«La
comunión integral en la comunidad de creyentes y la unión fraterna», tema de la
catequesis del Papa Francisco en la Audiencia General del miércoles 21 de
agosto de 2019
“La comunidad cristiana nace de la efusión del
Espíritu Santo y crece cuando comparte con los demás lo que posee. El término
griego Koinonía, que significa ‘poner en común’, ‘compartir’, tiene una
dimensión importante desde los orígenes de la Iglesia. De la participación en
el Cuerpo y Sangre de Cristo, derivaba la unión fraterna que llevaba a
compartir todo lo que tenían”, lo dijo el Papa Francisco en la Audiencia General del tercer miércoles de agosto de
2019, continuando con su ciclo de catequesis sobre la evangelización
a partir del Libro de los Hechos de los Apóstoles, como preparación para el Mes
Misionero Extraordinario del próximo mes de octubre.
Koinonia: unión fraterna
En
su catequesis, el Santo Padre subrayó que, en la comunidad cristiana hay un
dinamismo de solidaridad que construye la Iglesia como familia de Dios, donde
la experiencia de la koinoníaes central. “En la Iglesia de los orígenes –
reafirmó el Pontífice – la koinonía se refiere en primer lugar a la
participación en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Por esto, cuando comulgamos
nosotros decimos ‘nos comunicamos’, entramos en comunión con Jesús y de esta
comunión con Jesús llegamos a la comunión con los hermanos y hermanas. Y esta
comunión con el Cuerpo y la Sangre de Cristo que se da en la Santa Misa, se
traduce en unión fraterna, y también a compartir los bienes y a recoger dinero
para la colecta en favor de la Iglesia madre de Jerusalén”. El Pontífice dijo
además que, si queremos ser buenos cristianos debemos dejar que la conversión
llegue hasta nuestros bolsillos, allí donde se ve si somos generosos con los
demás sin quedarse en las palabras, sino hacer gestos de una buena conversión.
Un solo corazón y una sola
alma
Asimismo,
el Papa Francisco recordó que, “la vida eucarística, las oraciones, la
predicación de los Apóstoles y la experiencia de comunión hacen de los
creyentes una multitud de personas que tienen ‘un solo corazón y una sola alma’
y que no consideran que lo que poseen es de su propiedad, sino que lo tienen
todo en común. Por este motivo ‘ninguno de ellos tenía necesidad’, porque los
que tenían campos o casas los vendían, traían el producto de lo que se había
vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; luego se repartía a cada uno
según sus necesidades”. Refiriéndose al gesto de los cristianos que se despojan
de sus bienes para dárselos a los más necesitados, el Obispo de Roma afirmó
que, no se trata solo de cosas materiales, sino también del tiempo, el
voluntariado, ya que compartir mi tiempo con los demás es comunión.
Koinonía, nueva forma de
relación
De
este modo, señaló el Santo Padre, la koinonía o comunión se convierte
en la nueva forma de relación entre los discípulos del Señor, un nuevo modo de
ser entre nosotros, es la modalidad del amor, pero no un amor de palabras, sino
un amor concreto. “El vínculo con Cristo – precisó el Pontífice – establece un
vínculo entre hermanos que también converge y se expresa en la comunión de
bienes materiales. Ser miembros del Cuerpo de Cristo hace que los creyentes
sean corresponsables los unos de los otros. Ser creyentes de Jesús nos hace a
todos nosotros corresponsables los unos de los otros, no podemos ser
indiferentes ante los problemas de los demás, debemos orar y ayudarlo, esto es
ser cristiano. Por eso, los fuertes sostienen a los débiles y nadie experimenta
la pobreza que humilla y desfigura la dignidad humana, porque ellos viven en esta
comunidad: tener en común el corazón. Se aman. Esta es la señal: el amor
concreto”.
Comunión y pobreza
De
igual forma como hicieron los Apóstoles, que establecieron una manera común de
evangelizar con la condición de no olvidarse de los pobres. Un cristiano,
agregó el Papa, siempre parte de sí mismo, de su corazón y se acerca a Jesús y
se acerca a nosotros. Esta es la primera comunidad cristiana. “Un ejemplo
concreto del compartir y de la comunión de bienes nos viene del testimonio de
Bernabé: posee un campo y lo vende para entregarlo a los Apóstoles.
Pero junto
a su ejemplo positivo hay otro tristemente negativo: Ananías y su esposa
Safira, que vendieron un terreno, decidieron entregar sólo una parte a los
Apóstoles y quedarse con el otro para sí mismos. Este engaño rompe la cadena de
compartir libre, sereno y desinteresado y las consecuencias son trágicas,
fatales. El apóstol Pedro desenmascara la impropiedad y el fraude de Ananías y
le dice: ¿Por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieras al Espíritu Santo
y guardaras una parte de las ganancias del campo? No mentisteis a los hombres,
sino a Dios. Podríamos decir que Ananías mintió a Dios por una conciencia
aislada, hipócrita, es decir, por una pertenencia eclesial negociada, parcial,
oportunista”. La hipocresía es el peor enemigo de una comunidad cristiana.
El cristiano es hermano y
no turista
El
disminuir de la sinceridad de compartir, de hecho señaló el Papa Francisco, el
disminuir la sinceridad del amor, es cultivar la hipocresía, alejarse de la
verdad, volverse egoísta, apagar el fuego de la comunión y destinarse al frío
de la muerte interior. Los que se comportan así pasan por la Iglesia como
turistas, haciendo creer que de ser cristianos y nosotros no debemos de ser
turistas, sino hermanos los unos de los otros. Una vida basada únicamente en el
aprovechamiento de las situaciones en detrimento de los demás, inevitablemente
causa la muerte interior. Y cuantas personas dicen estar cerca de la Iglesia,
ser amigos de los sacerdotes, de los Obispos mientras en el fondo solo buscan
sus intereses. Estas son las hipocresías que destruyen a la Iglesia.
Vencer la hipocresía con
obras concretas
Antes
de concluir su catequesis, el Santo Padre saludó cordialmente a los peregrinos
de lengua española venidos de España y Latinoamérica. “Pido al Señor que nos
conceda su Espíritu para vencer toda hipocresía y colocar al centro de nuestra
vida la verdad, que alimenta la solidaridad cristiana, y está llamada a ofrecer
a todos el amor de Dios con obras concretas”.
Renato
Martínez – Ciudad del Vaticano
Vatican
News