El P. Julio de Pablo, rector del
Santuario de la Gran Promesa en la ciudad de Valladolid (España), explicó los
orígenes de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús expandida por el Beato
Bernardo de Hoyos
Según explicó el P. Julio De Pablo, en
una entrevista concedida a HM Televisión, el Beato Bernardo de Hoyos “desde
pequeño sintió una llamada a la vida entregada a Dios, a la vida consagrada.
Entró en la Compañía de Jesús, y al colegio San Ambrosio [en Valladolid] llegó
con 21 años y no conocía el culto al corazón de Jesús”.
“Fue gracias a una petición de un
compañero, mayor de edad, que le pidió que buscase en la biblioteca un libro
del Padre Gallifet, sobre el Sagrado Corazón de Jesús”, afirmó el rector del
santuario.
El Beato Bernardo de Hoyos dejó escrito
que cuando comenzó a “leer el origen del culto del Corazón de Nuestro Amor,
Jesús, sentí en mi espíritu un extraordinario movimiento, fuerte, suave y nada
arrebatador ni impetuoso con el cual me fui luego, al punto, delante del Señor
sacramentado a ofrecerme a su corazón para cooperar en cuanto pudiese, a lo
menos, con oraciones, a la extensión de su culto”.
En ese sentido, el P. De Pablos subraya
que el Beato Bernardo “fue constituido por el mismo Cristo en apóstol del
Corazón de Jesús”, y por medio del Señor “manifestó la intensidad de un corazón
que tanto ama a los hombres y que tantas veces es abandonado y despreciado. El
Beato Bernardo supo, con 24 años de vida, manifestar esta intensidad del
Corazón de Jesús en los hombres”.
Entre las manifestaciones o visiones que tuvo este beato, una de las más
importantes ocurrió el 14 de mayo de 1733. “Bernardo estaba en la iglesia de
San Esteban, cuando después de comulgar pudo contemplar el Corazón de Cristo y
recibió el legado de la Gran Promesa, de la que toma nombre este santuario”,
explicó el rector.
“Dios me da a entender que no se me daban
a gustar las riquezas de este corazón sino que por mí las gustasen otros, pedí
a toda la Santísima Trinidad la consecución de nuestros deseos”, escribió el
beato.
Durante esa aparición el Beato Bernardo
Hoyos pidió que se celebrara en España la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús,
a lo que Cristo le contestó lo que posteriormente se conocería como “la Gran
Promesa”: “Reinaré en España y con más veneración que en otras muchas partes”.
Después de ese momento, el Beato Bernardo
Hoyos se convirtió en “apóstol a través de los medios de difusión que se
conocían entonces, como las postales, e incluso escribió un libro titulado ‘El
tesoro escondido’, donde habla del Corazón de Jesús”.
El Beato Bernardo Hoyos murió con 24
años, pero según precisa el P. De Pablos su corta edad “no fue detrimento para
el amor a Cristo”, que lo llevó “a tocar el Cielo en la tierra, a convertirse
en un apóstol ardiente y apasionado por el corazón del Señor”.
En ese sentido, el rector de este
importante santuario destacó en la entrevista que “Jesús dijo ‘reinaré en
España’. Cristo reinará en nosotros, cuando incentivemos este reinado en
nuestro corazón, dentro de nosotros. Cuando nos apasionemos por Jesús, que
vivamos enamorados de Cristo y solo busquemos como alimento su voluntad. Y
Cristo desea reinar para aniquilar en nosotros la raíz del pecado y podamos
vivir totalmente la vida y la virtud de la santidad. El hombre desea descubrir
la verdad de su vida, y la única verdad es Dios. Y Dios desea que el hombre
tenga sed de Él porque Dios tiene sed de cada uno de los hombres”.
El P. De Pablos explicó que esta devoción al Sagrado Corazón de Jesús está
profundamente unida a la consagración de cada uno a él.
Según precisó esta consagración significa
“ofrecer nuestra vida sin temor a Aquel que nos ha amado apasionadamente y
redimido, que por eso la consagración nos habla de la pasión de entregarnos a
Jesús”.
Explica que “muchas personas nos hablan
del temor a hablar de la consagración a Cristo, porque piensan que Jesús les va
a pedir más de lo que cada uno puede ofrecer, pero Dios solo pide a cada alma
lo que el alma puede entregarle, porque Dios está sediento de almas generosas
que quieran consagrarse a Él”.
“Cuando nos consagramos a Cristo,
queremos consolar lo que Cristo lleva en su corazón”, precisó el rector, y
afirmó que “Jesús mostró su corazón a Margarita Alacoque, y a Bernardo un
corazón rodeado de espinas, que son los pecados de los hombres que le infligen
y le clavan constantemente. Por eso, el alma consagrada a Él desea amarle y
consolarle de aquellos abandonos que sufre y reparar, esencialmente en esta
devoción, el corazón herido de Cristo”.
Sobre las características de esta consagración,
el rector del Santuario de la Gran Promesa afirmó que ésta nos habla de “un
amor incondicional a Jesús y de la reparación del corazón del Señor, que espera
que acudamos a Él por quienes le ofenden y abandonan. Es también consolación,
porque igual que Cristo nos consuela, Él pide ser consolado por los suyos”, y
afirmó que “es la generosidad de Jesús por nosotros y la correspondencia del
hombre hacia Cristo que nos pide entregarnos a Él”.
Fuente:
ACI