Buena
base
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Hace
un par de días fue el cumpleaños de sor Carmen. Como el día anterior sor Inés y
yo estábamos de cocina, decidimos hacerle un regalo sorpresa: ¡una tarta!
Tenemos
la medida calculada con dos moldes, pero se nos ocurrió innovar: ¿por qué no
hacer una sola tarta, pero grande?
Tras
alborotar los armarios de la cocina, localizamos una bandeja de lo más hermosa,
¡y ahí la hicimos!
Sin
embargo, en el cálculo de proporciones algo salió mal. Esta tarta lleva una
fina base de galleta triturada. En nuestra tarta, la “fina capa” alzaba por lo
menos dos dedos de alto...
Para
quien le gusta la galleta (como es mi caso) este fallo técnico no era ningún problema.
El percance auténtico llegó en el momento de servir. Digamos que era imposible
saber si la base estaba hecha realmente de galletas... o de cemento armado.
Dudé
si ir a por un clavo y el mazo (para resquebrajarla un poco) o si pasar
directamente a la motosierra...
Ya
en el plato, era humanamente imposible partir aquella mole con una miserable
cucharilla; sin embargo, ¡era la medida perfecta para coger el pedazo de tarta
con los dedos!
Lo
cierto es que sigo sin dar crédito a lo ocurrido: ¡¡pero si solo era polvo de
galleta!! Claro que, con la mantequilla, ¡se transformó en pura piedra!
En
la oración descubrí que así nos ocurre a nosotros con el Señor. Somos distintos
(no todos los trozos de galleta eran iguales), y podemos parecer muy débiles en
este mundo que nos rodea, ¡simple polvo!
Pero
nuestra fuerza no está en nosotros. “Sin mí no podéis hacer nada”, nos dice el
Señor. Pero también nos indica que... ¡“con Dios haremos proezas” (salmo 107)!
¡¡Cristo es nuestra mantequilla!!
Él
empapa cada granito de galleta, lo llena de su amor y así permite que se una
con los demás, hasta formar una base compacta, sólida, capaz de sostener toda
la tarta, ya sea la tarta de la familia, de los amigos, ¡o de la misma
sociedad!
Cada
granito es importante. Cristo nos quiere unidos, y quiere que esta base sea
cada vez más ancha, ¡pues bien sabe Él que la unión hace la fuerza!
Hoy
el reto del amor es que hagas masa. Antes de nada, te invito a que te dejes
empapar por la mantequilla del Amor de Cristo, pequeña galleta. Ponte a sus
pies, ¡descubre que Él se derrite por ti! Y hoy acércate a ese hermano con
quien compartes la fe pero que notas algo distante. ¡Que hoy se fortalezca esta
base de galleta! ¡Feliz y dulce día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma
