María es
Madre del amor en el perdón. Ella brota del amor misericordioso de Cristo y
está al servicio de la Misericordia de Cristo
Cristo es el eterno amor misericordioso
Porque contempla la situación de la humanidad por el
pecado original y ofrece la única solución posible: la redención centrada en la
Pasión y muerte.
La misericordia es la constante de la vida de
Jesucristo. Al paralítico le ofrece la solución de alma y de cuerpo: “Confía,
hijo: tus pecados te son perdonados”(Mt 9, 2). Igualmente a la mujer
hemorroísa: “Hija, ten confianza; tu fe te ha sanado. Y quedó sana la mujer
desde aquel momento” (Mt 9, 22).
En la Cruz nos ofrece la gran solución: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen (Lc 23, 34) y abre las puertas del Cielo al buen ladrón suplicante: Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc 23, 40-44).
En la Cruz nos ofrece la gran solución: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen (Lc 23, 34) y abre las puertas del Cielo al buen ladrón suplicante: Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc 23, 40-44).
María, objeto preferencial de misericordia
María diciendo orden al pecado original, no lo contrae
de hecho porque es objeto preferencial de la misericordia de Cristo. Por ello,
es privilegiada y excepcionalmente redimida. Es la Inmaculada Concepción.
María, objeto preferencial de la misericordia de
Cristo, es también la llena de gracia, de toda la gracia que necesita para ser
la Madre de Dios, Madre-Virgen.
Entonces... ¿Por qué María es madre de misericordia?
Tan sencillo como el hecho de que es la Madre de
Cristo, quien es el manantial divino de la eterna misericordia. María es Madre
de la misericordia desde el misterio de la Encarnación, la gran misericordia
del Verbo que se hace hombre al calor del corazón de María por obra del
Espíritu Santo.
María es Madre de Misericordia proyectando su amor
sobre Cristo en la cruz con ternura de madre. Lo sigue proyectando sobre la
Iglesia, Cuerpo de Cristo y por lo tanto, sobre nosotros, pecadores.
María es Madre de Misericordia que perdona a Pedro que
niega su Hijo, también a Judas el traidor y a los que crucifican a Cristo.
Pienso que Ella repite con su Hijo: “Padre, perdónalos…” María nos ofrece la
Misericordia de Cristo y nos orienta hacia Él.
María es camino del perdón. Por eso, nos conduce al
Confesionario, a la Eucaristía... El Rosario es camino de oración para alcanzar
la misericordia de Cristo y experimentar el amor misericordioso de la Madre.
En María triunfa la Misericordia. Por eso, es privilegiadamente
asunta al Cielo en cuerpo y alma, y coronada Reina y Madre de Misericordia.
*San Juan Pablo II nos dejó una gran enseñanza sobre
Maria Madre de misericordia, en la Encíclica "Veritaris Splendor"
aquí un pequeño extracto:
"El privilegio especial que Dios otorgó a la toda
santa nos lleva a admirar las maravillas realizadas por la gracia en su vida. Y
nos recuerda también que María fue siempre toda del Señor, y que ninguna
imperfección disminuyó la perfecta armonía entre ella y Dios. Su vida terrena,
por tanto, se caracterizó por el desarrollo constante y sublime de la fe, la
esperanza y la caridad. Por ello, María es para los creyentes signo luminoso
de la Misericordia divina y guía segura hacia las altas metas de la
perfección evangélica y la santidad.
María es Madre de Misericordia porque Jesucristo, su
Hijo, es enviado por el Padre como revelación de la Misericordia de Dios (cf. Jn 3, 16-18). El ha venido no para condenar sino para perdonar, para
derramar misericordia (cf. Mt 9, 13). Y la misericordia más grande radica en su
estar en medio de nosotros y en la llamada que nos ha dirigido para encontrarlo
y proclamarlo, junto con Pedro, como «el Hijo de Dios vivo» (Mt 16, 16). Ningún
pecado del hombre puede cancelar la Misericordia de Dios, ni impedirle poner en
acto toda su fuerza victoriosa, con tal de que la invoquemos.
Más aún, el mismo pecado hace resplandecer con mayor
fuerza el amor del Padre que, para rescatar al esclavo, ha sacrificado a su
Hijo: Su misericordia para nosotros es redención. Esta misericordia alcanza la
plenitud con el don del Espíritu Santo, que genera y exige la vida nueva.
Por numerosos y grandes que sean los obstáculos puestos
por la fragilidad y el pecado del hombre, el Espíritu, que renueva la faz de la
tierra (cf. Sal 104 [103], 30), posibilita el milagro del cumplimiento perfecto
del bien. Esta renovación, que capacita para hacer lo que es bueno, noble,
bello, grato a Dios y conforme a su voluntad, es en cierto sentido el colofón
del don de la misericordia, que libera de la esclavitud del mal y da la fuerza
para no pecar más. Mediante el don de la vida nueva, Jesús nos hace partícipes
de su amor y nos conduce al Padre en el Espíritu."
Aplicación
Nos acogemos a la misericordia maternal de María en
nuestra debilidad, con el Rosario en el corazón, en los labios y en las manos.
El Rosario marca el camino de la misericordia y lo aplica. Recemos el Rosario.
Por: Fr. Carlos Lledó López O.P.
Fuente: Cofradiarosario.net