¡Que
nada se desperdicie!
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Hace
unos cuantos días, una amiga me envió un paquete lleno de... ¡¡chistorras!!
Como decimos entre nosotras, además eran ¡las mejores del mundo! Lo curioso es
que el paquete traía otra sorpresa, una que ni siquiera ella supo que me
enviaba.
¿Sabes
cuál era la sorpresa especial? ¡¡La cinta de tela con la que estaba atado el
paquete!!
Sí,
porque resulta que, desde hacía un tiempo, andaba yo buscando una cinta
exactamente así para añadírsela a mi saya (la falda que llevamos debajo del
hábito). Continuamente se resbala del gancho en que la cuelgo; llevaba días
comentándoselo al Señor, diciéndole lo mucho que lo necesitaba... ¡¡y resultó
que Él me la puso en las manos de esta forma tan original!!
Así
pues, el regalo no fue solo el interior, ¡sino hasta el envoltorio! Seguramente
mi amiga puso esa cinta sin darle mayor importancia, pensando tal vez que ya no
valdría para nada... ¡y justo fue el guiño que me hizo el Señor!
Me
impresiona un montón el afán de Jesús por no tirar nada. Cuando multiplicó los
panes y los peces, a pesar de que todo el mundo había comido hasta hartarse,
mandó a los discípulos recoger las sobras “para que nada se desperdicie”.
¡Así
es Él! Le gusta aprovecharlo todo, en todo ve posibilidades maravillosas.
¿Sabes qué significa eso? Que Cristo te ama por completo, no solo tu alma, tu
interior... ¡sino que aprovecha hasta tu envoltorio! Él ama profundamente tu
individualidad, tus particularidades.
De
este modo, le haces feliz cuando pasas un rato con Él, cuando atiendes a un
hermano... pero también cuando disfrutas de los hobbies y gustos que Él ha
puesto en tu corazón, desde ser goloso, ¡hasta ver un partido de fútbol! Todo
puede ser motivo de acción de gracias.
Pero
también hay días que metemos la pata... Entonces a nosotros nos gustaría
“retirar partes del regalo”. Quisiéramos ser impecables, perfectos, brillantes.
Es fácil creer que así, sin manchas, todo nuestro ser sería “de provecho” para
el Señor... Sin embargo, recuerda que, en una plancha de oro jamás ha nacido
una rosa; mientras que sí que nacen en el estiércol. Como te decía, a Cristo le
gusta aprovecharlo todo, ¡hasta nuestra pobreza! Es cuestión de ponernos en Sus
manos, ¡y dejar que obre milagros!
Hoy
el reto del amor es aprovechar todo el día. Y, con esto, no me refiero a que
batas récords de eficacia, sino a que le des la mano a Cristo para ver cada
minuto como una oportunidad: lo bueno, lo malo... Hoy no “pases” el día; busca
al Señor en él, ¡aprovéchalo a tope! ¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma