LA VOLUNTAD DE DIOS
II. Purificar la propia
voluntad, inclinada excesivamente hacia uno mismo.
III. Amar en todo el querer
de Dios.
“En aquel tiempo,
habiendo echado Jesús un demonio, algunos de entre la multitud dijeron: -«Si
echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios.» Otros,
para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo. Él, leyendo sus
pensamientos, les dijo: -«Todo reino en guerra civil va a la ruina y se
derrumba casa tras casa.
Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo
mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de
Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos,
¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces.
Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de
Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su
palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo
vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está
conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama. Cuando un espíritu
inmundo sale de un hombre, da vueltas por el desierto, buscando un sitio para
descansar; pero, como no lo encuentra, dice: "Volveré a la casa de donde
salí." Al volver, se la encuentra barrida y arreglada. Entonces va a coger
otros siete espíritus peores que él, y se mete a vivir allí. Y el final de
aquel hombre resulta peor que el principio»” (Lucas 11,15-26).
I. Hágase tu voluntad en la
tierra como en el Cielo, rogamos a Dios en la tercera petición del
Padrenuestro. Queremos alcanzar del Señor las gracias necesarias para que
podamos cumplir aquí en la tierra todo lo que Dios quiere. La mejor oración es
aquella que transforma nuestro deseo, hasta conformarlo, gozosamente, con la
voluntad divina, hasta poder decir con Jesús: No se haga mi voluntad, Señor,
sino la tuya.
Si
es así nuestra oración, siempre saldremos beneficiados, pues no hay nadie que
quiera tanto nuestro bien y nuestra felicidad como el Señor. Querer hacer la
voluntad de Dios en todo, aceptarla con gozo y amarla, no “es la capitulación
del más débil ante el más fuerte, sino la confianza del hijo en el Padre, cuya
bondad nos enseña a ser plenamente hombres: Lo cual implica el descubrimiento
de la condición de nuestra grandeza” (G. CHEVROT, En lo secreto), la filiación
divina.
II. En muchos momentos,
nuestro querer natural coincide con el de Dios. Todo entonces parece sereno y
suave. Sin embargo, el camino que lleva directamente a Dios, nos llevará en
tantas ocasiones por senderos distintos a los que nosotros, con un criterio
exclusivamente humano, hubiéramos escogido. Y el Espíritu Santo quizá nos diga
en la intimidad de nuestro corazón: Mis caminos no son vuestros caminos...
(Isaías 55, 8).
Es
entonces cuando podemos purificar el propio yo, la propia voluntad inclinada
exclusivamente a uno mismo, incluso en asuntos nobles, e iremos al Sagrario a
ver a Jesús; ahí comprenderemos que nuestro querer más íntimo es precisamente
aceptar y amar la voluntad de Dios. Nuestra meta será: hacer siempre, también
en lo pequeño, en las tareas ordinarias, lo que Dios quiere que hagamos. Así,
nuestra vida se convertirá en un continuo acto de amor.
III. En algunas situaciones
humanamente difíciles, debemos decir con paz: “¿Lo quieres, Señor?...¡Yo
también lo quiero! Pueden ser ocasiones extraordinarias para confiar más y más
en nuestro Padre. Esa voluntad divina que aceptamos puede llamarse sufrimiento,
enfermedad o pérdida de un ser querido.
O
quizá son hechos que nos llegan por los simples sucesos de cada jornada o el
transcurrir de los años. También nosotros podremos decir con Santa Teresa:
“Dadme riqueza o pobreza, dad consuelo o desconsuelo, dadme alegría o
tristeza... ¿Qué mandáis hacer de mí?” Y agregamos: Señor, Dios mío en tus
manos abandono lo pasado y lo presente y lo futuro, lo pequeño y lo grande, lo
poco y lo mucho, lo temporal y lo eterno. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Vía Crucis)
Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.
Fuente: Almudi.org