¡Parece
otro!
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Hace
unos días hemos cambiado la cortina del Oratorio del Noviciado por un estor. Es
una gozada, porque, como es blanco, deja pasar la luz y, a la vez, frena los
fuertes rayos del Sol impidiendo que dañen el cuadro o el Sagrario.
Cuando
vuelvo a entrar, me sorprendo como la primera vez: hay una claridad... ¡todo el
Oratorio parece nuevo! Me hace gracia porque, con un pequeñito cambio, da la
sensación de que cambia todo.
Alguna
vez he oído decir que cuando cambias algo de esto, un mueble, una habitación...
eso habla de que algo dentro de ti ha cambiado.
Y
qué real es, hasta en la vida misma. Como cuando todos ven que hay un pequeño
cambio externo en ti (ya sea una sencilla sonrisa; una cara descansada, sin
pesos; o un gesto lleno de paz...) y te preguntan: “¿Qué te ha pasado?” Porque
ese gesto habla del verdadero cambio que se ha dado en tu interior.
Y
es que el mayor regalo que nos ha podido suceder ha sido encontrarnos con
Cristo personalmente, ¡eso sí que engendra un cambio! Parece increíble pero,
cuando sucede, cuando experimentas su Amor en tu propia vida, en tu historia,
ya nada vuelve a ser igual. Cristo nos abre los ojos para descubrir que todo en
la vida es un regalo, y comienzan a verlo todo diferente, lo ven todo nuevo.
¿No
tienes ganas de un cambio? Cristo está vivo, es real. No es solo para un
encuentro que quizá pienses que en tu vida ya quedó atrás... Él sigue vivo, y
quiere volver a tocar tu vida. Él te ama, y quiere por encima de todo que seas
feliz, y hará lo que sea para conducirte a ese camino.
Hoy
el reto del amor es pedirle a Cristo que cambie algo en tu vida. Pon de nuevo
tu vida en Sus manos y vuelve a darle su lugar, deja que sea Dios, que sea tu
Dios. Y te devolverá tu vida resucitada.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma