Ahora, puedo decir tranquila cuando
alguien muere "que descanse en paz" entendiendo la enorme
felicidad que esto implica para el alma de nuestros fieles difuntos
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En las tarjetas de oración, arreglos florales, ofrecidos
por amigos y familiares, todo el mundo utiliza "que descanse en
paz", como un tipo simple de oración que desea poner
fin al sufrimiento y las dificultades para la persona que ya ha completado su
temprano viaje.
Estas palabras son bien intencionadas, por supuesto, pero
nunca había entendido por completo esa frase.
Para aquellos de nosotros que somos muy activos y siempre
estamos en movimiento, nunca descansamos mucho aparte del tiempo de dormir,
"descanse en paz" suena como simplemente estar dormido o como no
existir en absoluto. En realidad, yo solía pensar que eso era lo que quería
decir y me pregunto si los demás pueden pensar lo mismo.
Volviendo a mi pobre catequesis, asumí que "descanse
en paz" significa, "hasta que seas levantado en el último día, podrás
dormir/no existir en paz."
Todo esto antes de que me enterase de que el alma no muere
en lo absoluto, ni siquiera por un corto tiempo.
La pregunta
Fue después de que perdí a mi mamá hace veinte años que
estuve buscando desesperadamente saber si ella seguía existiendo en algún
lugar, después de la muerte. Me pregunté si tenía que esperar a que llegase
"el último día" cuando nuestros cuerpos resucitarán.
Yo quería creer que ella todavía "existía"
en algún lugar, que aún vivía. Mi búsqueda no fue en vano,
porque finalmente me di cuenta de la buena noticia de que cualquier
persona que muere en la amistad con Jesucristo va
inmediatamente o bien al purgatorio o al cielo. No deja de
existir en absoluto, porque el alma continúa
viviendo. ¡Eso es lo que significa la vida eterna!
El Catecismo nos enseña que hay un juicio
individual particular para cada persona inmediatamente después de su muerte:
“La
muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o
rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo.
El
Nuevo Testamento habla del juicio principalmente en la perspectiva del
encuentro final con Cristo en su segunda venida; pero también asegura
reiteradamente la existencia de la retribución inmediata después de la muerte
de cada uno como consecuencia de sus obras y de su fe.
Cada
hombre, después de morir, recibe en su alma inmortal su retribución eterna en
un juicio particular que refiere su vida a Cristo, bien a través de una
purificación, bien para entrar inmediatamente en la bienaventuranza del cielo,
bien para condenarse inmediatamente para siempre". (CIC 1021-22)
Aun así, pensé, simplemente descansar en paz
sonaba un poco aburrido. Por supuesto que es genial que
tengamos la esperanza de no tener más dolor, sufrimiento, ni pruebas en
absoluto. Pero en ausencia de todas las "cosas" que conforman
nuestras vidas terrenales ahora, ¿en qué consistía realmente descansar en paz? Quería
creer que el cielo era algo mejor que simplemente sentarse y reposar.
Una vez más no me decepcionó la respuesta que
encontré. Mientras que nuestras mentes no son capaces de imaginar el lugar
preparado para nosotros, sabemos que es un lugar de pura alegría:
"El
cielo es el fin último y la realización de las aspiraciones más profundas del
hombre, el estado supremo y definitivo de dicha" (CIC 1024).
En realidad vamos a encontrar a Dios. Y
nos encontraremos con la Santísima Virgen, los santos, y estaremos nuevamente
con nuestra familia y amigos que han muerto antes que nosotros. ¡Ahora sí que
esto empieza a sonar celestial!
Estar en la presencia y la paz de Dios se conoce como la
visión beatífica. Y eso es prometido a los que le aman, eternamente.
San Juan Apóstol nos dice:
"Seremos
semejantes a Él, porque le veremos tal como Él realmente es". (1 Juan 3,2).
San Pablo dice:
"Lo
que nadie vio ni oyó y ni siquiera pudo pensar, aquello que Dios preparó para
los que lo aman". (1 Corintios 2, 9)
El Papa emérito Benedicto XII enfatizó
la existencia del juicio inmediato, con la resurrección de nuestros cuerpos
sólo más tarde en el fin del mundo. También nos asegura la felicidad de nuestra
familia y amigos que pasaron a la vida:
«Definimos
con la autoridad apostólica: que, según la disposición general de Dios, las
almas de todos los santos [...] y de todos los demás fieles muertos después de recibir el
Bautismo de Cristo en los que no había nada que purificar cuando murieron [...]; o en caso de que tuvieran o
tengan algo que purificar, una vez que estén purificadas después de la muerte [...] aun antes de la
reasunción de sus cuerpos y del juicio final, después de la Ascensión al cielo
del Salvador, Jesucristo Nuestro Señor, estuvieron,
están y estarán en el cielo, en el Reino de los cielos y
paraíso celestial con Cristo, admitidos
en la compañía de los ángeles. Y después de la muerte y pasión
de nuestro Señor Jesucristo vieron y ven la divina esencia con una visión
intuitiva y cara a cara, sin mediación de ninguna criatura» (Benedicto XII: Const.
Benedictus Deus: DS 1000).
Ahora, puedo decir tranquila cuando alguien muere
"que descanse en paz" entendiendo la enorme
felicidad que esto implica para el alma de nuestros fieles
difuntos.
Fuente:
Píldoras de fe.net