La oración siempre tendrá un efecto transformador en la vida de quien la practica, porque se basa en su comunicación con Dios. Descubre qué dice la Biblia
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Los Salmos son
uno de los mayores tesoros cuando hablamos de oración personal. Considera
solamente que incluso Jesús utilizaba los Salmos para rezar, como en el momento de la
cruz.
El Catecismo
de la Iglesia Católica explora con más profundidad este tema y destaca
cinco tipos diferentes de oración que se encuentran en la Sagrada Escritura.
Estas
formas de oración están basadas en la revelación divina y la experiencia de los
que habitan los relatos de la Biblia.
Bendición y
adoración
El Catecismo describe
la bendición como una oración que “expresa el movimiento de fondo de la oración
cristiana: es encuentro de Dios con el hombre; en ella, el don de Dios y la
acogida del hombre se convocan y se unen. La oración de bendición es la
respuesta del hombre a los dones de Dios: porque Dios bendice, el corazón del
hombre puede bendecir a su vez a Aquel que es la fuente de toda bendición” (CIC
2627).
El Padrenuestro contiene bendiciones de este tipo
cuando decimos “santificado sea tu nombre”. Otro ejemplo de esta oración puede
encontrarse en Daniel 3.
La adoración está estrechamente ligada a la
bendición y el Catecismo la describe como
“la primera actitud del hombre que se reconoce criatura ante su Creador. Exalta
la grandeza del Señor que nos ha hecho y la omnipotencia del Salvador que nos
libera del mal” (2628).
Oración
de petición
La oración de petición es probablemente el tipo de
oración más conocido. Consiste en un “vocabulario de súplica” con el que
“pedir, reclamar, llamar con insistencia, invocar, clamar, gritar, e incluso
'luchar en la oración'” (2629). Es una oración que reconoce el poder y la
majestad de Dios y pide su misericordia para nuestras vidas.
Este tipo de oración debería incluir primero una
oración de perdón, como la de la parábola del publicano:
"‘Oh Dios ten compasión de este pecador’. Es
el comienzo de una oración justa y pura. La humildad confiada nos devuelve a la
luz de la comunión con el Padre y su Hijo Jesucristo, y de los unos con los
otros: entonces ‘cuanto pidamos lo recibimos de Él’. Tanto la celebración de la
Eucaristía como la oración personal comienzan con la petición de perdón” (2631).
Dios siempre responde a nuestras
oraciones de petición, aunque quizás no sean respondidas de la manera que
esperamos.
Oración de
intercesión
Otro tipo común de oración, la de intercesión, “es
una oración de petición que nos conforma muy de cerca con la oración de Jesús.
Él es el único intercesor ante el Padre en favor de todos los hombres, de los
pecadores en particular” (2634).
Es un tipo antiguo de oración que se encuentra en
la Biblia.
El Catecismo explica: “Interceder,
pedir en favor de otro, es, desde Abraham, lo propio de un corazón conforme a
la misericordia de Dios. En el tiempo de la Iglesia, la intercesión cristiana
participa de la de Cristo: es la expresión de la comunión de los santos. En la
intercesión, el que ora busca ‘no su propio interés sino [...] el de los
demás’, hasta rogar por los que le hacen mal” (2635).
La oración intercesora puede ser muy poderosa y
Dios está especialmente atento a los que rezan por otros que sufren.
Un ejemplo de este tipo de intercesión puede
encontrarse en los Evangelios, cuando Jesús curó un hombre paralítico que
llevaron a la casa a través del techo. Marcos documenta: “Al ver la fe de esos
hombres, Jesús dijo al paralítico: ‘Hijo, tus pecados te son perdonados’” (Marcos 2,5).
Oración de
acción de gracias
La oración de acción de gracias “caracteriza la
oración de la Iglesia que, al celebrar la Eucaristía, manifiesta y se convierte
cada vez más en lo que ella es” (2637).
Es un tipo común de oración, pero no se practica a
menudo. Quizás recemos por una petición específica, pero cuando Dios responde a
nuestras oraciones, tendemos a olvidar agradecérselo.
Jesús señaló esta falta cuando sanó a 10 leprosos
pero solamente uno regresó para dar las gracias: “¿Cómo, no quedaron
purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar
gracias a Dios, sino este extranjero?” (Lucas 17,17-18).
Oración de
alabanza
La alabanza, aunque similar a la bendición y a la
acción de gracias, es una oración distinta. Es una oración “que reconoce de la
manera más directa que Dios es Dios. Le canta por Él mismo, le da gloria no por
lo que hace, sino por lo que Él es” (2639).
El Catecismo explica: “Como los autores inspirados
del Nuevo Testamento, las primeras comunidades cristianas releen el libro de
los Salmos cantando en él el Misterio de Cristo. En la novedad del Espíritu,
componen también himnos y cánticos a partir del acontecimiento inaudito que
Dios ha realizado en su Hijo” (2641).
Esta oración también se encuentra en el libro del
Apocalipsis, donde “los profetas y los santos, todos los que fueron degollados
en la tierra por dar testimonio de Jesús, la muchedumbre inmensa de los que,
venidos de la gran tribulación nos han precedido en el Reino, cantan la
alabanza de gloria de Aquel que se sienta en el trono y del Cordero” (2642).
Es una oración que simplemente ensalza a Dios por
ser Dios, no en referencia a ningún beneficio específico o favor recibido. La
celebración de la Eucaristía es llamada a menudo “el sacrificio de alabanza”.
Philip
Kosloski
Fuente: Aleteia