Margarita
Zaera, joven voluntaria en Calcuta con las misioneras de la Caridad,
participará en el próximo Congreso de Laicos, que tendrá lugar en febrero del
2020
Para Zaera, el congreso «nos ayudará a buscar soluciones, a
conocer otras asociaciones y movimientos que no sabemos el inmenso trabajo, en
definitiva, a ver con más perspectiva la misión de la Iglesia.
Los laicos no podemos fallar. Tenemos muchos ámbitos en los que estar
presentes, ofrecer nuestro servicio y ser útiles para los demás».
Desde pequeña
en el colegio nos insistían de forma constante en una frase sencilla, pero que
guarda una enorme profundidad: «Sed hombres y mujeres para los demás».
Está frase del jesuita Padre Arrupe animando al servicio a los demás, iba
acompañada, como no podía ser de otra manera, de hechos. Por ello, en
Bachillerato teníamos una asignatura obligatoria que consistía en hacer
voluntariado, el denominado por muchos «obligatoriado».
Empecé cuidando
a niños de mujeres que se encontraban en situaciones adversas. Y esta primera
experiencia fue tan enriquecedora e impactante para mí, que seguí con dicha
rutina durante tres años más.
Posteriormente
empecé a formar parte de una ONG, vinculada a la parroquia, que se centraba en
las personas sin hogar. Sin duda, un enorme lujo poder compartir mi tiempo con
ellos a última hora del día, aunque muchos de ellos pensaran que era al revés.
El café y los bocadillos que repartíamos eran simplemente la excusa, lo
importante era acompañarles, conversar y sobre todo que sintieran que ellos
también son parte de la sociedad. Ni indigentes, ni pobres, simplemente personas,
como tú y como yo, simplemente sin un hogar. Fue una vivencia muy especial. No
era hacer un voluntariado los lunes, sino quedar con amigos para compartir
charlas, risas e incluso nuestras preocupaciones.
Sus historias,
en ocasiones tan cercanas, con estudios, familias, intereses, trabajo… Te
hacían irremediablemente pensar que tú podías, por cualquier contratiempo de la
vida, llegar a estar en esa misma situación.
Por otro lado,
desde pequeña, mi gran sueño había sido irme de misiones al extranjero. Por
ello, en 2017 me fui unos meses al sur de Portugal a una residencia de señoras
mayores regentada por unas religiosas. Esos meses fueron una bendición,
disfrute muchísimo de su compañía. Y como en mis anteriores experiencias y
aunque suene a tópico, sentía que recibía mucho más de lo que podía dar a esas
señoras, que me recibían cada mañana con una sonrisa. Además, las
religiosas fueron para mí un gran ejemplo de vida entregada a Dios y a los más
pobres.
En mi última
experiencia, este verano he podido «engañar» a mi hermano para que me
acompañara junto con un grupo de Madrid a Calcuta. Se trata de una ciudad
caótica, sucia y con una pobreza extrema. Pero en la que aparte de hacer
grandes amistades entre los voluntarios, hemos podido ver a Dios
reflejado en la cara de cada enfermo al que hemos atendido o en la
sonrisa de cada niño con el que hemos jugado. Y también hemos experimentado
como, por la intercesión del Señor, un lugar tan duro e inhóspito, puede
convertirse como el famoso libro de Dominique Lapierre en La ciudad de la alegría.
Sin más, os
ánimo a todos si tenéis la oportunidad a hacer voluntariado. Es una
experiencia preciosa que enriquece mucho, que une a Dios y nos acerca a
realidades muy desconocidas. También nos ayuda a quitarnos prejuicios y sobre
todo nos da la oportunidad de conocer a personas increíbles de las que tenemos
mucho que aprender.
Y realmente no
hace falta irse a Portugal, ni a Calcuta, ni tan siquiera recorrer muchos
kilómetros para hacer voluntariado. Como decía al principio, no debemos de
olvidar que podemos y debemos «ser hombres y mujeres para los demás». En
nuestro país, nuestra ciudad, nuestro barrio y sobretodo en nuestro propio
hogar, donde al fin y al cabo todo comienza. Y en cualquiera de estos sitios,
como decía Santa Teresa de Calcuta podemos hacer «pequeñas cosas
con un gran amor».
Por todo ello
quiero destacar el gran acontecimiento que será el Congreso de Laicos, que nos ayudará a buscar soluciones, a
conocer otras asociaciones y movimientos que no sabemos el inmenso trabajo, en
definitiva, a ver con más perspectiva la misión de la Iglesia. Los laicos
no podemos fallar. Tenemos muchos ámbitos en los que estar presentes, ofrecer
nuestro servicio y ser útiles para los demás.
Margarita Zaera
Voluntaria con
las Hijas de la Caridad
Fuente: Alfa y
Omega