La belleza de la llamada al sacerdocio y la
importancia de la formación en el Seminario, fueron el centro del discurso
Hay tres aspectos que identifican el ambiente del
Seminario y cuatro actitudes que un sacerdote diocesano no debe pasar por alto
para no caer lentamente en la perversión del clericalismo, que es también
corrupción y rigidez que esconde graves problemas. De esto habló el Papa en su
discurso a los miembros del Pontificio Seminario Regional Flaminio, esta
mañana.
La belleza de la llamada al sacerdocio y la
importancia de la formación en el Seminario, fueron el centro del discurso que
el Santo Padre Francisco dirigió esta mañana a los miembros del Pontificio
Seminario regional Flaminio Benedetto XV de Bolonia, querido por San Pío X, con
ocasión del centenario de fundación. Una llamada, la del sacerdocio, que da “el
don y el compromiso”, recuerda el Papa, de representar “al Buen Pastor en medio
de su pueblo y de vivir como el Buen Pastor en medio de su pueblo”.
Para prepararse a esta misión, el Papa les habla del
lugar de crecimiento y de formación, el seminario, indicando tres aspectos que
lo identifican: casa de oración, casa de estudio y casa de formación.
La fe cultivada
corazón a corazón con Jesús
"Ustedes están llamados a ser evangelizadores en
vuestra región, marcada también ella por la descristianización": dice
Francisco, evidenciando que quienes están más expuestos “al viento frío de la
incertidumbre y de la indiferencia religiosa, necesitan encontrar en la persona
del sacerdote aquella fe robusta que es como una antorcha en la noche y como
una roca a la cual agarrarse. Esta fe - asegura - se cultiva sobre todo en
la relación personal, corazón a corazón, con la persona de Jesucristo".
En el seminario ‘casa de oración’, añade Francisco, el
Señor convoca a los suyos a un lugar apartado para vivir una experiencia fuerte
de encuentro y de escucha” a través de la cual los quiere preparar a
convertirse en “educadores del Pueblo de Dios en la fe”. Y para ello es
necesario – afirma – empeñarse en la formación espiritual, aprender a “estar
con Él” como así también es esencial "el encuentro con Jesús en el rostro
de los pobres".
El estudio para
una misión común
El segundo aspecto que caracteriza al seminario es el
estudio, que es “parte integrante de un itinerario que apunta a la educación de
una fe viva y consciente, llamada a transformarse en la fe del pastor” y que
“no es sólo instrumento privilegiado para el conocimiento sapiencial y científico"
sino que es también un “instrumento de un saber compartido”:
“El compromiso de estudiar, incluso en el Seminario,
es claramente personal, pero no es individual. Compartir lecciones y estudios
con otros seminaristas es también una manera de unirse a un presbiterio.”
Francisco recuerda que - sin descuidar las
inclinaciones y los talentos personales, sino al contrario, valorizándolos
- en el seminario “se estudia para una misión común” que da "un
'sabor' muy especial al aprendizaje de la Sagrada Escritura, de la teología, de
la historia, del derecho y de todas las disciplinas". Se confrontan
diferentes sensibilidades personales en el horizonte común de la llamada y la
misión, un solo horizonte eclesial desprovisto de autorreferencialidad.
La caridad de
la mano de la fraternidad
La tercera dimensión del seminario es la de ser una
"casa de comunión" y tiene también un carácter
"transversal", porque "parte de la apertura a los demás",
pero toma la forma de "comunión presbiteral en torno a la guía del
Obispo":
“La caridad pastoral del sacerdote no puede ser
creíble si no va precedida y acompañada de la fraternidad, primero entre los
seminaristas y luego entre los sacerdotes.”
“Una fraternidad – explica el Papa - cada vez
más impregnada de la forma apostólica y enriquecida por las características
propias de la diocesanidad, es decir, por las características particulares del
pueblo de Dios y de los santos, especialmente de los santos sacerdotes, de una
Iglesia particular”.
En este contexto, concluye el Papa, el seminario se
califica como un "camino que educa a la confrontación constante con
Cristo" y a considerar la pertenencia al "único presbiterio como
dimensión previa de actuar pastoral y testimonio de comunión, indispensables
para servir al misterio de la Iglesia y su misión en el mundo".
Las cuatro
“cercanías”
Hablando de fraternidad, el Papa decide hablar
espontáneamente para resumir las cuatro “cercanías”, señalando cuanto son
importantes para los sacerdotes diocesanos:
"Cercanos a Dios, cercanos al obispo sin el cual
-afirma- la iglesia no va y el sacerdote puede ser un líder pero no un
sacerdote", y cerca de los sacerdotes". "Tercera cercanía:
cercanos al presbiterio, entre ustedes". Y añade:
“Esto es algo que me hace sufrir, cuando veo a los
sacerdotes fragmentados, donde están unos contra otros, o todos corteses, pero
luego se critican unos a otros. Si no hay un presbiterio unido... Eso no
significa que no se pueda discutir, no, se discute, se intercambian ideas, pero
la caridad es lo que une.”
Y la cuarta cercanía: la cercanía al pueblo de Dios.
“Por favor, recomienda, no te olvides de dónde vienes”. “Acuérdate de tus
raíces”, y que has sido "elegido por el Señor". “No has venido para
hacer carrera eclesiástica” recuerda.
Si falta uno de estas cercanías, “el sacerdote no
funciona y se deslizará lentamente hacia la perversión del clericalismo o en
actitudes de rigidez. Donde hay clericalismo hay corrupción, y donde hay
rigidez, bajo la rigidez, hay problemas graves”.
Recordando que ayer se celebró la solemnidad de la
Inmaculada Concepción, Francisco se despidió confiándolos a los brazos de la
Virgen María, para que con su ayuda sepan descubrir cada día el "precioso
tesoro" que es Cristo.
Ciudad del Vaticano
Vatican
News