Un grupo de
trabajadoras de la Santa Sede se entrena para jugar a finales de mes contra la
A.S. Roma, cuarta en la serie A italiana de mujeres
Las empleadas del Vaticano
acaban de formar el primer equipo de fútbol femenino del pequeño Estado y, a
juzgar por los entrenamientos, no lo hacen nada mal. Su capitana, la camerunesa
Eugene Tcheugoue, que juega de delantera, está feliz: «¡Ha sido una idea
genial!». En realidad, todo el equipo desborda optimismo.
Son las más dinámicas
de las 800 mujeres que trabajan en el Vaticano, desde la Oficina de Prensa a
los legendarios Museos Vaticanos, pasando por los departamentos de gobierno de
la iglesia o el Servicio de Salud.
Muchas de las jugadoras son
mamás jóvenes y entusiastas, a las que aplauden sus hijas desde las gradas.
Otras son hijas de empleados del Vaticano, en un abanico de edades que va desde
los 25 a los 40 años. La capitana, Eugene, trabaja en el Departamento de
Laicos Familia y Vida, cuyo presidente, el cardenal Kevin Farrell, está
absolutamente orgulloso.
Las chicas
«blancoamarillas» –los colores del Vaticano– se han «rodado» en un torneo
organizado por el hospital pediátrico Bambino Gesú, y el próximo 26 de mayo se
estrenarán en un partido muy difícil contra la A. S. Roma, cuarta en la serie A
femenina italiana. Son ya imparables: el 22 de junio disputarán su primer
partido internacional en Viena.
Con su camiseta amarilla y
su pantalón blanco, las chicas del Vaticano salen al campo a ganar pero, sobre
todo, a divertirse. O, como afirma Barbara, una de las delanteras «por el
placer de jugar», y por eso han aceptado participar en varias competiciones
benéficas.
La mayoría de las jugadoras
son italianas, como Orietta Ferretti, de la agencia de viajes del Vaticano. De
momento no hay ninguna monja pero las habrá, como en el equipo de atletismos,
«Athletica Vaticana». Que, por cierto, hizo buen papel el pasado 11 de
mayo en la carrera nocturna de Wittemberg, la ciudad de la reforma de Lutero,
donde les recibieron como héroes.
El «alma» del equipo de
fútbol es la imparable Susan Volpini, secretaria de la «Asociación de Mujeres
del Vaticano», quien está feliz de haber pasado de partidos amistosos a tener un
equipo de verdad jugando en el campo de la «Clericus Cup», el torneo anual de
16 equipos de sacerdotes, seminarios y «colleges» nacionales en el que el
Pontificio Colegio Español San José, acumula más entusiasmo que triunfos.
Las chicas, en cambio,
juegan para divertirse, aunque esto pone un poco nervioso al entrenador,
Gianfranco Guadagnoli, quien les insiste en salir a ganar desde el primer
minuto. Aunque no hace deporte desde que le extirparon medio pulmón, el Papa
Francisco es aficionado al fútbol y sigue siendo socio con carné del «San
Lorenzo de Almagro» de Buenos Aires. Ahora aplaude también a las
«blancoamarillas».
Juan Vicente Boo. Ciudad
del Vaticano
Fuente: ABC