El
Romano Pontífice meditó sobre el Evangelio del día, que en este segundo domingo
de Adviento nos indica “cómo dar sustancia” - dijo - a la espera del nacimiento
del Señor
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| 2018.12.09 Ángelus (Vatican Media) |
En
el Adviento emprender un camino de conversión, pero también reencender la
esperanza los corazones de quienes nos rodean, para hacer comprender que, a
pesar de todo, el reino de Dios sigue siendo construido día a día con el poder
del Espíritu Santo. Fue, en síntesis, el mensaje central del Papa en su
alocución previa al rezo mariano del Ángelus en el segundo domingo de Adviento.
También
este domingo, el segundo del Adviento, como en la Solemnidad de la Inmaculada
Concepción, el Papa Francisco se asomó a la ventana del Palacio Apostólico para
rezar con los fieles presentes en la Plaza de San Pedro la oración mariana del
Ángelus. La plaza, este año embellecida por el pesebre de arena realizado por
un grupo de cuatro escultores de Estados Unidos, Rusia, Holanda y República
Checa, contó con la presencia de numerosos peregrinos provenientes de diversas
partes del mundo: 45 mil fieles según informó la Gendarmería Vaticana.
En el Adviento, emprender
un camino de conversión
El
Romano Pontífice meditó sobre el Evangelio del día, que en este segundo domingo
de Adviento nos indica “cómo dar sustancia” - dijo - a la espera del nacimiento
del Señor:
«El
domingo pasado la liturgia nos invitaba a vivir el tiempo de Adviento y de espera
del Señor con actitud de vigilancia y también de oración:
vigilen y recen. Hoy, segundo domingo de Adviento, se nos indica cómo dar
sustancia a esta espera: emprendiendo un camino de conversión, cómo
hacer concreta esta espera. Como guía en este camino, el Evangelio nos presenta
la figura de Juan el Bautista, que ‘recorrió toda la región del río Jordán,
predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados' (Lc 3,3).
Para describir la misión del Bautista, el evangelista Lucas recoge la antigua
profecía de Isaías que dice así: ‘Una voz grita en desierto: Preparen el camino
del Señor, allanen sus senderos. Los valles serán rellenados, las montañas y
las colinas serán aplanadas’ (vv. 4-5).»
Preparar el camino para la
venida del Señor
Pero,
¿cómo preparar el camino para el Señor que viene? Francisco utilizó la profecía
de Isaías para describir el trabajo que debemos realizar en nuestro corazón y
en nuestras vidas:
«Para
preparar el camino para el Señor que viene, es necesario tener en cuenta las
exigencias de conversión a las que invita el Bautista. ¿Cuáles son estas
exigencias de conversión? Ante todo, estamos llamados a llenar los vacíos producidos
por la frialdad y la indiferencia, abriéndonos a los demás con los
mismos sentimientos de Jesús, es decir, con esa cordialidad y atención fraterna
que se hace cargo de las necesidades del prójimo. Es decir, rellenar los
vacíos producidos por la frialdad: no se puede tener una relación de amor, de
fraternidad, de caridad con el prójimo si hay agujeros, así como no se puede ir
por un camino con muchos agujeros, ¿no? Y todo esto, hay que hacerlo también
con una atención especial por los más necesitados. Luego necesitamos allanar tantas
asperezas causadas por el orgullo y la soberbia. Cuánta gente sin darse
cuenta tal vez, es soberbia, dura, no tiene una relación de cordialidad. Hay
que superar esto cumpliendo gestos concretos de reconciliación con nuestros
hermanos, de pedidos de perdón por nuestras culpas. No es fácil reconciliarse,
siempre se piensa: ¿quién da el primer paso? Pero el Señor nos ayuda en esto si
tenemos buena voluntad. La conversión, de hecho, es completa si lleva a
reconocer humildemente nuestros errores, nuestras infidelidades,
incumplimientos».
El creyente abre caminos
en el desierto
El
Santo Padre afirmó que también en los desiertos, es decir, en los contextos
existenciales difíciles, el creyente “abre caminos”. E indicó que no podemos
rendirnos ante las situaciones negativas, porque Jesús, y su palabra de luz,
amor y consuelo, es el centro de nuestra vida:
«El
creyente es aquel que, a través de su hacerse cercano al hermano, como Juan el
Bautista, abre caminos en el desierto, es decir, indica perspectivas de
esperanza incluso en aquellos contextos existenciales difíciles, marcados por el
fracaso y la derrota. No podemos rendirnos ante las situaciones negativas de
cerrazón y rechazo; no debemos dejarnos subyugar por la mentalidad del mundo,
porque el centro de nuestra vida es Jesús y su palabra de luz, de amor, de
consuelo, ¡es Él!».
Discípulos
de Jesús llamados a reencender la esperanza
A
seguir, el Pontífice recordó el testimonio de vida del Bautista, quien
"con la pureza y la valentía de su anuncio", logró despertar en la
gente las expectativas por el Mesías que en ese tiempo estaban adormecidas:
«El
Bautista invitaba a la gente de su tiempo a la conversión con fuerza, con
vigor, con severidad. Sin embargo, sabía escuchar, sabía cumplir gestos de
ternura, gestos de perdón hacia la multitud de hombres y mujeres que acudían a
él para confesar sus pecados y ser bautizados con el bautismo de la penitencia.
El testimonio de Juan el Bautista, nos ayuda a ir adelante en nuestro
testimonio de vida. La pureza de su anuncio, su valentía en el anuncio de la
verdad lograron despertar las expectativas y esperanzas del Mesías que desde
hace tiempo estaban adormecidas. Aún hoy, los discípulos de Jesús están
llamados a ser sus testigos humildes pero valientes para reencender la
esperanza, para hacer comprender que, a pesar de todo, el reino de Dios sigue
siendo construido día a día con el poder del Espíritu Santo. Pensemos, cada uno
de nosotros: ¿cómo puedo cambiar algo de mi actitud, para preparar el camino al
Señor?».
Sembrar paz, justicia y
fraternidad
En
la conclusión de su alocución antes del Ángelus, el Obispo de Roma pidió que
«la Virgen María nos ayude a preparar día a día el camino del Señor, comenzando
por nosotros mismos; y a sembrar a nuestro alrededor, con tenacidad y
paciencia, semillas de paz, justicia y fraternidad». Y antes de retirarse
saludó con afecto a los peregrinos de Roma, de Italia y de diversas partes del
mundo. En particular, Francisco saludó a los jóvenes de la diócesis de
Orvieto-Todi, deseándoles un buen camino de Adviento. También saludó a los
fieles de Trapani, Caltagirone y Bronte, y a los confirmandos de Almè
(Bergamo). Y con el augurio de un feliz domingo para todos, pidió que por
favor, no nos olvidemos de rezar por él. “¡Buen almuerzo y hasta pronto!”,
finalizó.
Griselda
Mutual - Ciudad del Vaticano
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