A
través de las tareas materiales que indudablemente ocuparán una gran parte de
nuestro tiempo durante este periodo de Adviento, tratemos de no olvidar lo
fundamental
![]() |
Impact photography - Shutterstock |
El
calendario de Adviento, la búsqueda de regalos, turrones, la corona de
Adviento, la decoración del árbol … Hay tanto que hacer mientras se espera la
Navidad. Pero no olvidemos lo esencial.
1 AMOR
Esto
es lo que más necesitan los hombres, y nuestros hijos en particular. No es
suficiente tener un corazón lleno de afecto, es necesario demostrar este amor
concretamente a través de los pequeños gestos de cada día. Demostremos
a nuestros hijos cuánto los amamos.
Amar, desde luego, no es dar
muchas cosas – juguetes, comida – sino darse a uno mismo. Y una de las formas
más prácticas de darse uno mismo es regalar el propio tiempo. El más simple de
los juguetes tendrá un valor incomparable para nuestro hijo si dedicamos tiempo
para jugar con él, y el pastel le sabrá mejor si lo preparamos juntos.
2 EL MEJOR REGALO
Los
magos trajeron oro, mirra e incienso: ¿qué vamos a ofrecer nosotros a Jesús?
¿Cuál es el regalo que Jesús desea? Lo que Jesús quiere es a nosotros mismos.
Ofrezcámonos tal que somos con nuestras faltas, nuestros pecados, nuestros
límites, nuestras infidelidades, pero también con todas nuestras riquezas,
todas las maravillas que Dios ha puesto en nosotros.
Demos todo a Jesús, sin
filtrar: nuestras ansiedades y nuestras alegrías, nuestros esfuerzos y nuestra
cobardía, nuestro deseo de amarlo y nuestras infidelidades.
Para que esta ofrenda no se
quede en la teoría, sino que tome una forma muy concreta y precisa, animemos
a los niños a elegir qué quieren dar especialmente a Jesús. Si lo desean,
pueden escribirlo en una hoja de papel, una estrella o una pequeña piedra que dejarán cerca del
pesebre en la víspera de Navidad. Y, sobre todo, podrán dárselo al Señor, en el
secreto de su corazón, en el momento del ofertorio, durante la misa de Navidad.
3 POBREZA
Ninguna
riqueza impidió a los pastores correr hacia el pesebre y ningún prejuicio
oscureció su inteligencia: simplemente creyeron. El misterio de la Navidad se
revela a los pequeños y a los pobres. ¿Cuáles son las riquezas que nos retienen
prisioneros, que nos impiden correr libremente hasta el pesebre?
Aquí también, seamos
concretos. Esta riqueza a la que estamos apegados, puede ser un proyecto al que
nos negamos a renunciar o un objeto que no queremos prestar.
Es
importante alentar a los niños a regalar uno de sus juguetes en Navidad. No solo porque otros niños
carecen de todo, sino por algo más profundo, porque es un acto de desapego, de
despojo … siempre que, desde luego, no sea dar un juguete roto, ¡porque ya no
le sirve a nadie!
4 FRATERNIDAD
Jesús
viene a revelarnos que Dios es nuestro Padre y, por lo tanto, que todos somos
hermanos. ¿Cómo vivir esta fraternidad en el momento de Navidad?
Algunas
familias tienen la costumbre de compartir la alegría de la Navidad de forma
concreta con sus vecinos, por ejemplo, o con otras personas con las que conviven
durante el año. Los niños mismos dibujan tarjetas de Navidad que ponen en los
buzones del edificio en la víspera de Navidad, hacen galletas, galletas en
forma de estrella que ofrecerán a los vecinos, a una anciana que está sola, a
los pobres sentados en los escalones de la iglesia.
En
algunas parroquias, las familias se unen para ofrecer chocolate caliente y un
dulce a los que están solos, al final de la misa de Navidad. Estas son cosas
pequeñas, pero preciosas si se hacen con amor, y pueden tocar profundamente a
aquellos a quienes están destinadas.
“No tengas miedo, porque he
aquí que te anuncio buenas noticias, que serán una gran alegría para todo el
pueblo: hoy, en la ciudad de David, nos ha nacido un Salvador que es el Cristo,
el Señor” (Lc 2, 10-11). Preparémonos para recibir la alegría de la Navidad
entregándonos por completo a Aquel que viene a amarnos.
Por Christine Ponsard
Fuente:
Aleteia