La pena de muerte fue
abolida en este país en 2006. La Iglesia hace un llamamiento a los legisladores
para que no cedan a las presiones del Presidente Rodrigo Duterte
El
22 de julio, en su amplio discurso sobre el Estado de la Nación, el Presidente
filipino Rodrigo Duterte confirmó su voluntad de restablecer la pena de muerte,
uno de los puntos fuertes de su mandato.
En
este contexto los obispos filipinos piden a los miembros del Congreso que
evalúen cuidadosamente esta propuesta para verificar si realmente sirve para
abordar el flagelo del narcotráfico y reducir la delincuencia. Rodolfo
Diamante, director ejecutivo de la Comisión Episcopal para el Cuidado Pastoral
de las Prisiones, advirtió a los parlamentarios que no dieran a los filipinos
una "falsa ilusión" ni una "solución simplista a los
problemas".
Diamante también instó a los propios
miembros del Congreso a no aprobar medidas sólo para complacer a Duterte:
"Fueron elegidos por el pueblo por su propio bien, no por el del
Presidente".
La guerra contra las
drogas
Filipinas
declaró ilegal la pena de muerte en 1987, la restableció seis años más tarde y
la abolió de nuevo en 2006. Su posible reintroducción ha vuelto al centro del
debate político en el país tras la nueva victoria de Duterte en las elecciones
a medio plazo del pasado mes de mayo, también gracias a su lucha contra el
narcotráfico y el crimen organizado.
Una
campaña que ha acabado alimentando un clima de justicia e impunidad en el país
y por ello ha sido criticada por la Iglesia y las organizaciones de derechos
humanos. Son especialmente preocupantes las ejecuciones extrajudiciales, en las
que se mata indiscriminadamente a menores por el mero hecho de ser sospechosos
de participar en el tráfico de drogas o de ser simples consumidores.
Manifestaciones en defensa
de la democracia
Las
críticas a la mano dura de Duterte se reiteraron durante el discurso sobre el
Estado de la Nación del 22 de julio, cuando líderes religiosos, representantes
de la Iglesia y activistas de la sociedad civil protestaron para cuestionar los
éxitos de Duterte y denunciar la regresión de la democracia que está teniendo
lugar en el país.
Fuente:
Vatican News