Viernes Santo
Hermanos, hoy celebramos la Pasión del Señor, primer acto de su Pascua.
Jesús, por su pasión, muerte y resurrección va a pasar de este mundo al Padre y
va a llevar consigo nuestra humanidad.
Jesús es el grano de trigo que muere en el surco de nuestra tierra para dar
fruto de vida eterna en cada uno de nosotros. Este es el Misterio central de
nuestra salvación.
La liturgia de este día tiene tres momentos
fundamentales: la Liturgia de la Palabra (que culmina en una solemne Oración
Universal), la Adoración de la Cruz y la Comunión con el Pan que consagrado
ayer ha permanecido en el Monumento. Hoy el centro de la liturgia es la Cruz.
Iniciemos nuestra celebración orando en silencio. Quien
pueda, de rodilla, y quien no, de pie.
MONICIÓN A LAS LECTURAS
La celebración del Viernes Santo solo se puede vivir en la fe. Solo por
la fe podemos acompañar a Jesús en su camino hacia la Cruz; solo por la fe
podemos aguantar el escándalo de su aparente fracaso; solo por la fe podemos
esperar que la muerte no tenga la última palabra…
¿Dónde encontraremos apoyo para fortalecer nuestra fe? La Palabra divina
viene a nuestro auxilio. Ella es la lámpara que Dios nos ofrece para iluminar
las sombras de muerte que amenazan nuestra fe.
Escuchemos con devoción la Palabra de Dios.
INTRODUCCIÓN
A LA ORACIÓN UNIVERSAL
Hoy con la
Oración Universal nuestra comunidad cristiana ejerce su sacerdocio. Nuestra
Oración quiere abarcar todo el mundo, como lo abarca el Amor de nuestro Dios.
Unos clavos y dos
maderos no pueden detener la Vida, ni la Gracia que nos viene del Padre. Unos
brazos clavados, los de Jesús, siguen siendo capaces de acoger, abrazar y redimir
a todos los crucificados de la tierra.
Oremos hermanos, para que la salvación
que nos ha alcanzado Cristo en su Cruz se proyecte en toda la humanidad,
especialmente en aquella porción que está sometida a la cruz.
ADORACIÓN DE LA CRUZ
La adoración de la Cruz que ahora vamos a realizar
es una profunda expresión de fe.
Nosotros creemos
y confesamos que donde acaba la vida, Dios pone su Vida; donde triunfa el mal y
la injusticia, Dios pone la Salvación; donde está la locura del desamor, Dios
pone la Gracia. Con los brazos extendidos y clavados al madero, Jesús nos
abraza y nos da motivos para la esperanza.
Que nuestra
adoración de la Santa Cruz sea una expresión de que, igual que Jesús, también
nosotros queremos abrazar nuestras cruces para abrir senderos de esperanza a
nuestros hermanos crucificados.