El Papa Francisco encuentra a las participantes de la XXI Asamblea Plenaria de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG) en el Vaticano
Papa Francisco. Audiencia con Superioras Generales |
La
cuestión de los abusos, el diaconado, el papel de la mujer en la Iglesia, la
posibilidad de un viaje apostólico al sur de Sudán. Estos son algunos de los
temas tratados por el Papa Francisco durante el diálogo con las Superioras
Generales.
“Nadie
nos puede robar la pasión por la evangelización. No hay Pascua sin misión:
«Vayan y anuncien el Evangelio a todos los hombres» (cf. Mt 16,15-20),
estas son algunas de las palabras con las que el Papa comienza su alocución a
las Superioras Generales reunidas en la ciudad de Roma. El Discurso no fue
leído, sino que fue entregado a las asistentes.
El
Papa respondió a varias preguntas de las superioras. A continuación algunos
temas abarcados en los cuestionamientos.
Abuso de poder
El
Papa subrayó, en particular, que las religiosas no deben "convertirse en
servidores de un clérigo. Deben llevar a cabo su misión en la dimensión de
servicio, no en la de servidumbre".
Diaconado femenino
En
cuanto al diaconado femenino, el Papa recordó que una comisión había examinado
a fondo esta cuestión. Para "un decreto sacramental", explicó, se
necesita un fundamento teológico e histórico. El trabajo, dijo el Santo Padre,
continuará.
Sudán del Sur en el
corazón del Papa
Respondiendo
a la pregunta de una superiora de Sudán del Sur, el Papa dijo, finalmente, que
este año quizás haya la posibilidad de un viaje. No es una promesa, precisó,
sino una posibilidad que tal vez se haga realidad con ocasión del viaje
apostólico a Mozambique, Madagascar y Mauricio. "Quiero ir -dijo-, llevo a
Sudán del Sur en mi corazón".
A continuación, fragmentos
del discurso entregado.
Mostrar la vida
El
Papa continúa: “Vayan hermanas y anuncien a Cristo Resucitado como la fuente de
la alegría que nada ni nadie nos puede arrebatar. Renueven constantemente su
encuentro con Jesucristo Resucitado y serán sus testigos, llevando a todos los
hombres y mujeres amados por el Señor, particularmente a cuantos se sienten
víctimas de la cultura de la exclusión, la dulce y confortadora alegría del
Evangelio”.
Tengan miedo de ser
insignificantes
El
Papa constata el momento difícil que pasa la vida consagrada, particularmente
lo que se refiere a la disminución numérica y apunta dos tentaciones: “la
tentación del desánimo, la resignación o el “arrocamiento” en lo de “siempre se
ha hecho así”.
Por
eso el Papa insiste: “no tengan miedo de ser pocas, sino de ser
insignificantes, de dejar de ser luz que ilumine a cuantos están inmersos en la
“noche oscura” de la historia. No tengan miedo tampoco de «confesar con
humildad y a la vez con gran confianza en el amor de Dios su fragilidad» (Carta
a todos los consagrados, 21 noviembre 2014, I, 1) … tengan pánico de dejar de
ser sal que dé sabor a la vida de los hombres y mujeres de nuestra sociedad”.
Mucha gente las necesita y
espera
El
Papa enumeró el mucho bien que hacen las religiosas. Porque la Iglesia y el
mundo: “Necesita de su sonrisa amiga que les devuelva confianza; de sus manos
que les sostengan en su caminar; de su palabra que siembre esperanza en sus
corazones; de su amor al estilo de Jesús (cf. Jn 13,1-15) que cure
las heridas más profundas causadas por la soledad, el rechazo y la exclusión”.
Servicio humilde y
discreto
El
servicio, afirma el Papa, es animado por la oración de adoración y de alabanza;
por eso, “Cuanto más unidos estemos al Señor, más cerca estaremos de la
humanidad, particularmente de la humanidad que sufre”.
Descentrarse
El
Papa invita a descentrarse: “Cuanto más urgente es descentrarse para
ir a las periferias existenciales, más urgente es centrarse en Él
y concentrarse en los valores esenciales de nuestros carismas”. Él
continua: “Entre los valores esenciales de la vida religiosa está la vida
fraterna en comunidad. Compruebo con tanta alegría los grandes logros que se
han alcanzado en esa dimensión: comunicación más intensa, corrección fraterna,
búsqueda de la sinodalidad en la conducción de la comunidad, acogida fraterna
en el respeto por la diversidad”.
Preocupaciones sobre la
vida fraterna
El
Papa expresa su preocupación sobre algunos puntos fundamentales de la vida fraterna,
uno de ellos son las personas que llevan años ausentes ilegítimamente de las
comunidades; le preocupa aquellos Institutos “en los que la multiculturalidad y
la internacionalización no son vistas como una riqueza, sino como una amenaza”
… “Vivan hermanas la internacionalización de sus Institutos como buena noticia.
Vivan el cambio de rostro de sus comunidades con alegría, y no como un mal
necesario para la conservación. La internacionalidad y la interculturalidad no
tienen vuelta atrás”.
Al
Papa le preocupan los conflictos generacionales “cuando los jóvenes no son
capaces de llevar adelante los sueños de los ancianos para hacerlos
fructificar, y los ancianos no saben acoger la profecía de los jóvenes
(cf. Jl 2,28)”: y añade: “En una comunidad son necesarias tanto la
sabiduría de los ancianos como la inspiración y la fuerza de los jóvenes”.
Trabajar desde la
periferia
El
Papa subrayó la importancia de muchos trabajos que las hermanas realizan desde
las periferias en que viven: “La periferia de la educación, en la que educar es
ganar siempre, ganar para Dios; la periferia de la sanidad, en la que son
servidoras y mensajeras de la vida, y de una vida digna; y la periferia del
trabajo pastoral en sus más variadas manifestaciones, en el que, testimoniando
con sus vidas el Evangelio, están manifestando el rostro materno de la
Iglesia”.
Cultivar la pasión por
Cristo y por la humanidad
“Sin
pasión por Cristo y por la humanidad no hay futuro para la vida religiosa y
consagrada. La pasión las lanzará a la profecía, a ser fuego que encienda otros
fuegos”, afirma el Papa.
Manuel
Cubías – Ciudad del Vaticano
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