Dios que hace
vencer las innumerables tentaciones del mal. El diablo existe, no es un mito –
recuerda a menudo – es astuto, mentiroso, engañador. Francisco invita a mirar a
María, a rezar el Rosario cada día, sobre todo en este periodo, para proteger a
la Iglesia de los ataques del diablo que quiere traer división. “Mirar a María
es volver a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño”.
(Carta a los sacerdotes en el 160° aniversario de la muerte del Cura de Ars)
Los pobres y el juicio
final
La
espiritualidad del sacerdote se encarna en la realidad de la vida cotidiana -
observa Francisco - y se convierte en una voz profética frente a la opresión
que pisotea a los pobres y a los débiles: la Iglesia «no puede ni debe quedarse
al margen en la lucha por la justicia»., relegando la religión, como algunos
quisieran, “a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la
vida social y nacional” (Evangelii gaudium, 183) porque el Reino de Dios inicia
aquí en la tierra y es aquí que encontramos a Jesús: el juicio final se
centrará precisamente en lo que hemos hecho a Cristo en los pobres, en los
enfermos, en los extranjeros, en los encarcelados (Mt 25). Seremos juzgados por
el amor: pero no puede haber amor sin justicia, como decía San Juan Pablo II.
Sacerdotes que dan la vida
y el escándalo de los abusos
El
Papa no calla sobre la "monstruosidad" de los abusos cometidos por
los sacerdotes, repite siempre su cercanía a las víctimas, pero también piensa
en los muchos buenos sacerdotes que soportan la carga de los crímenes que no
han cometido: “sería injusto no reconocer a tantos sacerdotes que, de manera
constante y honesta, entregan todo lo que son y tienen por el bien de los
demás”. Esos sacerdotes que “hacen de su vida una obra de misericordia en
regiones o situaciones tantas veces inhóspitas, alejadas o abandonadas incluso
a riesgo de la propia vida”. El Papa les agradece por el “valiente y constante
ejemplo” e invita a nos desalentarse porque “el Señor está purificando a
su Esposa y nos está convirtiendo a todos a Sí”. (Carta a los sacerdotes en el
160 aniversario de la muerte del Cura de Ars).
El cansancio bueno de los
sacerdotes
“Sabéis
cuántas veces pienso en esto: en el cansancio de todos vosotros. Pienso mucho y
ruego a menudo, especialmente cuando el cansado soy yo. Rezo por los que
trabajáis en medio del pueblo fiel de Dios que os fue confiado, y muchos en
lugares muy abandonados y peligrosos. Y nuestro cansancio, queridos sacerdotes,
es como el incienso que sube silenciosamente al cielo. Nuestro cansancio va
directo al corazón del Padre”. Es un cansancio bueno aquel que viene del estar
en medio de la gente: “Es el cansancio del sacerdote con olor a oveja”, con la
conciencia de que “solo el amor descansa” (Homilía en la Misa Crismal, 2 de
abril 2015)
Homilías breves que hacen
arder los corazones
La
importancia de la homilía ha sido subrayada muchas veces por Francisco, que
exhorta encarecidamente a los sacerdotes a que la preparen bien. Invita a dar
breves homilías que no sean ni un espectáculo ni una lección de
adoctrinamiento: debemos ser capaces de decir "palabras que hagan arder
los corazones" con un lenguaje positivo: no diciendo tanto lo que no
debemos hacer sino proponiendo lo que podemos hacer mejor: "Una predicación
positiva siempre da esperanza, orienta hacia el futuro, no nos deja encerrados
en la negatividad". (Evangeli gaudium, 159).
El humorismo de los
sacerdotes
"El
santo es capaz de vivir con alegría y sentido del humor", recuerda el Papa
a los sacerdotes. Es una alegría que viene de la unión con Jesús y de la
fraternidad. "El sentido del humor es una gracia que pido todos los
días" - dijo en noviembre de 2016 en una entrevista concedida a TV2000 -
porque "el sentido del humor te alivia, te hace ver lo temporal de la vida
y tomar las cosas con un espíritu de alma redimida. Es una actitud humana, pero
es la más cercana a la gracia de Dios”.
La llamada del Papa a los
fieles: apoyar a los sacerdotes
El
Papa Francisco pide a los sacerdotes que estén siempre cerca de la gente, pero
al mismo tiempo pide a los fieles que apoyen a los sacerdotes: " Queridos
fieles, acompañen a sus sacerdotes con el afecto y la oración, para que sean
siempre Pastores según el corazón de Dios." (Homilía para la Misa Crismal,
28 de marzo de 2013).
Sergio
Centofanti - Ciudad del Vaticano
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