Efecto
dominó
Hola,
buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
En
el coro, cuando acaba cada salmo, hay un Gloria en el que todas nos inclinamos
haciendo reverencia a la Trinidad.
Estábamos
en la última oración del día cuando una hermana se inclinó y, seguido, lo
hicimos una tras otra hasta que nos dimos cuenta de que no era el momento, ¡no
era cuando había que inclinarse! No pudimos contener la risa ante el “efecto
dominó” que se produjo.
Una
se inclinó, y todas fuimos detrás de forma inconsciente. Así ocurre con todo:
una sonrisa lleva a otra, un gesto lleva a otro, un saludo cariñoso lleva a
otro. ¡El efecto dominó se da con cada cosa que hacemos! Nuestros gestos no
dejan indiferente al mundo que nos rodea.
Así,
Jesús nos dijo: “En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis
amor los unos a los otros” (Jn 13,35). Es el amor el distintivo del cristiano,
ese amor que Cristo te regala para que se lo regales a los demás, un amor
gratuito que se concreta en gestos cotidianos y sencillos que hacen que se dé
“el efecto dominó” empezando desde los más cercanos.
Hoy
el reto del amor es que des la mano a Cristo y empieces con Él el “efecto
dominó” en este día con alguien desconocido. Saluda con una sonrisa al chófer del autobús, guía a quien no encuentra el camino, cede tu asiento, sonríe...
Siente el gozo y la alegría de apostar por el Amor.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma