El obispo Semeraro en la Lateranense: la nueva
Constitución apostólica sobre la Curia y los posibles “ajustes” incluso después
de la promulgación
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| El obispo de Albano y secretario del C9, Marcello Semeraro |
La decisión de
nombrar a Paolo Rufini, un laico, como encargado de un Dicasterio vaticano, ha
sido específicamente «estudiada con la aportación de autoridades en materia». Y la reforma de la Curia romana será un proceso abierto a ajustes,
incluso tras la promulgación de la nueva Constitución apostólica que la
definirá.
Lo explicó en
la “lectio magistralis” para la inauguración del año académico de la Pontificia
Universidad Lateranense el obispo de Albano, Marcello Semeraro, secretario del
“C9” (el Consejo de cardenales que colabora con el Papa para la reforma de la
Curia y en el gobierno de la Iglesia universal).
Semeraro
explicó que el cambio de la reforma se encuentra en un punto muy importante, el
borrador de la nueva Constitución apostólica de la Curia romana, cuyo
título provisional es “Praedicate evangelium”, se encuentra en fase de revisión
estilística y canonística. Recordó que en los últimos cinco años se
han introducido ya diferentes novedades, como la constitución del Consejo y de
la Secretaría para la Economía, con respectivos decretos ejecutivos; en la
Secretaría de Estado se creó la Tercera Sección para las Representaciones
Pontificias; la creación de los Dicasterios para los Laicos, la Familia y la
Vida, para el Servicio al Desarrollo humano Integral; la institución de la
Secretaría para la Comunicación.
Semeraro
añadió: «Ahora es previsible que se proceda con una consulta sobre el
texto-propuesta del Consejo de los cardenales», como se hizo con la
Constitución apostólica anterior sobre la Curia, la “Pastor Bonus” de Juan
Pablo II. La consulta general podría involucrar a todos los cardenales, aunque,
precisó el obispo secretario del C9, «ya se han hecho no pocas consultas
durante estos cinco años: la consulta previa, en verano-otoño de 2013, con
cardenales miembros del Consejo para las áreas geográficas de referencia y con
el cardenal Giuseppe Bertello para los Dicasterios de la Curia romana; la consulta
que se llevó a cabo para los procesos de reforma que ya se han aplicado; la
consulta que se llevó a cabo “in itinere” para no pocos Dicasterios. Se
recordará también que el 12 y el 13 de febrero de 2015 se sostuvo un
consistorio de cardenales específicamente dedicado a los temas de la reforma de
la Curia romana».
Semeraro
después subrayó la fuerte relación entre la nueva Constitución (a partir de su
nombre) y la exhortación “Evangelii gaudium”, documento programático del actual
Pontificado, y explicó que «los cambios estructurales deben ser el fruto de una
decisión pastoral, y esto vale, obviamente, también para la Curia
romana». En cuanto a los criterios que han inspirado el trabajo de
reforma, el obispo recordó los doce citados por el Papa en diciembre de 2016:
individualiad, pastoralidad, misionariedad, racionalidad, funcionalidad,
modernidad, sobriedad, subsidiaridad, sinodalidad, catolicidad,
profesionalidad, gradualidad.
El principio de
subsidiaridad, por ejemplo, fue enunciado por primera vez en la Doctrina social
de la Iglesia en el número 80 de la encíclica “Quadragesimo anno” de Pío XI
(1931). «Una alusión a este principio —explicó Semeraro— se encuentran en el
art. 3 §3 del Estatuto del Nuevo Dicasterio para el Servicio al Desarrollo
Humano Integral, en donde se lee: “El Dicasterio trabaja para que en
las Iglesias locales se ofrezca una eficaz y apropiada asistencia material y
espiritual (si es necesario también mediante oportunas estructuras pastorales) a
los enfermos, a los prófugos, a los exiliados, a los migrantes, a los
apátridas, a los circenses, a los nómadas y a los itinerantes».
El principio de
descentralización se relaciona con el de la subsidiaridad, como recordó el Papa
dos veces en la “Evangelii gaudium”, en el número 16, cuando afirmó que «no es oportuno que el Papa sustituya a los episcopados
locales en el discernimiento de todas las problemáticas que se presentan en sus
territorios. En este sentido, advierto la necesidad de proceder en una
saludable “descentralización”». Y en el número 32, donde se lee que «una
excesiva centralización, en lugar de ayudar, complica la vida de la iglesia y
su dinámica misionera».
Otro de los
criterios guía es el de la gradualidad. Francisco explicó que la gradualidad
«es el fruto del indispensable discernimiento que implica proceso histórico,
marcación de tiempos y etapas, verificaciones, correcciones, experimentación,
aprobaciones “ad experimentum”. Entonces, en estos casos no se trata de
indecisión, sino de la flexibilidad necesaria para poder alcanzar una verdadera
reforma». No hay que excluir, añadió Semeraro, «que este criterio importante
para que la Curia romana conserve su carácter de “servicio”) permanezca también
tras la promulgación». Entonces, el proceso no se agotará con la nueva
Constitución apostólica, sino que la reforma podrá sufrir algún ajuste.
Otro de los
principios importantes para el trabajo del C9, subrayó el obispo «es el de la
tradición, que es el principio de la fidelidad a la historia y de la comunidad
con el pasado». Al mismo tiempo, «se pensará en el principio de la innovación.
Por lo menos un ejemplo —explicó Semeraro— en este caso, es fácil
aducirlo: se trata del Dicasterio para la comunicación», instituido por «la
necesidad de replantear el uso de los recursos económicos en los
nuevos contextos, por una parte, pero luego, sobre todo», para el efectivo
«cambio del escenario en el sistema» de los medios de comunicación.
Dentro de este
criterio de innovación «se coloca también la decisión y el nombramiento, en
julio pasado, de un fiel laico como Prefecto del Dicasterio para la
Comunicación; decisión no improvisada por parte del Papa; es más,
específicamente estudiada con la contribución de autoridades en materia- Decisión,
por lo tanto, de alguna manera “anticipada” un mes» con el nombramiento del
nuevo rector de la Lateranense.
Otro más de los
principios que sigue el Consejo de cardenales, explicó el obispo secretario del
C9, es el de la «concentración sobre lo que es verdaderamente necesario para la
iglesia universal. Es un principio que también podría ser llamado “de
simplificación”», y es lo que ya ha llevado a la fusión de algunos
Dicasterios de diferentes Pontificios consejos.
Otro de los
criterios guía es la afirmación de Francisco de que «el tiempo es superior al
espacio». Un principio que, explicó el Papa, permite trabajar a largo plazo,
sin la obsesión de los resultados inmediatos. «Ayuda a soportar con
paciencia —afirmó Semeraro— situaciones difíciles y adversas, o los cambios de
planes que el dinamismo de la realidad impone… Dar prioridad al tiempo
significa ocuparse de comenzar procesos más que poseer espacios». En esta
óptica, «momentos importantes para la reforma de la Curia romana son también
los días de ejercicios espirituales, que Francisco quiso que se llevaran a cabo
en un lugar apartado y en días a ellos completamente dedicados».
Sin olvidar que «el primer eco que la palabra
“reforma” suscita en el ánimo de Francisco es una reforma de la propia
vida». Porque la Iglesia, “semper reformanda”, es ajena al
pelagianismo y «no se agota en el enésimo plan para cambiar las estructuras».
Reformar «significa, por el contrario, injertarse y arraigarse en Cristo,
dejándose conducir por el Espíritu. Entonces, todo será posible con genio y creatividad».
Lo que se «llama “reforma” —concluyó el obispo— está íntimamente relacionado
con el rostro de Iglesia en salida y misionera».
ANDREA TORNIELLI
ROMA
Fuente: Vatican Insider
