¿Un
cencerro?
Hola,
buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Todo
en el monasterio funciona a golpe de campana: para despertarnos, para ir al
coro... La campana está puesta en un punto estratégico del monasterio, de forma
que se escucha estés donde estés cada vez que se toca.
Hace
dos días, estando en el Noviciado, me pareció escuchar el cencerro de una vaca
a lo lejos. ¿Qué sería? No, no había ninguna vaca paseando por los pasillos,
sino una “nueva” campana sustituyendo a la estratégica de la que te hablaba.
Y
es que, de tanto usarla, el badajo se desgastó y se desprendió y, claro, sin
nada que golpee en la campana... ¡no suena! Provisionalmente estamos con el
“cencerro”, y más de una nos hemos despistado a la hora de ir al coro por no
escucharlo.
¡El
badajo de la campana! ¡Sin él, la campana no suena! El badajo es ese encuentro
con Jesús que hace que todo en tu vida suene. Te golpea el corazón de tal
manera que se genera una onda expansiva imparable. Es ese momento en el que tu
fe pasa de la cabeza al corazón, cobra vida y sentido en ti.
Todo
lo que ves estos días a tu alrededor es parte de esa onda expansiva generada
por el nacimiento de Jesús (luces, árboles, belenes...); pero puede sonar como
el “cencerro” que tenemos nosotras si no dejas que ese encuentro con Jesús sea
el que resuene en tu corazón.
¿Qué
hacer? Los pastores no hicieron nada, solo se acercaron a Jesús y... se dejaron
Amar por Él. Iban con las manos vacías y se fueron con ellas llenas.
Hoy
el reto del amor es que organices la cena de Nochebuena señalando a Jesús.
Busca un detalle que hable de Él: una figurita del belén para cada plato, un
evangelio de 2019... algo que haga resonar de alguna manera esa campana que
lleva consigo la verdadera Esperanza y Felicidad de vivir con Jesús.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma