Dominio público |
I. La
caridad vivida entre los primeros cristianos.
II. Fortaleza
que otorga la caridad.
III. Virtudes
anejas a la caridad.
“En aquel
tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios
Jesús les contestó: -«El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni
anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está
dentro de vosotros.»
Dijo a sus
discípulos: -«Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del
hombre, y no podréis. Si os dicen que está aquí o está allí no os vayáis
detrás. Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el
Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado
por esta generación»” (Lucas, 17,20-25).
I. La
Epístola a Filemón es una de las más breves, y la más entrañable que escribió
San Pablo. El tono que emplea el Apóstol no es de mandato, aunque podría
haberlo hecho dada su autoridad, sino de súplica humilde en nombre de la
caridad.
Le pide a
Filemón que reciba de nuevo a Onésimo, su esclavo que se había fugado, y ahora
regresaba convertido al cristianismo: si me tienes como hermano en la fe –le
dice- acógelo como si fuera yo mismo. Y agrega con buen humor y afecto: Si en
algo te perjudicó o te debe algo, cárgalo en mi cuenta.
Nosotros hemos
de aprender de aquellos primeros cristianos a vivir la caridad con hondura, muy
especialmente con nuestros hermanos en la fe –éste debe ser nuestro primer
apostolado- para que perseveren en ella, y con quienes se encuentran lejos de
Cristo, para que a través de nuestro aprecio se acerquen a Él y le sigan.
II. El
hermano ayudado por su hermano es fuerte como una ciudad amurallada, leemos en
el Libro de los Proverbios. La fraternidad es la mejor defensa contra todos los
enemigos, la caridad bien vivida nos hace fuertes y seguros como una plaza
inexpugnable a todos los ataques. Llevad los unos las cargas de los otros, y
así cumpliréis la ley de Cristo, exhorta San Pablo a los Gálatas (Gálatas 6,
2).
Es
responsabilidad de los cristianos estar siempre atentos ante el bien de los
demás, especialmente de aquellos que, por diferentes razones, el Señor nos ha
encomendado. No podemos permitir que nadie sienta la dureza de la soledad en
momentos difíciles. La caridad es nuestra fortaleza.
III. La
caridad lleva consigo una serie de virtudes anejas que son a la vez su apoyo y
su defensa, y a través de las cuales se manifiesta: la lealtad, la gratitud, el
respeto mutuo, la amistad, la deferencia, la afabilidad, la delicadeza en el
trato, el buen humor, la serenidad, el optimismo. Los defectos contarios suelen
revelar ausencia de finura interior, de vida sobrenatural, de unión con Dios.
San Juan nos dejó un programa de vida: En esto hemos conocido el amor, en que Él dio su vida por nosotros, y nosotros debemos dar la nuestra por nuestros hermanos (1 Juan 3, 16). Y el Señor nos dice por medio del Apóstol: En esto conocerán todos que sois mis discípulos: Si tenéis caridad unos para con otros (Juan 13, 34-35).
Textos
basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.
Fuente: Almudi.org