Que
nada se pierda
Hola,
buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Vivir
de la Providencia hace que conozcamos las frutas o verduras que son de
temporada, pues es lo que llega en cada momento. Así, ahora hay calabacines,
pimientos, uvas, tomates... y con ello la tomatada, los pimientos asados,
calabacín picado para congelar, compota, mermelada... El olor de la elaboración
de estas conservas inunda el Monasterio.
Pero
hay que dedicar tiempo a cada cosa: pelar, picar, calentar, envasar... Lo
importante es que nada se pierda, que, de una manera u otra, se pueda utilizar
más adelante.
Me
inundaba el olor que venía de la cocina propio de estas fechas, y por dentro me
surgía: “acoger lo que viene, que nada se pierda”.
Me
daba cuenta de que hay muchas cosas que nos llegan de nosotros mismos que
intentamos descartar o desperdiciar. Por ejemplo, hay veces que nos vienen los
tomates de la impulsividad y nos enfadamos con nosotros mismos, lo queremos
descartar de nuestra vida y, sin embargo, con un poco de conserva, nos ayudarán
a tener determinación; las uvas de la “mala uva” que a veces nos surgen, con un
poco de azúcar que sane nuestras heridas, nos harán cambiar de sabor; los
pimientos de la ironía se ablandarán al baño María quitando todas nuestras
defensas... ¿Ves? ¡Es importante que nada se pierda!
Pero
nos cuesta sentir la debilidad en nuestro carácter, nos sale rechazarlo o
esconderlo, porque no queremos hacer mal, saber a los demás duros, picantes o
amargos; nuestro corazón quiere que solo salga bien.
Jesús
nos enseña un camino diferente, nos muestra cómo coger todo eso que llega a
nosotros que no queremos, abrazarlo, amarlo. Porque es en esa debilidad que
sientes donde Él se va a hacer fuerte, donde Él te va a mostrar cómo puede
sacar lo mejor de ti. Te lleva de la mano y va más allá, te cura las heridas,
te ablanda, te cambia la mirada... y te dice: “Te he hecho bien, confía”. Pero
es importante que te pongas al baño María, te dejes echar azúcar... y la cazuela
donde todo esto se cocina es poniéndote ante Su mirada.
Hoy
el reto del Amor es que te pongas al baño María. Cuando llegue a ti algo que no
quieres de ti mismo (un impulso, contestación, enfado...), no te enfades
contigo mismo, ve a una iglesia, ponte delante de Su mirada, déjate abrazar por
Cristo. Cuando se calme tu corazón y ya sientas ser “mermelada”, ve adónde la
persona que haya podido quedar herida, pide pide perdón, y a seguir caminando.
¿Y si vuelve a ocurrir? ¡A la cazuela!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma