Los
10 puntos de este preacuerdo tienen “unas connotaciones culturales,
antropológicas y visión de la realidad que van más allá de lo económico, y
dejan o generan una preocupación grande”
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Cardenal Antonio Cañizares, Arzobispo de Valencia. Crédito: Archivalencia |
El
Cardenal Antonio Cañizares, Arzobispo de Valencia (España) publicó una carta
titulada “Reflexiones al hilo de hechos” para exponer que el anuncio y
conocimiento de un “preacuerdo” entre el PSOE y Podemos ha causado conmoción
que no solo se circunscribe a la economía y la política, sino que también
tendría alcances culturales.
Según
explicó, “las repercusiones efectivas económicas han sido inmediatas, las
reacciones y los comentarios en Europa y en España, además de negativos, nos
dejan con un gran temor”.
Además,
el Cardenal alerta de que los 10 puntos de este preacuerdo tienen “unas
connotaciones culturales, antropológicas y visión de la realidad que van más
allá de lo económico, y dejan o generan una preocupación grande”.
Según
explica, con el preacuerdo “se instaura o se atisba un cambio cultural, se
impone un pensamiento único, con una visión del hombre que pretende
generalizarse a todos, la aprobación de la eutanasia, la extensión a nuevos
derechos, la ideología de género, el feminismo radical, ampliación de la
memoria histórica que fomenta el odio y la aversión”.
De
esta manera, el Cardenal Cañizares asegura que las cuestiones presentes en el
preacuerdo, “hacen pensar y prever en una profundización e inmersión en una crisis
muy honda sobre todo cultural, pero también, en una crisis política e
institucional, democrática, social, religiosa, una crisis de lo que constituye
España en su realidad e identidad más propia”.
También
explica que comienza a escucharse de nuevo la posibilidad de una nueva crisis
económica mundial, pero “más grave aún será la crisis cultural y de identidad,
sufridas ya por España en el marco del Occidente, con sus connotaciones
propias, la que, si llega al Gobierno de la Nación esta coalición y lo que se
atisba en el ‘preacuerdo’ se ahondará más”.
El
Arzobispo de Valencia recuerda que estamos “inmersos en una crisis humana
honda, agrandada” que es, a su modo de ver, “la más grave de todas, porque es
crisis de la verdad del hombre y de la sociedad”, y que es “la crisis de
sentido de la vida, crisis humana, antropológica, moral y de valores
universales, crisis espiritual y social, crisis en los matrimonios y en las
familias”.
Por
eso asegura que “nos encontramos ante una grave emergencia, la emergencia de España”
ya que “se está imponiendo o se ha impuesto una nueva cultura, un proyecto de
humanidad que comporta una visión antropológica radical que cambia la visión
que nos da identidad y nos configura como pueblo, y hasta como continente, me
atrevo a decir: la identidad recibida de nuestros antecesores en nuestra
historia común”.
Algo
que llevaría a “la pérdida grave o el oscurecimiento espeso del sentido de la
persona y de su dignidad” y en último término “el abandono y el olvido de Dios,
que es olvido y negación del hombre”.
También
aseguró que la sociedad española está padeciendo “una verdadera enfermedad,
manifestada en diversos frentes, en nuestra sociedad, cuyo gran desafío, o,
mejor, grandes y nuevos desafíos se resumen en su sanación urgente”.
Por
eso recordó las palabras del Papa Benedicto XVI ante la Asamblea General de las
Naciones Unidas en abril de 2008, cuando aseguró que “cuando se está ante
nuevos e insistentes desafíos, es un error retroceder hacia un planteamiento
pragmático, limitado a determinar un ‘terreno común’ minimalista en los
contenidos y débil en su efectividad”.
Por
eso insistió en que “la persona humana y su dignidad, base del bien común
asentado en el reconocimiento real efectivo de los derechos humanos
universales, son el fundamento que hemos de contemplar y poner en toda su
consistencia, si queremos hallar el camino sanante y constructivo a seguir”.
El
Cardenal calificó como “fundamental y urgente” el compromiso común de poner “a
la persona humana y su dignidad inviolable en el corazón de las instituciones,
leyes y actuaciones de la sociedad, y de considerar la persona humana y el bien
común, su verdad esencial, la verdad en sí misma que nos hace libres, para el
mundo de la cultura, de la religión de la ciencia, de la política, de las
relaciones humanas”.
Esto
sería una “amplia base” para “caminar y edificar” con el objetivo de “alcanzar
y gozar de un futuro nuevo y esperanzador, una cultura y una civilización
nuevas, que entre todos hemos de configurar, en diálogo y encuentro, sin
imposiciones”.
Puede
leer la carta íntegra AQUÍ.
Fuente:
ACI Prensa