Extraordinario
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Finalizada
la obra del locutorio, quedaba todavía la “puesta a punto”: ¡limpiar todo y
volver a poner cada cosa en su lugar!
A
Joane y a mí nos dieron dos fregonas y un cubo. Como el locutorio es bastante
amplio, había que organizarse.
Nos
pusimos en el fondo, en línea, de forma que una fregaba del centro a la
derecha; y la otra, del centro a la izquierda, avanzando a la vez.
-Oye,
¿y si lo hacemos sincronizadas? -propuse divertida.
Y
así empezamos a mover las fregonas y los pies al mismo ritmo.
-No,
no, espera -dijo Joane al poco-. Vamos a ir en sentido opuesto... nos acercamos
las dos al centro y... ¡nos lanzamos las fregonas por el aire para
intercambiarlas!
Imagina
las risas, pero, al instante...
-¡Espera,
ahora unimos los pasos laterales!
Y
llegó la guinda del pastel:
-¡¡Vamos,
Sión, ahora canta algo!! ¡¡Ya tenemos montado el musical!!
Salpicaduras
de agua por aquí y por allá, las fregonas volando, nosotras cantando y
bailando... Las carcajadas y aplausos de la Priora y de Israel, que nos
pillaron en plena actuación, fueron el colofón final. ¡¡Jamás fregar me había
parecido tan extraordinariamente divertido!!
Hay
un refrán que dice: “Solo irás más rápido; acompañado llegarás más lejos”.
Desde
la Creación, el Señor no quiso que el hombre estuviese solo. Jesús tampoco
quiso caminar en solitario, sino que, desde el principio, escogió a Doce. Más
aún, ¡nuestro Dios es Trinidad, es comunidad, es familia!
Dos
mil años después, Cristo no ha cambiado de estrategia. Quiere establecer
contigo una relación personal... ¡pero dentro de una comunidad! El Señor te
invita a compartir tu fe y tu vida con los hermanos que ha puesto en tu camino.
Es
cierto, a veces somos distintos, las cosas parecen ir por los aires, quizá
llevamos pasos encontrados, pero, esas diferencias, ¡enriquecen la coreografía!
La cuestión es dejar que el Señor ponga la música, ¡y todos movernos al ritmo
que Él marque!
Jesús
te regala a los demás como un don de Su amor. Él sabe que, con amor y hermanos,
hasta el acto más ordinario, puede convertirse en un acontecimiento realmente
extraordinario.
Hoy
el reto del amor es que te unas a la tarea que está realizando una persona a tu
lado. Quizá simplemente es tirar la basura, limpiar el coche u ordenar el
cuarto... Dale la mano a Cristo y regálale ese tiempo con una sonrisa. Verás
que el trabajo se divide, ¡y el amor multiplica la alegría! ¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma