Las tres eran laicas y fueron asesinadas por odio a la fe en Pola
de Somiedo, Asturias (España) el 28 de octubre de 1936
El Papa Francisco firmó el
decreto de martirio de las siervas de Dios, María Pilar Gullón Yturriaga y dos
compañeras. Son conocidas como las enfermeras mártires de Astorga, que era su
localidad natal.
María Pilar Gullón tenía 25
años; Octavia Iglesias tenía 41, y Olga Pérez era la más joven, con 23 años de
edad. Las tres eran enfermeras de la Cruz Roja. Fueron violadas y
posteriormente ejecutadas por mujeres milicianas que se ofrecieron de
voluntarias para asesinarlas.
Éste fue de los primeros
asesinatos de enfermeras de la Cruz Roja, ya que hasta entonces el hecho de ser
sanitarias les proporcionaba cierta inmunidad. Sin embargo las tres se
declaraban abiertamente católicas y pertenecían a las Hijas de María,
Conferencias de San Vicente de Paúl y Acción Católica.
Manuel Gullón, sobrino de
María Pilar, que ahora será nombrada beata mártir, concedió una entrevista en
el año 2006 a El Diario de León en la que explica que él junto con sus cinco
hermanos iniciaron los trámites necesarios para la causa de martirio de estas
tres enfermeras.
Según cuenta, “las enfermeras
voluntarias de la Cruz Roja rotaban cada quince días, y ellas tuvieron la
posibilidad de regresar a Astorga y turnarse con otras jóvenes para cuidar a
los heridos de la guerra civil en el Hospital de Sangre de Pola de Somiedo,
pero pidieron quedarse también en el segundo turno. Fue cuando atacaron los
milicianos republicanos”.
“Las llevaron esposadas y
atadas al pueblo. El jefe de la expedición, apodado "El Patas", les
ofreció dejarlas libres y volver a Astorga si renegaban de su fe y se sumaban a
su partido. Al negarse ellas, las encerraron en una casa de Pola, que existe
todavía, y "El Patas" les dijo a los milicianos que hicieran con
ellas lo que quisieran durante la noche. Éstos las violaron y su jefe incluso
hizo circular por el pueblo un carro de bueyes para que el chirrido de sus ejes
hiciera más difícil oír los gritos de las tres enfermeras. Al día siguiente, el
28 de octubre de 1936, al mediodía, las fusilaron desnudas”, relató en la
entrevista.
Posteriormente, el jefe de la
expedición conocido como “El Patas” fue apresado y en el juicio sumarísimo al
que se le sometió declaró las circunstancias de la muerte de las tres
enfermeras y “un grupo de vecinos de Astorga trajo, también por escrito,
testimonios de los habitantes del pueblo. Es suficiente prueba de martirio”.
Manuel Gullón explicó
entonces que no le constaba ningún milagro logrado por intercesión de estas
tres jóvenes, pero sí recordó la mejoría de salud de su madre después de que su
padre, hermano de Pilar Gullón que fue mártir, compusiera una oración para las
enfermeras. Nueve días después de que su padre rezara esa oración su madre se
“recompuso completamente”. “No profundizamos más, tenemos documentos médicos que
acreditan que antes había estado enferma, pero no murió hasta el año pasado. No
hemos hecho nada con este caso porque queremos acabar con la primera fase
antes, pero trataremos de incorporarlo al proceso”, explicó.
En ese sentido también
destacó que no les mueve “ninguna motivación política ni revanchista”, sino
“sólo dar testimonio de su fe, de lo valientes que fueron las tres”.
Fuente: ACI