Adelantar la
edad de inicio a los 5 años o introducir catequesis para toda la familia
durante el primer curso son algunas de las propuestas más llamativas de la
reforma que va a implantar la archidiócesis de Madrid
Un momento de la clausura del tercer curso anual
de catequistas de la archidiócesis de Madrid, el 16 de mayo.
Foto: Archimadrid/José Luis Bonaño
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La catequesis
de niños ya no empezará a los 7 años, sino a los 5 o 6. Y los padres tendrán
que asistir durante el primer año a sesiones específicas para ellos o junto a
sus hijos cada 15 días. Estos son algunos de los puntos más llamativos de la
renovación de la catequesis que comenzará a aplicarse en el curso 2020-21 en la
archidiócesis de Madrid, según adelanta el delegado, Manuel Bru.
Tras la
publicación de los materiales para adolescentes y jóvenes, editados por PPC, la
editorial empezará a preparar los cuadernos de los más pequeños, una vez que el
cardenal Carlos Osoro acaba de aprobar las grandes líneas para la iniciación
cristiana en la capital. Otras diócesis se han interesado por este modelo y
exploran la posibilidad de adaptarlo a sus circunstancias y necesidades.
Según el
delegado, en alrededor de un 10 % de las parroquias de Madrid se exige ya la
asistencia de los padres de los chicos a catequistas, si bien con diferencias y
matices de cierta envergadura que ahora «hay que ir unificando». Se trata de un
planteamiento que parte de la necesidad de «evangelizar a toda la familia»,
hasta el punto de que «no está pensado tanto para los padres que ya tienen un
recorrido de fe, como para los más alejados». «No tenemos una varita mágica,
pero la experiencia hasta ahora ha sido muy positiva», constata Bru.
Más reticencias
ha encontrado hasta ahora la propuesta de extender de dos a tres años la
catequesis de la llamada «primera infancia», la del «despertar religioso», que
suele preceder a la Primera Comunión. La indicación de ampliar de dos a tres
años procede del Sínodo diocesano de 2006 pero la medida aún no ha llegado a
muchas parroquias. La delegación diocesana se propone armonizar criterios.
Sin embargo,
«el planteamiento no va a ser de vigilancia», añade el delegado diocesano. «Don
Carlos [Osoro] no quiere afrontar esto desde un punto de vista coercitivo»,
sino que su intención es más bien que sean los arciprestazgos los que «adapten
la normativa a las circunstancias de cada lugar, evitando además así las
disparidades entre parroquias contiguas».
En todo caso,
al igual que sucede con adolescentes y jóvenes, «la catequesis se desacramentaliza»
y deja de considerarse como «una especie de trámite formal obligatorio» antes
de recibir la Primera Comunión o la Confirmación. «No es que restemos
importancia a los sacramentos», aclara Bru. «La idea es cambiar poco a poco la
mentalidad de las familias, para que se vaya comprendiendo que la iniciación
cristiana es un proceso largo, que implica un lento discernimiento, en el que
los niños se van haciendo cristianos. Y en ese proceso hay momentos de especial
importancia, como la celebración de los sacramentos, pero que no son los
únicos».
Más liturgia y
doctrina social
Los tiempos
litúrgicos se convierten en la gran referencia. Todos los materiales giran en
torno a ellos, con lecturas dominicales tomadas de esas semanas, y gran énfasis
en la explicación de los signos externos de la Misa, que «introducen al niño en
el Misterio, en lo indecible». Ahí incluye Bru la explicación de «por qué nos
levantamos durante la celebración en determinados momentos, por qué nos
arrodillamos, el sentido de santiguarse…». «Todo eso está ya en la catequesis
clásica –añade–, pero ahora le damos más relevancia», como una forma de «ir
introduciendo a los chicos de forma natural en la vida de las parroquias».
De modo
análogo, sin olvidar la importancia de la transmisión de contenidos, se pone
mayor énfasis en «la experiencia del encuentro con Dios». Especialmente para
los más pequeños, la figura del oratorio es central en el nuevo modelo
catequético, que como aclara Bru, se inspira en la exhortación del Papa Evangelii
gaudium.
También se
refuerza el peso de la doctrina social de la Iglesia, desvela el delegado. «Por
primera vez, en la elaboración de los materiales, vamos a contar con cuatro
instituciones de referencia en la Iglesia: Cáritas, Manos Unidas, Obras
Misionales Pontificias y Ayuda a la Iglesia Necesitada», para aprovechar su
«trabajo y experiencia en cómo introducir a los niños en una sensibilidad
cristiana social y misionera».
Ricardo
Benjumea
Fuente: Alfa
y Omega