La misión de la Iglesia hoy en la Amazonía es el nudo central del Sínodo, afirmó Hummes
El
Cardenal Claudio Humes, Relator General del Sínodo Especial para la Amazonía se
dirigió a los padres sinodales recordándoles que “Caminar permite a la Iglesia
ser fiel a su verdadera tradición” y si esos caminos son nuevos, les instó a
“No tener miedo a la novedad”.
El
Cardenal Hummes expresó la necesidad de la Iglesia Católica de abrir sus
puertas: “En estos tiempos de cambio de época necesita caminar al lado de todos
y cada uno, sobre todo los que viven en las periferias de la humanidad.
Iglesia “en salida”. Para qué salir. Para encender luces y calentar corazones
que ayuden a la gente, las comunidades, los países y la humanidad toda a
encontrar el sentido de la vida y de la historia”.
Encender luces: la persona
y reino de Jesucristo
El
Relator General definió las luces: “primeramente, el anuncio de la persona y el
reino de Jesucristo, muerto y resucitado, y la práctica de la misericordia, la
caridad y la solidaridad sobre todo para con los pobres, los que sufren, los
olvidados y los marginados del mundo actual, los migrantes y los indígenas”.
Esta
luz se expresa en “seguir caminado de forma inclusiva, invitando, acogiendo y
alentando a todo el mundo sin excepciones hacia el futuro, como amigos y
hermanos en el mutuo respeto a las diferencias”.
El
Cardenal expresó que la novedad siempre produce algo de miedo, pues nos
sentimos más seguros si tenemos todo bajo control, pero en la historia de la
salvación, “cuando Dios se revela, aparece su novedad —Dios ofrece siempre novedad—,
trasforma y pide confianza total en Él. Él siempre es la novedad. Él siempre es
el mismo, la novedad, “ayer, hoy y por los siglos” (Heb 13,8). Por ello la
Iglesia reza: “Envía tu Espíritu y será una nueva creación y renovarás la faz
de la tierra”. Entonces, no tengamos miedo a la novedad. No le tengamos miedo a
Cristo, la novedad. Este Sínodo busca nuevos caminos”.
El sendero ya transitado:
los mártires
Hummes
consideró que es “justo recordar, reconocer y exaltar en este sínodo, la
historia de heroísmo – y con frecuencia de martirio – de todos los misioneros y
las misioneras de antaño, y también de aquellos y aquellas que se encuentran
hoy en la Panamazonía. Al lado de estos misioneros siempre ha habido líderes
laicos e indígenas que por su heroico testimonio a menudo han sido asesinados,
y siguen siéndolo”. También recordó el aporte de la Iglesia en las áreas de
educación, salud, lucha contra la pobreza y contra la violación de los derechos
humanos.
Nuevos caminos de
evangelización
La
misión de la Iglesia hoy en la Amazonía es el nudo central del Sínodo, afirmó
Hummes.
El
Cardenal Hummes insistió que para plantear nuevos caminos de evangelización,
era necesario partir de la realidad de escasez de recursos
materiales y de misioneros para que las comunidades puedan desarrollarse en
plenitud, así como destacó la ausencia casi total de la eucaristía y de otros
sacramentos.
Por
otra parte insistió: “En el proceso de escucha sinodal, los pueblos indígenas
manifestaron de varias formas su voluntad de ser respaldados por la Iglesia en
la defensa de sus derechos y la construcción de su futuro. Y exhortaron a la
Iglesia a ser su fiel aliada. Porque la humanidad tiene una deuda grande con
los pueblos indígenas de los diversos continentes de la tierra, y con los de la
Amazonía también. Hace falta que a los pueblos indígenas se les devuelva y
garantice el derecho a protagonizar su propia historia, a ser sujetos del
espíritu, y no objetos o víctimas del colonialismo. Sus culturas, lenguas,
historias, identidades, espiritualidades constituyen la riqueza de la humanidad
y deben ser respetadas, preservadas e incluidas en la cultura mundial”.
El
Cardenal Hummes esbozó la Iglesia que necesita la Amazonía: una Iglesia
abierta, no encerrada en sí misma. Una Iglesia actualizada, con dimensión
mariana, alimentada por la devoción a María Santísima. Una Iglesia dialogante,
acogedora, dispuesta a caminar al lado de las personas y de las comunidades.
Inculturación
e interculturalidad
Hummes
considera que “la inculturación en el proceso de evangelización de los pueblos
amazónicos también requiere de una atención especial a la interculturalidad,
porque las culturas son muchas y muy diversificadas, aunque tienen raíces en
común. La tarea de la inculturación y la interculturalidad se desarrolla ante
todo por la liturgia, el diálogo interreligioso y ecuménico, la piedad popular,
la catequesis, la convivencia mediante el diálogo cotidiano con las poblaciones
autóctonas, las obras sociales y caritativas, la vida consagrada y la pastoral
urbana”.
Iglesia y ecología
integral van juntas
El
Cardenal insiste en que no podemos olvidar algo fundamental: “La Iglesia
de la Amazonía está consciente de que su misión religiosa, consistentemente con
su fe en Jesús Cristo, implica el cuidado de la Casa Común. Este vínculo es la
prueba de que el grito de la tierra y el grito de los pobres de la región son
el mismo grito”.
Ante
este hecho, el Cardenal Hummes recuerda: “Quizá la vida en la Amazonía nunca
haya sido tan amenazada como ahora “por la destrucción y explotación ambiental,
por la sistemática violación a los derechos humanos básicos de la población
amazónica. En especial la violación de los derechos de los pueblos originarios,
como ser el derecho al territorio, a la auto-determinación, a la demarcación de
los territorios, y a la consulta y consentimiento previos”.
Todo está interconectado
“La
ecología integral nos hace entender que seres humanos y naturaleza están
conectados: todos los seres vivos del planeta son hijos de la tierra. El cuerpo
humano está formado por el “polvo de la tierra” en el cual Dios “sopló” aliento
de vida, según reza la Biblia (cf. Gen 2,7). En consecuencia, todo lo que daña
a la tierra, daña a los seres humanos y todos los otros seres vivos del
planeta”, afirma el purpurado.
Y
continuando afirmó: “Vemos entonces que Dios mismo está conectado por completo
con toda su creación. Este misterio se cumple en el sacramento de la
Eucaristía”.
Amazonía: selva y ciudades
Hummes
evidenció una realidad: la Amazonía, como territorio es mayoritariamente selva,
pero en los núcleos urbanos viven varios millones de personas, muchas de ellas,
fruto de migraciones que están sucediendo. En las ciudades, la presencia de
indígenas urbanizados es real. En el mayor de los casos, llegan para engrosarlas
periferias pobres. “El indígena en la ciudad es un migrante, un ser humano sin
tierra y un sobreviviente de una batalla histórica por la demarcación de su
tierra, con su identidad cultural en crisis.” (IL, 132). Por muchos motivos
está obligado a ser invisible”.
Los indígenas guardianes
milenarios de la Amazonía
El
Cardenal insistió en el papel que juega la Amazonía dentro del ciclo vital del
agua en el mundo: “Sólo el río Amazonas arroja cada año en el océano Atlántico
el 15% del total de agua dulce del planeta. Por ello la Amazonía es
esencial para la distribución de las lluvias en otras regiones remotas de
América del Sur y contribuye a los grandes movimientos de aire alrededor del
planeta. También nutre la naturaleza, la vida y culturas de miles de
comunidades indígenas…”
Además,
hay que tener en cuenta la función de la selva y de los pueblos indígenas. De
hecho, en la Amazonía la selva cuida del agua y el agua de la selva,
produciendo juntas la biodiversidad; por su parte, los pueblos indígenas son
los guardianes milenarios de este sistema.
Propuesta de temas para el
trabajo sinodal
El
Cardenal Hummes propuso varios temas para que sean tratados en la Asamblea
Sinodal: a) Iglesia en salida en la Amazonía y sus nuevos caminos; b) El
rostro amazónico de la Iglesia: inculturación e interculturalidad en ámbito
misional-eclesial; c) La ministerialidad en la Iglesia de la Amazonía:
presbiterado, diaconado, ministerios, el papel de la mujer; d) La acción de la
Iglesia en el cuidado de la Casa Común: escuchar a la tierra y a los pobres;
ecología integral: ambiental, económica, social y cultural; e) La Iglesia
amazónica en la realidad urbana; f) La cuestión del agua.
Finalizó
su alocución, invitando a los participantes a dejarse llevar por el Espíritu
Santo en estas jornadas sinodales. “Déjense envolver en el manto de la Madre de
Dios, Reina de la Amazonía. No cedamos a la autorreferencia, sino a la
misericordia hacia el grito de los pobres de la tierra”.
Manuel
Cubías – Ciudad del vaticano
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