Viernes
"Dios
todopoderoso y eterno, que por el misterio pascual has restaurado tu alianza
con los hombres, concédenos realizar en la vida cuanto celebramos en la fe. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén."
Por
el Misterio pascual, Dios ha restaurado su alianza con los hombres. Pidámosle
que nos conceda realizar en nuestras vidas todo lo que celebramos en la Fe.
Hoy,
que el Señor nos invita a crecer en nuestra fe, y a echar las redes para
pescar. En el pasaje de la pesca milagrosa, las palabras del Señor Jesús
resuenan en las fibras más profundas del corazón de los Apóstoles, disipando
toda preocupación y temor existente en sus corazones, y permaneciendo con
ellos en un fraternal compartir.
De las Catequesis de
Jerusalén
La
unción del Espíritu Santo
Bautizados
en Cristo y habiéndoos revestido de Cristo, habéis adquirido una condición
semejante a la del Hijo de Dios. Pues Dios, que nos predestinó a la adopción de
hijos suyos, nos hizo conformes al cuerpo glorioso de Cristo. Por esto, hechos
partícipes de Cristo (que significa Ungido), no sin razón sois llamados
ungidos; y refiriéndose a vosotros dijo el Señor: No toquéis a mis ungidos.
Fuisteis
hechos cristos (o ungidos) cuando recibisteis el signo del Espíritu Santo, todo
se realizó en vosotros en imagen, ya que sois imagen de Cristo. Él, en efecto,
al ser bautizado en el río Jordán, salió del agua, después de haberle
comunicado a ella el efluvio fragante de su divinidad, y entonces bajó sobre él
el Espíritu Santo en persona, y se posó sobre él como sobre su semejante.
De
manera similar vosotros, después que subisteis de la piscina bautismal,
recibisteis el crisma, símbolo del Espíritu Santo con que fue ungido Cristo.
Respecto a lo cual, Isaías, en una profecía relativa a sí mismo, pero en cuanto
que representaba al Señor, dice: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el
Señor me ha ungido; me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres.
Cristo
no fue ungido por los hombres con aceite o ungüento material, sino que el
Padre, al señalarlo como salvador de todo el mundo, lo ungió con el Espíritu
Santo. Como dice Pedro: Dios ungió a Jesús de Nazaret con poder del Espíritu
Santo; y en los salmos de David hallamos estas palabras: Tu trono, ¡oh Dios!,
permanece para siempre; cetro de rectitud es tu cetro real; has amado la
justicia y odiado la impiedad: por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido con
aceite de júbilo entre todos tus compañeros.
El
Señor fue ungido con un aceite de júbilo espiritual, esto es, con el Espíritu
Santo, el cual es llamado aceite de júbilo porque es el autor del júbilo
espiritual; pero vosotros, al ser ungidos materialmente, habéis sido hechos
partícipes de la naturaleza de Cristo.
Por
lo demás, no pienses que es éste un ungüento común y corriente. Pues, del mismo
modo que el pan eucarístico, después de la invocación del Espíritu Santo, no es
pan corriente, sino el cuerpo de Cristo, así también este santo ungüento,
después de la invocación, ya no es un ungüento simple o común, sino el don de
Cristo y del Espíritu Santo, ya que realiza, por la presencia de la divinidad,
aquello que significa. Tu frente y los sentidos de tu cuerpo son ungidos
simbólicamente y, por esta unción visible de tu cuerpo, el alma es santificada
por el Espíritu Santo, dador de vida.
Tomado de
serviciocatolico.com
Fuente:
ACI Prensa