El Santo Padre les recordó que “la unidad en la caridad” es punto central en la experiencia y espiritualidad de san Agustín
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Capítulo General de la Orden de San Agustín (Vatican Media)C |
El Papa recibió hoy en audiencia a alrededor de ciento
cincuenta participantes en el Capítulo General de la Orden de San Agustín a quienes
alentó a vivir en sus comunidades de tal manera que puedan experimentar juntos
a Dios, para así mostrarlo vivo al mundo.
El discurso del Papa a miembros de la Orden de San
Agustín, recibidos en la mañana del 13 de setiembre con ocasión de su Capítulo
General, partió con un desafío: el de vivir juntos la experiencia de Dios para
que puedan mostrar a Dios a este mundo de una manera "clara, valiente, sin
compromisos o titubeos”.
La vida
comunitaria se compone de muchos detalles cotidianos
Pensando en las comunidades de personas consagradas,
en las que “se quiere vivir la experiencia de Dios desde una interioridad y en
comunión”, el Santo Padre les recordó que “la unidad en la caridad” es punto
central en la experiencia y espiritualidad de san Agustín, y también fundamento
de toda la vida agustiniana. Así, pues, hizo presente que fue en esa
perspectiva que quiso recordar en la Exhortación apostólica Gaudete et
exsultate “aquel encuentro espiritual sublime que vivieron juntos san Agustín y
su madre Santa Mónica”: “un momento en el que sus almas se fundieron en la
intuición de la Sabiduría divina". El Papa precisó sin embargo, que estas
experiencias “no son lo más frecuente, ni lo más importante”, sino que “la vida
comunitaria se compone de muchos pequeños detalles cotidianos”:
La comunidad que conserva los pequeños detalles del
amor, donde los miembros se cuidan unos a otros y constituyen un espacio
abierto y evangelizador, es el lugar de la presencia del Resucitado que lo
santifica según el designio del Padre.
El primer
propósito comunitario de cada día es la búsqueda de Dios
Así, señaló que para mantener viva esta “llama de
caridad fraterna” es necesaria la orientación cotidiana hacia Dios:
¡Siempre! Cada miembro de la comunidad debe estar
orientado, como el primer ‘propósito santo’ de cada día, a la búsqueda de Dios.
Esta ‘dirección’ debe ser declarada, confesada, testificada entre ustedes sin
falsos pudores. La búsqueda de Dios no puede ser oscurecida por otros
propósitos, por generosos y apostólicos que sean. Porque ese es du primer
apostolado. Estamos aquí -deberían poder decir todos los días entre ustedes-
porque estamos caminando hacia Dios. Y como Dios es Amor, caminamos hacia Él en
amor.
La caridad es
el fin, pero también el medio y el centro de la vida religiosa
Francisco también volvió sobre las palabras de san
Agustín sobre la vida religiosa, citadas por el padre Agostino Trapé: “la
caridad no es sólo fin y medio de la vida religiosa, sino también el centro: de
la caridad debe proceder y a la caridad debe orientarse, con un movimiento
perpetuo de causalidad circular, cada pensamiento, cada afecto, cada actitud,
cada acción” (San Agustín, Regla, Milán 1971-Ancora, p. 137).
Es bueno volver a menudo a aquella meditación que
Agustín dio a sus fieles sobre la Primera Carta de Juan, donde la Iglesia es
llamada por él "mater charitas", una madre que llora por la división
de los hijos y los llama a la unidad de la caridad: "Si quieres saber si
has recibido el Espíritu, pide a tu corazón que no corra el riesgo de tener el
sacramento, pero no el efecto de él". Pregúntale a tu corazón y si hay caridad
hacia tu hermano allí, quédate tranquilo.
Cada uno con la
propia cruz, porque es la medida del amor
Para esta caridad fraterna, “signo profético” de los
agustinos, la advertencia es “sabia”, según Francisco:
No podremos realizar todo esto si no tomamos nuestra
cruz diaria por Cristo, con humildad y mansedumbre. La cruz es la medida del
amor, siempre. Es verdad que se puede amar sin cruz, cuando no hay cruz, pero
cuando está la cruz, el modo, como tomo yo la cruz, es la medida del amor. Es
así.
Y la “perfección del amor”, es también “amar a
nuestros enemigos y amarlos para que se hagan hermanos”, añadió.
“Queridos hermanos, éste es también para ustedes hoy
el desafío y la responsabilidad: ¡vivir en sus comunidades de tal manera que
puedan hacer juntos la experiencia de Dios y puedan mostrarlo vivo al mundo!
Que María, madre de Jesús y figura luminosa de la Iglesia, los acompañe y
proteja siempre. Los bendigo de corazón y les pido, por favor, que recen por
mí”.
Griselda Mutual – Ciudad del Vaticano
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