En la cantera de Mahatazana de Antananarivo, a
primeras horas de la tarde del domingo 8 de septiembre, y después de haber
visitado la "Ciudad de la Amistad" de Akamasoa, el Santo Padre rezó
una oración por los trabajadores
Después de haber visitado la "Ciudad de la
Amistad" de Akamasoa – que fundó en 1989 el misionero argentino Pedro
Opeka de la Congregación de la Misión, cerca del vertedero de la capital de
Madagascar, quien logró ofrecer una vida algo más digna a quienes trabajan en
la cercana cantera de granito – el Pontífice se encontró precisamente con estos
trabajadores para dejarles una oración llena de esperanza.
En la cantera el Santo Padre, con su oración, pidió a
Dios Padre por estos trabajadores, para que les conceda la fortaleza del alma y
la salud del cuerpo a fin de que no sean esclavos del peso de su oficio.
Dirigiéndose al Padre, creador del cielo y de la
tierra, Francisco dio gracias por haberlos reunido como hermanos en este lugar,
ante esa roca rota por el trabajo del hombre, donde pidió por todos los
trabajadores.
El Santo Padre pidió por los que trabajan con sus
manos y lo hacen con un enorme esfuerzo físico. Por esta razón imploró:
“Cuida sus cuerpos del desgaste excesivo, que no les
falte la ternura y la capacidad para acariciar a sus hijos y jugar con ellos”
Además pidió que Dios haga “que el fruto del trabajo
les permita asegurar dignamente la subsistencia de sus familias”. Y que
“encuentren en ellas, cada noche, calor, descanso y aliento”, y que juntos,
reunidos bajo su mirada, “conozcan la auténtica alegría”. A lo que añadió:
“Que nuestras familias sepan que la alegría de ganarse
el pan es plena cuando ese pan se comparte; que nuestros niños no sean forzados
a trabajar, puedan ir a la escuela y perseverar en sus estudios, y sus maestros
ofrezcan tiempo a esta tarea, sin necesitar de otras actividades para el
sustento cotidiano”
Al “Dios de justicia”, el Obispo de Roma le pidió
asimismo que toque “el corazón de los empresarios y los dirigentes”. A fin de
que “hagan todo lo posible por asegurar a los trabajadores un salario digno y
unas condiciones que respeten la dignidad de la persona humana”.
Además, Francisco no dudó en pedirle a Dios que
se haga “cargo” con su “paternal misericordia de los que no tienen trabajo” y
que el desempleo, “causa de tantas miserias”, “desaparezca de nuestra
sociedad”.
Sí, porque como imploró el Papa, cada uno debería
conocer la alegría y la dignidad de ganarse el propio pan para llevarlo a su
casa y mantener a su familia.
Auténtica
solidaridad
Por otra parte, el Papa pidió a Dios que cree entre
los trabajadores “un espíritu de auténtica solidaridad”; a fin de que “sepan
estar atentos unos a otros” y que “se animen mutuamente”, que “apoyen a los que
están agobiados” y “levanten a los que han caído”.
“Que, ante la injusticia, sus corazones no cedan a la
ira, al rencor, a la amargura, sino que mantengan viva la esperanza de ver un
mundo mejor y trabajar para alcanzarlo”
También pidió por los trabajadores para que sepan, “de
manera constructiva”, hacer valer sus derechos y que “sus voces sean
escuchadas”. Y tras recordar que Dios, Nuestro Padre nos ha dado como protector
de los trabajadores del mundo entero a San José, padre adoptivo de Jesús,
esposo valiente de la Virgen María, el Santo Padre Francisco concluyó su
oración diciendo:
“A Ella le confío a todos los que trabajan aquí, en
Akamasoa, así como a todos los trabajadores de Madagascar, especialmente los
que tienen una vida precaria y difícil. Que ellos los guarden en el amor de su
Hijo y los sostengan en sus vidas y en sus esperanzas. Amén”
María Fernanda Bernasconi – Ciudad del Vaticano
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