HISTORIA Y EXPLICACIÓN DE LA LETANÍA LAURETANA (XII)

En honor de nuestra Madre Santísima, es la más popular de todas las Letanías, llamada así porque se usó por primera vez en el Santuario de Loreto

AUXILIO DE LOS CRISTIANOS

El corazón de la Virgen María es tan grande que abarca y contiene a toda la humanidad. Dios la creó para que fuera su Madre y madre de todos, la dotó de esta universalidad de afectos para que los afligidos, los enfermos, los pecadores, que recurren a Ella, experimenten esta singular bondad suya.

En la Iglesia se centra la Obra santificadora de Cristo y aunque ella es la amada esposa de Jesús "sin arruga o defecto" (San Pablo) no la sustrajo a las vicisitudes humanas y quiso que tuviera la apariencia de debilidad. En realidad, posee la misma fuerza de Dios, que le prometió la asistencia perenne del Espíritu Santo y así se apoya segura y confiada en las palabras infalibles de su Fundador: "He aquí que estaré con vosotros hasta el fin de los siglos".

San Juan en el Apocalipsis la describe como la ciudad santa, la nueva Jerusalén y así, la nueva Jerusalén (la Iglesia), tiene en María Santísima a su poderosa defensora contra los enemigos de todos los tiempos. Estos enemigos son de dos clases: internos y externos.

Los internos son aquellos que atentan a la verdad que la Iglesia nos enseña, los que pretenden introducir en ella, el error, o sea, los mismos cristianos que se oponen con obstinación, con terquedad a lo que propone la Iglesia Católica.

Los enemigos externos son los que no perteneciendo a la Iglesia Católica, la atacan y pretenden destruir la FE de sus miembros que son el Cuerpo Místico de Cristo.

De estas consideraciones sobre el glorioso título de Auxilio de los Cristianos debemos sacar dos importantes enseñanzas para normar nuestra vida cristiana:

• Ante todo un filial amor a la santa Iglesia y a su Cabeza visible: el Romano Pontífice. En el amor de todos los católicos, que se centra en el Papa, en la asistencia perenne de Jesucristo y en la poderosa protección de María tenemos una fuerza superior que nos consuela y alienta.

• Otra enseñanza, más necesaria hoy que nunca, surge de la maternidad universal y auxiliadora de María y es el deber que tenemos de extender la CARIDAD CRISTIANA con la que nos debemos amar unos a otros, como Dios nos ama, sin distinción alguna. sin olvidar que es contrario a la caridad, levantar barreras de división, de odio, de incomprensión, etc.

¡Oh Madre Santísima que en tus entrañas maternales acoges a toda la humanidad y que a todos socorres en sus necesidades, alcánzanos de tu Divino Hijo esta universal caridad así como la fidelidad a la iglesia católica, fundada con la Sangre de Jesucristo, que es también tu sangre!.

¡Auxilio de los cristianos, ruega por nosotros!.

REINA DE LOS ANGELES

Esta última parte de las Letanías, reúne y exalta las excelsas grandezas de María celebrando su soberana realeza en el cielo y en la tierra, Por doce veces le damos el glorioso título de Reina A la Hija, a la Madre, a la Esposa del Rey, debemos invocarla como a Reina porque el título de Rey no sólo corresponde a cada una de las Personas Divinas, sino también a Dios - Hombre, el Hijo de María Santísima. El mismo aprobó para su Persona este nombre: "Sí, como dices, soy Rey" (Juan 18,37).

A la diestra del Rey, el Salmista vio a una Reina, vestida con manto de oro, gozosa del poder que Dios le ha otorgado, de poder conceder a quien la invoca toda clase de gracias y bendiciones. Esta Reina es María que fue investida de esta dignidad cuando Dios Padre, desde toda la eternidad la eligió por su Hija, por Esposa del Divino Espíritu y por Madre de su Unigénito y fue constituida Reina, no solo de los hombres, sino también de los Ángeles, que son espíritus puros, muy poderosos, ágiles como el pensamiento y puros como la luz. Son inteligencias tan grandes que si queremos honrar, entre nosotros, un entendimiento, lo llamamos: angélico.

Los ángeles son ministros del Omnipotente. ¡Qué honor tener dominio sobre estos espíritus tan nobles; ser Reina de súbditos tan numerosos y potentes! Y esta autoridad y poder corresponde a María Reina de los Ángeles, porque les aventaja en dignidad, es más excelsa que ellos.

La raíz de su excelsa dignidad, de su autoridad y de sus privilegios se debe a que es Madre del Verbo Divino. Ella pudo decir con el Padre Eterno: "Tu eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy" (Salmo 2:7)

La causa de tanta exaltación de María fue SU SINGULAR HUMILDAD.

Humildad es el conocimiento de nuestras limitaciones y debilidades y obrar de acuerdo con este conocimiento. Es un movimiento de "descenso" cuyo punto de partida es el falso lugar que nos señala el amor propio y cuyo término es la verdad. Por eso "la humildad es la verdad". (Sta. Teresa).

Así, cuanto más llenas de amor propio, tanto más vacías estamos de verdaderos méritos.

Veamos en la Anunciación el ejemplo tan grande de humildad de María. Ante la sublime revelación del Ángel que la proclama Madre de Dios, Ella protesta ser solamente la humilde esclava (servidora) del Señor. La verdadera humildad se manifiesta en la obediencia.

¡Oh Madre amada!. Reina de los Ángeles, alcánzanos la gracia de saber combatir nuestro amor propio para ser verdaderamente humildes.

REINA DE LOS PATRIARCAS

Patriarca es una palabra griega que significa padre o jefe.

Con el nombre de patriarcas se honra a algunos santos del Antiguo Testamento, elegidos por Dios como guardianes y depositarios de la fe en el futuro Mesías. Esta fe, avivada por las frecuentes revelaciones de Dios, fue transmitida por los Patriarcas a sus descendientes como un faro de luz en medio de las tinieblas de la ignorancia y del pecado.

También en los siglos cristianos se da por analogía el nombre de Patriarca a los santos Fundadores de las más famosas Órdenes Religiosas, puesto que también ellos engendraron espiritualmente a la vida de la perfección evangélica a muchas almas.

Los Patriarcas fueron, bajo diversos aspectos, figuras de Jesucristo; lo representaron en varios misterios de su vida, de su muerte y de su obra redentora. Y en la debida proporción representaron también a María, pues quien representa al original, representa por lo mismo a la copia fiel.

Simbolizada en Noé, único padre salvado del diluvio y destinado a repoblar el mundo; Ella, única preservada del naufragio universal de la culpa, toda santa, renovó moralmente al género humano y contribuyó a reparar los daños causados por el primer pecado.

Abraham, admirable ejemplo de fe y de obediencia, padre de los creyentes, dispuesto a sacrificar a su unigénito sobre el Monte Moría, fue una pálida figura de María Santísima dotada de la más viva Fe y de la más perfecta obediencia. Madre amorosa de todos los redimidos, sacrificó a su unigénito Hijo para la redención del género humano sobre el Monte Calvario en el Altar de la Cruz.

Moisés, el amigo y confidente de Dios, que hablaba con El como un amigo con su amigo, es comparado a María Santísima, no solo amiga, sino también Madre de Dios, que vivió con Él treinta y tres años con aquella confidente autoridad que nacía de su ser de Madre.

La mujer fuerte de la Sagrada Escritura (Proverbios) es 'una imagen de María Santísima, tabernáculo viviente de Dios.

También la Iglesia Católica tiene, en un sentido espiritual, sus Patriarcas. Ellos no prefiguran a Cristo que ha de venir sino que siguen SUS huellas y lo copian con aquella perfección que es posible a la humana naturaleza vigorizada por la gracia.

Estos Patriarcas son los Fundadores de los Institutos Monásticos y de las Órdenes religiosas, verdaderos padres, que dieron a la Iglesia una inmensa cantidad de almas santas.

Si María es llamada Reina de los antiguos Patriarcas, por las mismas razones debe ser llamada Reina de los nuevos, puesto que ellos procuraron imitar sus virtudes, fueron los maestros de la devoción a Ella y promovieron su culto.

En este punto de la explicación de las Letanías es oportuno tratar brevemente del glorioso Patriarca San José, esposo purísimo de la Virgen Inmaculada, puesto que la devoción a la esposa, redunda naturalmente en la persona de su digno esposo.

Aunque San José no cooperó a la generación del Verbo encarnado sí contribuyó principalmente a cuidar y alimentar al Dios - Hombre y fue testigo continuo de las acciones de Jesús y de María; atento escucha de sus palabras, compartió con Ellos durante muchos años los gozos y las penas, las esperanzas y el amor a Dios y a los hombres.

San José es la sombra y el reflejo del Eterno Padre, él ocupa en la tierra su lugar y Cristo reconoce los derechos paternos de José.

Nunca podremos expresar con palabras la santidad, la virtud y la gran dignidad de este sumo Patriarca entre los Patriarcas.

El Papa Pío IX, para poner su persona y la de todos los fieles bajo la protección de San José, por Decreto del 8 de Diciembre de 1870, lo nombró solemnemente Patrono de la Iglesia Universal.

¡Madre Santísima, Reina de los Patriarcas, ruega por nosotros!.

Por: Redacción Mercaba

Fuente: www.mercaba.org