Procurar verdaderamente la promoción de un desarrollo integral de las personas, "que reduzca las circunstancias que favorecen la realización de acciones ilícitas”
El Papa visita centro de detención Panamá, foto de archivo (AFP or licensors) |
“Es más fácil reprimir que educar”, “negar la
injusticia presente en la sociedad” y crear "espacios para encerrar en el
olvido a los infractores”, que “ofrecer igualdad de oportunidades de desarrollo
a todos los ciudadanos”: así el Papa señaló la deuda social con los
descartados, instando a promover "un desarrollo humano integral" que
reduzca las circunstancias de acciones ilícitas.
La situación de las cárceles sintetiza “la cultura del
descarte” presente en nuestras sociedades, siendo “reflejo de nuestra realidad
social y consecuencia de nuestro egoísmo e indiferencia”: fueron palabras del
Papa dirigiéndose a los responsables de la pastoral carcelaria este mediodía,
en el marco de su encuentro internacional.
Promover desarrollo
que reduzca circunstancias de acciones ilícitas
Concluyendo en que “es más fácil reprimir que
educar”, “negar la injusticia presente en la sociedad” y “crear estos
espacios para encerrar en el olvido a los infractores”, que “ofrecer igualdad
de oportunidades de desarrollo a todos los ciudadanos”, el Papa tocó una vena
saliente en la sociedad, al señalar nuestra propia deuda con los descartados.
Francisco señaló que en lugar de buscar “la promoción
de un desarrollo integral de las personas que reduzca las circunstancias que
favorecen la realización de acciones ilícitas”, bajo una perspectiva de
“búsqueda del bien y la seguridad” se procura “con el aislamiento y el
encarcelamiento”, lo que es la “solución última” a los problemas de vida de la
comunidad.
La solución que delinea el Papa, en cambio, está en
el procurar verdaderamente la promoción de un desarrollo
integral de las personas, "que reduzca las circunstancias que
favorecen la realización de acciones ilícitas”.
La verdadera
reinserción debe garantizar oportunidades
El Papa también constató que los lugares de detención
“no pocas veces fracasan en el objetivo de promover los procesos de
reinserción”. Esto porque “carecen de recursos suficientes que
permitan atender los problemas sociales, psicológicos y familiares" que
experimentan las personas detenidas.
El tema de la “frecuente superpoblación en las
cárceles”, también fue subrayado por el Pontífice, quien indicó que la misma
convierte a estos centros “en verdaderos lugares de despersonalización”.
La verdadera reinserción social, aseguró, “comienza
garantizando oportunidades de desarrollo, educación, trabajos dignos, acceso a
la salud, así como generando espacios públicos de participación ciudadana”.
Superar la
estigmatización de quien ha cometido un error
La situación en que se encuentra la persona al salir
de la prisión también fue abordada en el discurso: muchas veces al salir de la
prisión, – dijo - la persona se enfrenta a un mundo que le es ajeno, y que
además no lo reconoce digno de confianza, llegando incluso a excluirlo de la
posibilidad de trabajar para obtener un digno sustento.
Se trata de una situación que suscita, según el Papa,
que queden “nuevamente expuestas a los peligros que acompañan la falta de
oportunidad de desarrollo, en medio de la violencia y la inseguridad”.
Por eso llamó a que como “comunidades cristianas” nos planteemos una
pregunta:
“Si estos hermanos y hermanas han pagado ya la pena
por el mal cometido, ¿por qué se pone sobre sus hombros un nuevo castigo social
con el rechazo y la indiferencia?”
En muchas ocasiones, advirtió, "esta
aversión social es un motivo más para exponerlos a reincidir en
las propias faltas”.
Gratitud del
Papa a quienes sirven a estos hermanos
En los últimos párrafos de su discurso el Santo Padre elevó
una plegaria a Dios por cada persona que "desde el silencio generoso sirve
a estos hermanos, reconociendo en ellos al Señor". Y se congratuló
"por todas las iniciativas con las que, no sin dificultades, también se
asiste pastoralmente a las familias de los detenidos y las acompañan en ese
período de gran prueba, para que el Señor bendiga a todos".
Una lección de
maternalidad para la Iglesia
El Romano Pontífice quiso concluir su discurso dejando
dos imágenes para los participantes: una, la de las ventanas de una cárcel: "no
se puede hablar de un ajuste de deuda con la sociedad en una cárcel sin
ventanas", dijo, puesto que "no hay una pena 'humana',
sin horizonte". "Incluso una pena perpetua - que para mí es
discutible - tendría que tener un horizonte", añadió.
La segunda imagen fue la de la fila de la gente que va
a visitar a los detenidos, en particular, la de las madres. El Papa recordó, a
partir de su experiencia en Buenos Aires, a esas "mujeres a las que todo
el mundo veía", porque hacían una "cola de una hora antes de
entrar", para ser luego sometidas a las revisiones de seguridad,
"muchas veces humillantes": "esas mujeres no tenían
vergüenza de que las viera todo el mundo. 'Mi hijo está allí'... Y daban la
cara por el hijo", resaltó.
"Que la Iglesia aprenda maternalidad de estas
mujeres, y aprenda los gestos de maternalidad que tenemos que tener para con
estos hermanos y hermanas que están detenidos".
"La ventana, y la madre haciendo cola: son las
dos imágenes que les dejo", finalizó.
Griselda Mutual - Ciudad del Vaticano
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