Abramos nuestro corazón para que Él venga en nosotros
El Papa Francisco celebra la Misa matutina en la capilla de la Casa de Santa Marta (Vatican Media) |
Durante la celebración de la Misa matutina del último
jueves de marzo el Santo Padre invitó a preguntarnos cómo va nuestra fidelidad
al Señor. E invitó con fuerza a la conversión. Insistiendo en su reflexión
sobre la Palabra propuesta por la Liturgia del día
Durante la Misa de la mañana celebrada en la capilla
de la Casa de Santa Marta el Santo Padre Francisco se refirió a la fidelidad al
Señor, tanto de un pueblo como de cada uno de nosotros. E invitó con fuerza a
la conversión. Insistiendo en su reflexión sobre la Palabra propuesta por la
Liturgia del día. El Papa advirtió acerca de lo que comporta tener un corazón
que no escucha la voz del Señor, puesto que si lo hacemos durante “días, meses
y años”, se vuelve “como la tierra sin agua”. “Se endurece”. Y cuando hay algo
que no nos gusta, desacreditamos y calumniamos al Señor. De ahí que haya
destacado que en el Evangelio Jesús es claro: “Quien no está conmigo está
contra mí”. “O tienes un corazón obediente, o has perdido la fidelidad”.
El riesgo de
perder la fidelidad
Un pueblo sin fidelidad, que ha perdido el sentido de
la fidelidad. Y ésta es la pregunta que la Iglesia quiere que nos hagamos hoy,
cada uno de nosotros: ‘Yo, ¿he perdido la fidelidad al Señor?’. – ‘No, no, voy a misa todos los domingos...’. – Sí,
sí, pero esa fidelidad de corazón: ¿He perdido esa fidelidad, o mi corazón es
duro, es testarudo, es sordo, no deja entrar al Señor, se arregla con tres o
cuatro cosas y luego hace lo que quiere?’. Esta es una pregunta para cada uno
de nosotros: Todos debemos hacérnosla, porque la Cuaresma sirve para esto, para
reexaminar nuestro corazón.
‘Escuchar hoy la voz del Señor’ es la invitación de la
Iglesia. ‘No endurezcan su corazón’. Cuando uno vive con un corazón duro, que
no escucha al Señor, va más allá de no escucharlo y cuando hay algo del Señor
que no le gusta, deja de lado al Señor bajo algún pretexto, desacredita al
Señor, calumnia al Señor, difama al Señor.
Jesús dice: el
que no está conmigo, está contra mí
“Es lo que le sucedió a Jesús con la gente”, afirmó el
Papa, refiriéndose a la página del Evangelio de San Lucas, para dejar claro lo
que significa desacreditar al Señor. Jesús hizo milagros, sanó a los enfermos
“para demostrar que él tenía el poder de sanación, también de las almas, de
nuestros corazones”. ¿Y qué dijo esta gente obstinada? Que es a través de
Belcebú, la cabeza de los demonios, que Él expulsa a los demonios”, recordó
Francisco. Y señaló que “desacreditar al Señor” es “el penúltimo paso de este
rechazo del Señor”. Primero, no escucharlo dejando que el corazón se endurezca,
y luego desacreditarlo. Sólo falta “el último paso que no tiene vuelta atrás, y
que es la blasfemia contra el Espíritu Santo”, dijo aludiendo a las fuertes
palabras de Jesús, al final de este Evangelio:
Jesús trata de convencerlos, pero no va...Y al final,
así como el profeta termina con esta frase clara – ‘la fidelidad se ha ido’ – Jesús termina con
otra frase que puede ayudarnos: ‘Quien no está conmigo, está contra mí’. ‘No,
no, estoy con Jesús, pero a cierta distancia, no me acerco demasiado’: No, esto
no existe. O estás con Jesús, o estás en contra de Jesús; o eres fiel o eres
infiel; o tienes un corazón obediente o has perdido la fidelidad.
Cada uno de nosotros piense hoy, durante la Misa y
luego durante el día: Piense un poco. ‘¿Cómo está mi fidelidad? Para rechazar
al Señor, ¿busco algún pretexto, algo y desacredito al Señor? ...’ No pierdas
la esperanza. Y estas dos palabras – ‘la
fidelidad ha desaparecido’ y ‘quien no está conmigo está contra mí’ – porque
aún dejan espacio para la esperanza, también para nosotros.
Volver al Señor
El Papa Francisco concluyó su homilía recordando que
estamos llamados a volver al Señor, tal como exhorta la Aclamación al
Evangelio: “Vuelvan a mí con todo su corazón”, dice el Señor, “porque soy
misericordioso y compasivo”. “Sí, tu corazón es tan duro como esta piedra”,
“muchas veces me has desacreditado para no obedecerme”, “pero aún hay tiempo”:
Pero todavía hay tiempo: ‘Vuelvan a mí con todo el
corazón’, dice el Señor, ‘porque yo soy misericordioso y compasivo: Yo olvido
todo’. ‘Me importa que vengas a mí. Esto es lo que me importa’, dice el Señor.
Y olvida todo lo demás. Este es el tiempo de la misericordia, es el tiempo de
la compasión del Señor: Abramos nuestro corazón para que Él venga en nosotros.
Ciudad del Vaticano
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