La verdadera evangelización empieza con el Kerigma
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La palabra “kerigma” tiene su raíz
relacionada con los emisarios o mensajeros reales – los “kerix” -, hombres que
recorrían los reinos proclamando las noticias relacionada con la vida
palaciega.
En la
tradición cristiana, la palabra kerigma se volvió sinónimo del primer anuncio
de las verdades de la fe. Los discípulos, tras la muerte de Jesús, salieron por
las ciudades y poblados anunciando el kerigma del Reino de Dios que, en las
Escritura, se resume así: Jesús de Nazaret murió, resucitó y fue
exaltado a la derecha de Dios Padre.
Esta afirmación es el centro de la fe
cristiana. Entre
los apóstoles, san Pablo es llamado muchas veces el gran misionero kerigmático,
ya que él supo más que nadie proponer las bases del Evangelio y el nombre de
Jesús a muchos pueblos y muchas culturas diferentes. El kerigma cristiano
consiste en la presentación de Jesús con sus tres grandes títulos: Salvador,
Señor y Mesías.
Todos los que
desean seguir a Jesucristo pasan, necesariamente, por el anuncio primero de la
fe, por el despertar del amor a Jesucristo. El kerigma es, entonces, el primer
anuncio del Evangelio para aquellas personas que aún no conocen a Jesucristo.
La palabra anunciada no es una teoría. Es la Buena Noticia que revela el amor
de Dios por la humanidad en la entrega de su Hijo Jesús.
La verdadera
evangelización empieza con el kerigma, que da vida nueva, experiencia de fe,
Buena Nueva y poder de espíritu. Sólo lo que son enviados tienen autoridad para
anunciar el kerigma. La evangelización tiene un proceso propio que no se debe
invertir, bajo pena de perder la fuerza intrínseca de la Palabra de Dios: primero,
se debe presentar a Jesús, centro y base de la Buena Nueva; después, y
solamente después, se deben exponer las verdades, leyes y exigencias de
ese Jesús.
Por P. Evaldo César de Souza, C.Ss.R. – A12.com
Fuente: Aleteia