Discurso
del Papa Francisco durante el Encuentro con la Comunidad Católica de Bulgaria,
en la Iglesia San Miguel Arcángel de Rakovski, en el marco de su 29° Viaje
Apostólico Internacional a Bulgaria y Macedonia del Norte
“No
se cansen de ser una Iglesia que siga engendrando, en medio de las
contradicciones, dolores, pobrezas, a los hijos que esta tierra necesita hoy en
los inicios del s. XXI, teniendo un oído en el Evangelio y el otro en el
corazón de vuestro pueblo”, lo dijo el Papa Francisco este lunes, 6 de mayo,
durante el Encuentro con la Comunidad Católica de Bulgaria, en la Iglesia San
Miguel Arcángel de Rakovski, en el marco de su 29° Viaje Apostólico
Internacional a Bulgaria y Macedonia del Norte.
Ver con los ojos de la fe
En
su discurso, el Santo Padre agradeció la calurosa acogida, las danzas y
testimonios que la Comunidad Católica de Bulgaria le presentó, una comunidad
con sus mil rostros y carismas. Asimismo, el Papa Francisco agradeció al pueblo
de Dios por haberlo ayudado a comprender un poco más por qué esta tierra fue
tan querida y significativa para Juan XXIII. “Ver con los ojos de la fe –
señaló el Pontífice recordando las palabras del “Papa bueno” – es saber
sintonizar su corazón con el del Señor de tal manera que decía que no estaba de
acuerdo con aquellos que sólo veían el mal a su alrededor y los llamó profetas
de calamidades. Para él, había que confiar en la Providencia, que nos acompaña
continuamente y, en medio de las adversidades, es capaz de darle cumplimiento a
planes superiores e inesperados”.
El amor “primerea”, es
gratuito.
Los
hombres y mujeres de Dios, precisó el Santo Padre, son los que se animan a dar
el primer paso y buscan creativamente ponerse en la primera línea,
testimoniando que el Amor no está muerto, sino que ha vencido todos los
obstáculos. En este sentido, el Papa Francisco compartió su experiencia al
visitar el Campo de Refugiados de Vrazhedebna, allí el Pontífice se reunió con
refugiados y personas acogidas de varios países del mundo, allí le dijeron que
el corazón del Centro nace de la conciencia de que toda persona es hija de
Dios, independientemente de su etnia o confesión religiosa. “Por ello, el Papa
dice que, para amar a alguien no hay necesidad de exigir o pedirle un curriculum
vitae; el amor “primerea”, se adelanta. Porque es gratuito”. Quien ama, agregó
el Pontífice, no pierde el tiempo en lamentarse, sino que siempre ve lo que
puede hacer en concreto.
Mirar y sentir cómo mira y
siente Jesús
Pero
para tener la mirada de Dios, subrayó el Santo Padre, necesitamos de los demás,
necesitamos que nos enseñen a mirar y a sentir cómo mira y siente Jesús; que
nuestro corazón pueda palpitar con sus mismos sentimientos. Y citando los
testimonios que se presentaron en la celebración, el Pontífice señaló que, la
parroquia fue siempre su segunda casa. “Así, la parroquia se transforma en una
casa en medio de todas las casas y es capaz de hacer presente al Señor allí
donde cada familia, cada persona busca cotidianamente ganarse el pan. Allí, en
el cruce de los caminos, está el Señor, que no quiso salvarnos por decreto,
sino que entró y quiere entrar en lo más recóndito de nuestros hogares y
decirnos, como dijo a sus discípulos: ¡La paz esté con vosotros!”.
Unidos para hacer presente
el Reino de Dios
Asimismo,
el Papa Francisco hablando de las personas que Dios ha puesto al lado del
pueblo, los sacerdotes y ministros, dijo que, el Pueblo de Dios agradece a su
pastor y el pastor reconoce que aprende a ser creyente con la ayuda de su
pueblo, de su familia y en medio de ellos. “Una comunidad viva que sostiene,
acompaña, complementa y enriquece. Nunca separados, sino juntos, cada uno
aprende a ser signo y bendición de Dios para los demás. El sacerdote sin su
pueblo pierde identidad y el pueblo sin sus pastores puede fragmentarse. La
unidad del pastor que sostiene y lucha por su pueblo, y el pueblo que sostiene
y lucha por su pastor. Cada uno dedica su vida a los demás. Nadie puede vivir
para sí, vivimos para los demás. Es el pueblo sacerdotal el que, junto al
sacerdote, puede decir: «Este es mi cuerpo que se entrega por vosotros». Así
aprendemos a ser una Iglesia-hogar-comunidad que acoge, escucha, acompaña, se
preocupa de los demás revelando su verdadero rostro, que es rostro de madre”.
Ser una casa de puertas
abiertas
Además,
el Santo Padre recordando la figura de los hermanos Cirilo y Metodio, dos
grandes testigos que fueron capaces de testimoniar con su vida el amor del
Señor en estas tierras, los invitó a “ser una casa de puertas abiertas, siguiendo
las huellas de Cirilo y Metodio, y esto implica también hoy animarse a ser
audaces y creativos para preguntarse cómo se puede traducir de manera concreta
a las generaciones más jóvenes el amor que Dios nos tiene. Sabemos y
experimentamos que los jóvenes, en las estructuras habituales, muchas veces no
encuentran respuestas a sus inquietudes, necesidades, problemáticas y heridas”.
La tentación del
desarraigo y la soledad
Para
construir una casa de puertas abiertas dijo el Papa Francisco tenemos que tener
una mayor imaginación en nuestras acciones pastorales para buscar la manera de
llegar al corazón de la gente, pero tenemos que estar atentos dijo el
Pontífice, a una tentación que enfrentan las nuevas generaciones y es la falta
de raíces que los sostenga y esto los lleva al desarraigo y a una gran soledad.
Nuestros jóvenes, cuando se sienten llamados a desplegar todo el potencial que
poseen, muchas veces quedan a mitad de camino por las frustraciones o las
desilusiones que experimentan, ya que no poseen raíces donde apoyarse para
mirar adelante.
No tengamos miedo a asumir
nuevos desafíos
Antes
de concluir su discurso, el Papa Francisco les alentó a no tener miedo a asumir
nuevos desafíos, siempre que busquemos por todos los medios que nuestro pueblo
no sea privado de la luz y el consuelo que nace de la amistad con Jesucristo,
de una comunidad de fe que lo contenga y de un horizonte siempre desafiante y
renovador que le dé sentido y vida. “No nos olvidemos que las páginas más
hermosas de la Iglesia – concluyó el Papa – fueron escritas cuando el Pueblo de
Dios se ponía en camino creativamente, para buscar traducir el amor de Dios en
cada momento de la historia, con los desafíos que se iban encontrando. Es lindo
saber que contáis con una gran historia vivida, pero es más hermoso saber que a
vosotros se os confió escribir lo que vendrá”.
Renato
Martínez – Ciudad del Vaticano
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