Ella era una fiel observante
del Ramadán, no comía cerdo, sino halal, etcétera; pero en su corazón sentía
que "no había nada detrás, no le encontraba sentido"
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Celya es una joven de familia
musulmana
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Celya nació en una
familia musulmana Kabyle (noreste de Argelia), “muy devota de su fe”, señala en
el video testimonial que ha grabado para KTO.
Algo conocía
también del cristianismo pues su madre alguna vez le había hablado de aquello.
“Mamá me decía que Jesús era un hombre bueno, que reflejaba el amor, que había
muerto en la cruz, pero no había resucitado, no era Dios, aunque sí alguien
importante”.
Buscando la mejor
educación para Celya, su madre decidió -contra la voluntad de la chica- que
debía estudiar en un Instituto católico. Allí, recuerda la joven, la formación
involucraba el humanismo cristiano. “Los animadores pastorales nos hablaban de
Jesús y decían que aceptó morir en la cruz por amor a los hombres. Yo pensé
entonces: Si Dios puede hacer algo como eso por los hombres, uff, es una
locura, es demasiado bueno”.
Se inició así en
la joven musulmana un proceso de conversión espontáneo y una mañana a fines del
año 2014 despertó con una certeza: Ella también quería ser como ese Jesús de
los Evangelios. "Si eso significa ser cristiano, quiero ser cristiana,
quiero ser feliz y estar llena del amor de Dios...", reflexionó y
confidencia que un Dios amor “no lo encontraba en la religión del Islam”.
Ella era una fiel
observante musulmana, practicaba su fe, respetaba el Ramadán, no comía cerdo,
sino halal, etcétera; pero en su corazón sentía que “no había nada detrás, no
le encontraba sentido”.
Cuando el 2015, se
sucedieron una ola de ataques terroristas en Francia, generando un ambiente en
nada amigable para los musulmanes, la crisis con su fe musulmana de nacimiento
se acentuó. ¿Cómo podría hablar de una fe que ya no la identificaba?
Así fue entonces
que decidió tomar distancia, reflexionar e intentar encontrar un nuevo sentido
para su vida. Comenzó a leer la Biblia y esto le dejaba una sensación de
bienestar espiritual que imaginaba era el amor de Dios. Así llegó el día en que
por primera vez oró a Dios y dirigiéndose a Jesús le dijo: "Si realmente
eres Dios, ¿puedes enviar cristianos a mi encuentro para que me den testimonio
de su fe y de su encuentro contigo?”
Dos meses después,
al salir de la escuela secundaria, vio en la plaza, frente a la iglesia, unos
misioneros y sintió que era la respuesta a su oración. Estas certezas
interiores le guiaban a querer experimentar más esta fe… “Era como si hubiera
una puerta entre Dios y yo; sólo yo tenía la llave para abrirla; abrí esa
puerta y Dios estaba allí”.
Celya recibió el
sacramento del bautismo en la Pascua de 2019 y el de la Confirmación en junio
de este mismo año. Nada mas haber sido bautizada hubo un cambio radical en su
ser íntimo que así testimonia:
“Yo vivía estresada, tenía miedo del pasado, del futuro, del presente, era un hándicap para mi vida. A partir de mi bautismo, la paz se asentó en mi vida, mejorando sobre todo en mis relaciones con los demás. Hoy me siento tomada por el amor de Dios, de hecho, ya no tengo miedo de Dios, sino que confío en Él. Ya no temo ni pienso en esas reglas que consumían mi vida, porque Dios es amoroso, es la roca de mi vida”.
Fuente: PortaLuz