Con
la apertura de la Puerta Santa, el pasado domingo 8 de diciembre, comenzó el
Jubileo por el centenario de la proclamación por Benedicto XV de la Santísima
Virgen María de Loreto, Patrona de la Fuerza Aérea
Virgen de Loreto |
Dos
días después de la apertura de la Puerta Santa en Loreto, la alegría de los
fieles sigue viva: un acontecimiento que marcó el inicio del Jubileo Lauretano
concedido por el Papa Francisco para celebrar el centenario de la proclamación
de Nuestra Señora de Loreto, patrona de la aeronáutica, y que él mismo quiso
recordar en el Ángelus del domingo pasado. La ceremonia tuvo lugar en presencia
del Secretario de Estado, Cardenal Pietro Parolin, quien en su homilía destacó
el "vínculo estrecho" entre la fiesta de la Inmaculada Concepción y
el Santuario de Loreto, que conserva las piedras de la casa de Nazaret, donde
María recibió el anuncio del Ángel.
María
es "para nosotros un signo de consuelo y de esperanza segura",
"es la estrella que nos guía hacia su Hijo Jesús", dijo el cardenal.
Santidad para todos
Citando
los pasajes de una meditación de Don Tonino Bello, según la cual "María
vivió en la tierra una vida común a todos, llena de solicitud y trabajo
familiar", el corazón de la homilía del Cardenal Parolin fue proponer de
nuevo la santidad a todos como la "alta medida" de la vida cristiana,
siguiendo las huellas de lo que dijo San Juan Pablo II al comienzo del nuevo
milenio.
El
cardenal recordó que el tema de fondo de este Jubileo es el de la
"santidad para todos", y, vinculando la proclamación de Nuestra
Señora de Loreto como Patrona de los aviadores, subrayó que "ser santo
significa volar alto, dejarse llevar por Jesús y Nuestra Señora".
María, la escogida, la
llena de gracia
María,
la “llena de gracia”, añadió el Secretario de Estado del Vaticano, es “el
nombre más bello de María, el nombre que Dios mismo le ha dado y que le
corresponde más que el que le dieron sus padres, ‘para indicar que ella siempre
ha sido la amada, la elegida, la escogida para acoger el don más precioso,
Jesús, el amor encarnado de Dios’”.
Esto
significa, en primer lugar, que María “ha sido preservada de esa herencia común
de la humanidad que es el pecado original, que, por la gracia de Dios y en
anticipación de los méritos de Jesucristo, ha sido preservada del pecado
original desde su concepción”. Y se debe, continuó Parolin, “a la misión a la
que Dios siempre la ha destinado: ser la Madre del Redentor”. “No se puede que
Dios, la más alta perfección y pureza, podría haber recibido la naturaleza
humana de una criatura tocada, aunque sea brevemente, por el pecado”, señaló.
Mirar a María con total
confianza y abandono
Pero
"llena de gracia" significa infinitamente más que la singular gracia
de la preservación del pecado, original y personal": significa que María
“está llena de la presencia de Dios, está totalmente habitada por Dios”.
Como
todas las mujeres, ella también experimentó el sufrimiento de no sentirse
comprendida, ni siquiera por los dos amores más grandes que tuvo en la
tierra. Y debe haber tenido miedo de decepcionarlos. O de no estar a la
altura de su rol.
Es
por eso, animó el Cardenal, que nosotros “podemos mirarla, sin miedo, con total
confianza y abandono”: "dejarnos fascinar por la belleza de María
Inmaculada para hacernos bellos nosotros -una belleza que obviamente no es
exterior, sino interior, y que está desfigurada por el pecado- y hacer bello el
mundo en el que vivimos".
El
Señor nos lo pide y nosotros, como la Virgen de Nazaret, debemos ser capaces de
pronunciar nuestro sí con generosidad y amor total: "He aquí la esclava
del Señor, hágase en mí lo que has dicho".
Durante
el año jubilar lauretano será posible recibir la indulgencia plenaria no sólo
en Loreto, sino en todas las capillas de los aeropuertos civiles, militares,
italianos e internacionales que harán el pedido a la Delegación Pontificia de
Loreto.
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