MONICIÓN DE ENTRADA
Buenos
días, sed bienvenidos a la celebración del Día del Señor.
Hermanos,
como todos los domingos, nos hemos reunimos entorno al Altar de Cristo para
constituir la Asamblea Santa, el Pueblo de Dios.
Sí,
pues por pocos o muchos que seamos en la celebración dominical, los que participamos
del Cuerpo y la Sangre de Cristo constituimos la Iglesia. Por lazos invisibles
de comunión estamos unidos a todos los que participan de esta Eucaristía en
cualquier parte del mundo. Este es un Misterio que hemos de pedir a Dios que
nos lo revele.
Dispongámonos
a celebrar con fe esta Celebración.
MONICIÓN A LAS LECTURAS
Nadie
dudamos, como decía uno de nuestros poetas, que “poderoso caballero es don
dinero”. Si en cualquier tiempo, la acumulación de bienes ha sido la gran
tentación de los hombres, ahora el dinero se ha convertido en un idolo que
domina voluntades, somete a la pobreza a muchos pueblos y esclaviza a multitudes.
Su poder parece no tener límites y los desastres que produce escapan a nuestra
conocimiento.
Los
lecturas que hoy vamos a escuchar nos advierten de este poder maligno del
dinero y nos indican los criterios de su verdadera administración. Las palabras
de Jesús son muy claras, no podemos hacer oidos sordos.
Escuchemos
atentamente y con fe la Palabra que hoy se nos proclama.
ORACIÓN DE LOS FIELES
A
cada suplica respondemos: ¡Escuchanos, Señor!
-
Por la Iglesia, para que en el servicio a los pobres avance por la senda de la
pobreza y la solidaridad. OREMOS.
-
Por las grande fortunas de nuestro mundo, para reconozcan que sus grandes
ganancias tienen una hipoteca social. OREMOS.
-
Por los países pobres, por las multitudes que sufren la miseria, para que sus
condiciones injustas sean atendidas en una política económica de distribución
global. OREMOS.
-
Por los ricos, por los que se aferran a los bienes, por aquellos que piensan
que en la riqueza está la felicidad, para que se encuentren con Cristo y
reconozcan en la atención a los pobres el camino de la verdadera realización. OREMOS
-
Por todos nosotros, para que relativizando los pocos o muchos bienes que tenemos,
pongamos nuestro corazón en Dios y sirvamos solidariamente a los pobres. OREMOS.
ORACIÓN FINAL
Gracias,
Padre de bondad,
porque
conocer tu amor y cuidado hacia nosotros
es
la fuente de nuestra riqueza.
Sí,
Padre, nosotros sabemos
que
a pesar de ser unas pobres criaturas,
es
tu atención providente
la
que nos sontiene y da seguridad
en
los avatares de la vida;
es
ella la que en cualquier circunstancia
nos
sirve de refugio y nos da la esperanza
de
que tu salvación tendrá la palabra definitiva.
Padre,
manten tu misericordia con nosotros,
pues
a la primera de cambio,
olvidamos
lo que constituye nuestra fe
y
lejos de confiar en Ti,
buscamos
el auxilio y seguridad en los bienes,
y
hacemos del dinero un verdadero ídolo.
Jesús,
Tú que eres el primogénito del Padre,
danos
la gracia del Espíritu,
para
ser capaces de hacer de nuestros recursos
instrumentos
de fraternidad con los pobres.
Amén.
